miércoles, mayo 30, 2018

El Hombre Gris, poeta de Huracán

A Amleto Enrique Vergiati la historia tanguera y lunfarda lo conoció como Julián Centeya. Fue poeta, periodista sensible y un quemero de ley. Había nacido en Parma, Italia, en 1910, pero siempre se sintió porteño. Autor de Musa Milonguera (1964), grabó Antología Lunfarda (1967) y, en 1968, Aníbal Troilo le puso música a El Hombre Gris de Buenos Aires. Y también le escribió un poema a Huracán, un precioso recorrido por aquellos nombres y aquellos días que fueron orgullo y son leyenda. Acá se reproduce, en el día del 99o. cumpleaños:

El almacén del Zurdo Salvarredi
y Juan Di Nome como un inquilino
El grito callejero del "auredi"
y el temblar de los vidrios del vecino

La calle como cancha Las Naciones
una cortada azul y el corralón.
Todo un ayer de limpias emociones
que recoge de nuevo el corazón.

Y tu bandera linda acamalada
cuando Laguna era lo que fue
y la canchita aquella estaba echada
allá en Chiclana, el barrio que dejé.

Campeón inolvidable cuando Chiesa
jugaba por capaz el "fútbol-scope"
Onzari la llevaba corta y presa.
Salía Huracán y aquello era un galope!

Stábile "el filtrador" picaba y era
gol que se cantaba en la tribuna.
La pelota ya estaba en la "güevera"
y la cuestión era de sacar de a una.

Qué Huracán, Huracán: aquél de Tucho,
del Turco Simes, de Salvini, Unzué.
Me queda el consuelo de encender el pucho
del recuerdo, que me habla de aquel cuadro que fue.

Y entrevero los nombres tan capaces
sin orden y sin fechas... como sé.
Las cuarenta del mazo y todos eran ases!
Los guapos de aquel tiempo venían siempre al pie.

Cualquiera sea la suerte que a tus colores salga
-las buenas y las malas son cosas que se dan-
de frente a aquel que talle, por más que pose y valga
elevarás el GLOBO al grito de: HURACAN!!!


Fuentes: Todo Tango y el libro 'Del Globo y de la Quema', de Néstor Vicente.

domingo, mayo 27, 2018

El Palacio de los Reyes


En el viejo estadio Jorge Newbery, de Alcorta y Luna, luego de sus primeros brillos en el Huracán del 46, jugó el Alfredo Di Stéfano de River. Ya en tiempos del Palacio Ducó, jugó Pelé para festejar el título del 73, la Estrella Once. Diego ofreció con Argentinos un gol de área a àrea; y con Boca, su presencia en ciclos diversos. Faltaba Messi para completar el pedestal.

Bienvenidos los Reyes al Palacio del Fútbol.


viernes, mayo 25, 2018

Nuestro 25 de mayo, nuestra otra Patria


Por Gonzalo Minici*
«Fúndase en Buenos Aires con fecha 25 de mayo de 1903 el Club Atlético Huracán y reorganizado el 1º de noviembre de 1908, con el fin de fomentar el juego atlético, especialmente el football» reza el acta constitutiva del Globo, redactada el 20 de julio de 1910 con retroactividad y la firma de José Laguna (presidente de entonces).

Se abrazan el pasado, el presente y el futuro: esta fecha es la aniversaria más importante. El día en el que todo se recuerda. El día en el que todo sucede…

Hoy cumplen años Masantonio, Stábile, Newbery y Bonavena. En la infinidad del cielo, trece estrellas resplandecen incandescentes. La gloria de la década del veinte sale del Río de La Plata a circunnavegar la Tierra; las aguerridas copas de los cuarenta desempolvan su sacrificio, mientras la espectacularidad de los setentones días felices vuelve a ser y las atajadas de Marcos Díaz se reinventan en el San Juan de Aldo Cantoni.

Hoy, Pedro Martínez debuta en la Selección Argentina. Onzari funda el «gol olímpico», Bartolucci la «palomita». Juan Pratto y Ángel Chiesa vuelven a campeonar, cuando Italia entera es Nóbile y Valentino Mazzola sueña otra vez con subirse al Globo. Hoy festeja el humor de Alfredo Barbieri. Y las guitarras de su padre y Riverol, acompañando la voz de Gardel.

