lunes, marzo 31, 2008

Vení, vení, luchá conmigo


Huracán es una lucha. Y es bueno admitirlo y saberlo para tomar contacto con la realidad del club de hoy, que es parecida a la de estos últimos 25 años. Y dentro de ese contexto, para no sufrir hay que luchar. Y de ese concepto, de esa suerte de mandamiento no escrito, este equipo es su paradigma.
En tiempos de Enzo Trossero, en 1992/93, el equipo tenía ímpetu. Con Héctor Cuper, en 1994, también había muestras de personalidad y coraje. Pero lo de este grupo, ahora al comando de Claudio Ubeda, supera a todos en esos rubros. Este grupo es una invitación. Como si dijeran: "Vení, vení, luchá conmigo, quemero. Que esto es de todos". Genera adhesión ver en cada partido a estos futbolistas meter, correr y trabar como si cada uno de ellos se hubiera formado en La Quemita o en algún picado al costado del monumento a Tucho Méndez, en el Parque de los Patricios. Tal vez no hay un juego estelar ni parecido. Es casi lógico: el plantel se armó como se pudo, con lo que había. Pero después de tanto tiempo de, además de no jugar bien, tener que reclamar compromiso y entrega, este Huracán es una garantía. Jamás negociará el esfuerzo, más allá de las circunstancias del contorno que un par de veces no tan lejanas provocaron alejamiento de entrenadores. Y así, con este espíritu sin quebrantos, Huracán es el equipo con menos derrotas en la temporada (seis, al igual que Boca y Estudiantes) y el segundo con menos goles en contra (27, lo mismo que Estudiantes; y apenas cinco más que Boca). También así está a sólo siete puntos (con 33 por disputar) de confirmar su participación en Primera en el Día del Centenario. Y eso, después de tantos golpes seguidos y durísimos en los últimos cinco años, tiene un valor muy relevante.

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