Hoy brilla el oro olímpico de Casanovas en Alemania. La «Aplanadora» de 1939 pasa de nuevo. Baldonedo golea a Brasil; «Tucho» Méndez a toda América. Di Stéfano da sus primeros pasos y Jorge Alberti juega un partido más. En los documentos oficiales de AFA se deja constancia de la grandeza institucional, y el Palacio Ducó, precioso Patrimonio Histórico, se reconstruye ladrillo a ladrillo.

Hoy se reconoce a Viberti. Y se aplaude la elegancia de Brindisi, la locura de René y la filosofía de Menotti. Carrascosa vuelve a hacer la banda izquierda y Barrios convierte otro penal. El vozarrón de Basile guía los caños de Pastore. Apuzzo apaga un incendio gritando «¡Huracampeón!» y todos presiden, desde Caimi hasta Nadur.

Hoy el tango se viste de hinchada y el arrabal toma color. Nueva Pompeya es vieja cuna; Parque Patricios, eterna casa. Las letras de Centeya se reescriben, el arte de Ferrer resurge, la voz de Manzi resuena. Renace el primer banderazo. La Reina de La Quema y el telón pionero del fútbol argentino se vuelven a coser. Una multitud peregrina al Obelisco celebrando su identidad. Y la de todos los Huracanes del planeta, cientos en cuatro continentes, encuentra exégesis.

Esta no es la efeméride de una «entidad social y deportiva» (en líneas generales), «cuya principal actividad es el fútbol» (acentuando más), ni una «asociación civil con personalidad jurídica» (legalmente hablando). Hoy se conmemora a Huracán. Una realidad cultural en sí misma, borrando las líneas de cualquier limitación definitoria. Un «todo» complejo. Por eso su mundo, su propio mundo, celebra a lo grande. ¡Felicidades, Globo!

*Historiador de Huracán.

miércoles, mayo 16, 2018

Aquel rebelde fundador de La Palomita

Pablo Bartolucci, en la tapa de El Gráfico. Otro orgullo de Huracán. Otro emblema de La Década de Oro.

La Mutual de Veteranos de Huracán queda en un rincón del Palacio Ducó, aunque poco se parece a un palacio. Allí, un hombre que mucho vio y que mucho sabe, evoca una verdad que -de algún modo- resulta una contradicción: "Quienes más reivindicaron la profesión terminaron siendo los primeros olvidados". El hombre -elegante al vestir, impecable al hablar- dice que Hugo Settis, Juan Scursoni y Pablo Bartolucci fueron la versión local y futbolera de los Mártires de Chicago. Ellos -no por dinero; sino por búsqueda colectiva en nombre de ciertas libertades individuales- fueron los primeros en cuestionar a un amateurismo que pagaba sueldos pero que no homologaba a los futbolistas como profesionales ni como trabajadores.

Por expresarse en nombre de aquella cuestión, a Bartolucci y a sus compañeros de lucha los llamaron "los anarquistas". Ellos no se preocupaban ni cuestionaban los apodos. Se juntaban y tiraban para el mismo lado. En el libro Fútbol: pasión de multitudes y de elites, de Ariel Scher y Héctor Palomino, el mismo Settis señala: “No estaba en juego el aspecto económico (…) Aunque lo nuestro era un amateurismo marrón, lo que queríamos era la libertad como seres humanos. Los señores dirigentes pretendían mantener de por vida la llamada ´ley candado´, de su invención, es decir, utilizándonos como una mercancía a los jugadores de fútbol y convirtiéndose así en los negociadores exclusivos de nuestras transferencias". La frase había sido publicada en el diario La Opinión en 1976. Unos meses antes había fallecido Bartolucci, el otro gran buscador de aquellos días de finales de los años veinte y principios de los treinta.

Bartolucci es ahora un olvidado. A su recorrido le cabe la condición de celebridad. La memoria del fútbol argentino lo ignora como si no fuera tan inmenso. En días no tan lejanos, el periodista Oscar Barnade recordó aquellos tiempos de cambios: "El campeonato de 1930 terminó el 12 de abril de 1931 y al día siguiente los jugadores, agrupados en la Mutualista y liderados por los jugadores de Huracán Pablo Bartolucci y Hugo Settis, elevaron un petitorio exigiendo poner fin a la cláusula candado: si se iban del club por dos años no podían arreglar con otro de la categoría. Ese día, en plena dictadura militar, los jugadores marcharon por las calles adoquinadas de la ciudad exigiendo hablar con el presidente José Uriburu. El líder golpista recibió a los representantes de los jugadores y derivó el problema a José Guerrico, intendente de la Ciudad de Buenos Aires. Guerrico convenció a todos de que el reclamo de los jugadores estaba íntimamente relacionado con la declaración del profesionalismo. El 18 de ese mes, los jugadores declararon la huelga". En breve, brotaría el profesionalismo. Aquel impuiso nacido de un puñado de futbolistas que se abrazaban como trabajadores había sido un éxito de todos.

En el mismo rincón del Ducó donde late la Mutual de Veteranos otro hombre cuenta: "Bartolucci fue un fundador en todo sentido". Lo dice por aquello del profesionalismo, claro. Pero también por otro detalle que el fútbol del mundo le agradece y que incluyó en el folclore de sus jugadas más atractivas: La Palomita. Bartolucci se vestía con una venda sobre su frente y, con ella, fue el impulsor de esa maniobra que terminó siendo parte de la historia del principal de los deportes para siempre. En su condición de futbolista del seleccionado, el 15 de agosto de 1929, frente a Bologna de Italia, que estaba de gira por Argentina, Bartolucci se convirtió en una suerte de mito. Ese día, ganó el equipo albiceleste 3-1. Pero lo más importante, fue un detalle: él quedó en la historia como el creador de esa jugada que ahora es orgullo en potreros y en estadios. Nadie sabe estrictamente si fue el primero en realizar esa pirueta. Pero a su repetido rechazo de cabeza volando hacia adelante -zambulléndose casi al ras del piso- él le puso un nombre que desde entonces pasó a ser parte del diccionario futbolero. "Rechacé de palomita", dijo Bartolucci. Y así quedó para siempre. La tapa de El Gráfico, que lo retrató particularmente en esa circunstancia, ayudó a la construcción de su carácter de leyenda.

Alguna vez Carlos Gardel le puso su voz al recuerdo de esa jugada memorable: "Guarda con la Canaveri, / Miranda que en lo Canaro, / si de usted bate un Purcaro / qu’es Cafferata de acción. / Olvide el Carricaberry, / tírese a la Bartolucci... / ¡que mejor es hacer Bucci / que dársela de Mathón!" El tango se llamaba Largue a esa Mujica, de Juan Faustino Sarcione, y era un homenaje -según cuentan los especialistas, como Marcelo Martínez, del sitio Gardel.es- al Huracán multicampeón de los años veinte; pero también a los grandes futbolistas de ese tiempo dorado y de refundación para el fùtbol argentino. "A la Bartolucci" significaba, sin más explicaciones, de palomita. Ya con el tiempo, más de cuatro décadas después, Aldo Pedro Poy la refundó y hasta luego la paseó por el mundo, ya convertida en leyenda. En 1971, le hizo de ese modo un gol a Newell's que valió la eliminación del rival de siempre y más tarde, el título.

No era sólo un militante por los derechos de sus pares ni un crack en ese territorio del rechazo novedoso. Bartolucci era también un destacado futbolista. Perteneció a un tiempo (los años veinte, en los que el fútbol del Río de la Plata era, claramente, el mejor del mundo) y a un equipo (ese Huracán capaz de ser el más campeón de la década junto a Boca) que también a él lo definieron. No estaba en la Selección por casualidad: Bartolucci pertenecía a la elite de aquellos días. Jugaba de lo que entonces se mencionaba como half. Era más mediocampista que defensor, de todos modos. Y aunque está indeleblemente asociado a Huracán, donde disputó 100 partidos y marcó seis goles, vistió otras cuatro camisetas: Sportivo Buenos Aires, Ferrocarriles del Estado, Sportivo Barracas y Tigre.

Bartolucci fue parte de, quizá, el mejor Huracán de la historia, aquel que en 1928 sumó su cuarto título de Liga en el campeonato más numeroso del fútbol argentino (participaron 36 equipos y finalizó en el último día de junio de 1929). Allí jugaban algunas de las grandes figuras de ese tiempo, futbolistas de Selección: Juan Pratto (luego transferido al Genoa, de Italia); Cesáreo Onzari (fundador del Gol Olímpico; paradigma del wing izquierdo); Angel Chiesa (el diez de esos días) y Guillermo Stábile (primer Botín de Oro de la FIFA, en el Mundial de 1930). Y también Bartolucci, ese anarquista que La Palomita.

Texto publicado por el autor del Blog, en Planeta Redondo, de Clarin.com

sábado, mayo 12, 2018

Benditos vaivenes


Huracán 3-Boca 3

Fue un tobogán. Una sucesión de vaivenes. En el partido contra Boca, ese 3-3 que tuvo de todo. Durante el día, con el empate de Talleres frente al descendido Olimpo; con la derrota de Independiente ante Unión. Esos dos resultados que le pusieron final feliz al recorrido: Huracán pasó de los escombros a la Libertadores durante la temporada y durante este sábado sin olvido. Y ahí, en el centro de la escena, como emblema feliz, quedó Daniel Montenegro, en el día de su despedida de fútbol, a los 39 años, luego de casi 700 partidos y 145 goles, con esas lágrimas de gratitud, con ese saludo para siempre.

Se trata de un rasgo del Huracán del último lustro. Vive de vértigo en vértigo entre infiernos y paraísos. En 2014, tras una remontada estupenda llegó a la final por el regreso a Primera frente a Independiente. La perdió, en La Plata. El primer día de noviembre de ese año festejó el cumpleaños del peor de los modos: tras perder 0-3 en el Palacio Ducó frente a Sportivo Belgrano de San Francisco, quedó último en el Nacional. Menos de dos meses después: ganó la Copa Argentina y regresó a la A, tras hilvanar siete victorias en ocho partidos y vencer en el desempate a Atlético Tucumán. Se convirtió en el primer club en ganar un título absoluto jugando en la segunda categoría. En 2015, mientras peleaba por la permanencia, le ganó la Supercopa a River, jugó la Libertadores y llegó a la final de la Sudamericana. El descenso lo evitó en el último suspiro. En 2016, en el primer semestre, volvió a jugar la Libertadores (lo eliminó, polémicas mediante, el campeón Atlético Nacional) y se clasificó al ámbito internacional -de nuevo- a través del torneo. Pero pronto, en la campaña 16/17, regresaron las angustias de promedio hasta la última fecha.

El segundo semestre de 2017 comenzó con una bomba: la peor derrota internacional del equipo de Parque de los Patricios, 0-5 frente a Libertad de Paraguay. Entonces, con un plantel que parecía un rompecabezas roto, llegó Gustavo Alfaro. El equipo arrancaba la Superliga en zona de descenso. El hombre de Rafaela -aquel mediocampista luchador y prolijo- llegaba para modificar el ambiente. "Venimos para olvidarnos del promedio", dijo, a modo de mensaje fundacional. Sin pasado bajo el cielo del Ducó, con sus palabras demostró que sabía dónde estaba y cómo debía comunicarlo.

Y construyó un milagro a su modo y manera. El Caudillo Alfaro -como muchos lo llaman en la Bonavena y en la Miravé- fue claro desde el principio. Sabía lo que había que hacer. Y lo hizo.

Se rearmó desde los referentes. Logró que continuara Marcos Díaz, la figura de este tiempo de vaivenes y de glorias; también -según cuentan quienes conocen la historia del club- el arquero más influyente de los casi 110 años de Huracán. KIng Kong de La Quema respondió de manera impecable e implacable. Tuvo más de la mitad de los partidos su arco en cero. Fue decisivo frecuentemente. No es casualidad que los hinchas lo reclamen para el seleccionado que irá al Mundial y que aparezca en las encuestas al respecto.

Algo similar hizo con el capitán Martín Nervo, a quien conocía de sus días felices en Arsenal. Le pidió que se quedara. Se quedó. El defensor recuperó aquella regularidad perdida y volvió a ser líder. También sumó a aquellos futbolistas representativos que jugaron menos: Rolfi, Patricio Toranzo, Federico Mancinelli. Los trató con el merecido respeto. La armonía interna fue el sostén principal en los momentos complicados. "Me encontré un plantel muy fuerte desde lo humano", dijo Israel Damonte, el refuerzo más visible de este 2018.

Alfaro convenció a todos de una idea. Huracán no tiene los brillos de los días setentosos. Sería imposible. No hay un duende como René Houseman ni un mago como Miguel Brindisi. Tampoco ofrece los destellos del Equipo de Cappa. Sería imposible. No cuenta con el talento de Javier Pastore ni con el resplandor del mejor Mario Bolatti.

Este es un grupo que creció desde el barro, como aquellos superhéroes en blanco y negro de los años 20, que hicieron a Huracán el más campeón de esa década, los que casi siempre dirimían la consagración contra Boca. También es guapo como los planteles de la Era Masantonio, allá lejos en las dos primeras décadas del profesionalismo.

Huracán luchó en cada rincón del torneo. En los escenarios diversos. Cuando tenía promedio escaso y cuando peleó por acceder a su quinta participación internacional en cuatro años. Fue duro, fuerte, bravo, intenso. ¿Le faltó juego? A veces. Pero jamás careció de entrega total. Así, se reconstruyó a sí mismo. Como también pide su historia.

Gracias, Rolfi: hasta siempre



No fue un día más para Daniel Montenegro. Por decisión personal, a los 39 años, el Rolfi se retiró del fútbol profesional. Lo hizo en el lugar en el que se formó y en el que se mostró cuando era un pibe que asomaba como crack. Pasaron 21 años desde su debut.

Sucedieron casi 700 partidos, 144 goles, tres títulos (uno con River, uno con Independiente y la Supercopa con Huracán), un montón de asistencias, un título Sudamericano con el Sub 20, un par de presencias en la Selección, experiencias en el exterior (España, Francia, Rusia, México). Un millón de recuerdos.

Como el de la mañana del Palacio Ducó, ese partido ante Boca en el que ofreció destellos de su fútbol de mago. Y en el que una ovación lo despidió para siempre. Alguna lágrima se le escapó, claro. No podía ser de otro modo.

Lo saludaron todos: su gente, su familia, sus amigos (como Wanchope Abila, quien fue hasta el vestuario), los compañeros, los rivales. Y hasta la camiseta de Huracán, especial para la ocasión: “Termino donde quise, el lugar que me vio nacer”.

miércoles, mayo 09, 2018

Aguante Bonavena



Almafuerte y un homenaje hecho canción: Aguante Bonavena.

Siempre Ringo. Siempre con nosotros.

sábado, mayo 05, 2018

Suma, mucho...



Talleres 0-Huracán 0

Escenario valioso:

1) Once partidos sin perder.

2) Top 4, en zona de acceso a la Libertadores.

3) Otra valla invicta (la número 14) para el inmenso Marcos Díaz, otra vez figura, otra vez con impronta de seleccionable y de Mundial.

4) Un punto ante un rival de los más complejos que ofrece la Superliga.

5) Garantía matemática de regreso al ámbito continental en 2019: será la quinta participación desde 2015.

6) Sensación de equipo confiable, una vez más y al margen de gustos.

7) El promedio de la próxima temporada ofrece cierto margen. No habrá angustia inicial.

Sí, claro, este cero suma.

Mucho.

miércoles, mayo 02, 2018

Nosotros, también un tango...



Hace un tiempo largo, Héctor Hugo Cardozo -notable periodista de la Vieja Guardia y más amigo- me recomendó este tango: "Yo soy de Parque Patricios".

Cuenta el barrio de nuestro Huracán. Fue ofrecido en público y para siempre en 1944, el año en que Huracán obtuvo la Copa Competencia Británica, el décimo título oficial del club.

Un homenaje a aquellos días y también a mi amigo El Negro, un auténtico Quemero esencial más allá de que le simpaticen otros colores, los de Central.