La esencia Quemera en su estado más puro. Un recorrido por el pasado de Huracán, un retrato de su presente, una mirada para ofrecer caminos. Desde 2006, un espacio de pertenencia de nuestro Globo entrañable.
Javier Pastore se luce bailando y actuando en el video del cantante italiano Beenzo. La canción se llama "No tengo dinero". El Flaco, un crack también afuera de la cancha.
El secreto de sus ojos -la película que llevó el Ducó a Hollywood- y nosotros. También, para retratar esa sensación de la frase memorable del estupendo Pablo Sandoval, el personaje construido por Guillermo Francella.
Nosotros, los Quemeros, en el Día Mundial del Hincha de Huracán. Los organizadores dijeron que fueron "más de 20 mil". El diario Olé contó que hubo más de 15 mil. Clarín no se animó a arriesgar; dijeron "miles". Más allá de cantidades: una fiesta impresionantes. De los presentes. Y de los que nos miraron desde el otro lado. En definitiva, escenas para abrazar siempre.
Huracán, esa preciosa locura. Histórica Marcha del Día Mundial del Hincha de Huracán. La Avenida Caseros, la Avenida Callao, el Congreso, la Avenida Corrientes, el Obelisco. Todo copado por la Caravana.
Ya lo contamos en el Blog: "El día fundacional resultó el memorable 28 de marzo de 1998. Fue el
Primer Banderazo de la historia; aquella marcha de los barrios del Sur
(de Lugano, de Pompeya, de Soldati, de Parque de los Patricios, de
Barracas, de San Telmo, de San Cristóbal). Cerca de 10.000 personas
participaron de ese evento inexplicable: era sábado, no había fútbol,
Huracán iba último y con sensación de descenso. Entonces, sucedió: la
caminata desde la Sede de Caseros al Ducó, los gritos, las banderas, las
murgas, la pirotecnia, la celebración de la condición de Quemeros. Fue
una fiesta que duró más de 24 horas. Al día siguiente, sucedió el
pequeño milagro: luego de 131 días sin triunfos, Huracán le ganó 3-1 a
Ferro".
Aquello fue también una fundación en el territorio de las palabras. Desde entonces, se llamó "Banderazo" a toda manifestación o movilización de hinchas. El periodista e historiador Oscar Barnade me cuenta que hasta aquel momento, "el término no estaba asociado al fútbol; sino al automovilismo". El "banderazo" era la señal de la bandera a cuadros señalando la llegada de un vehículo a la meta.
El Papa Francisco lo dijo con una claridad que no admite ni admitirá dudas: es hincha de San Lorenzo. Cuervo, sin vueltas. De la vieja guardia, de aquellos que creyeron en los mensajes fundacionales del Padre
Lorenzo Massa. Cuentan que pidió que le mandaran al Vaticano ese pedazo
de su infancia, de su vida: el tablón que se guardó del desaparecido
Gasómetro de Avenida La Plata. En sus charlas con Luis Farinello, los
goles del Beto Acosta o algún clásico con victoria frente a Huracán resultaban una temática inevitable, casi tanto como el trabajo social.
Sin
embargo, en estos días en que todas las informaciones que lo vinculan
rebotan por el mundo, trascendió un detalle de asombro: circuló por
Internet una imagen de un viejo carné de Huracán que lo tenía como socio
y hasta como prosecretario del club de Parque de los Patricios. La
novedad se hizo virus en las redes sociales.
“¿El Papa es Quemero?” , se preguntaban unos y otros. No, nada de eso. Clarín
consultó al vicepresidente de Huracán, Luis Sasso, quien explicó: “No,
no es cierto. Esa imagen es falsa. Pero que no se preocupen: los hinchas
de Huracán tenemos a nuestro propio Papa: el Padre Pepe”. Se refería al
cura tercermundista José Di Paola, un militante de las causas de los desprotegidos e hincha del Globo de Newbery . También un amigo del Papa Francisco en días de Jorge Mario Bergoglio.
Había
errores en la imagen difundida, además. Figuraba Bergoglio como
autoridad del club, aunque jamás ocupó un cargo, según confirman desde
la sede de la Avenida Caseros. También se mostraba la firma de un tal
Filippi como presidente de la institución. Nunca ocupó tal espacio, de
acuerdo con el relevamiento de Pablo Viviani, historiador de Huracán.
Además, el carné está fechado en enero de 1955, tiempos finales de la
última presidencia de Tomás Adolfo Ducó, el hombre que le puso su nombre
al estadio y buena parte de su vida a la institución de los barrios del
Sur de la Ciudad.
“Fue una avivada de alguno”, cuentan -sin dar
más detalles- en Alcorta y Luna. No es casualidad, quizá: hoy se celebra
el Día Mundial del Hincha de Huracán. El motivo de la celebración está
vinculado a un episodio sucedido en 1998: el Primer Banderazo de la historia del fútbol argentino.
Al margen de eso, es cierto que la movida
generó inquietud. Pero pronto se desvaneció ante la evidencia de la
realidad y del pasado del Papa Francisco. Sin embargo, en la Mutual de
Veteranos de la sede, un socio de esos que saben que Huracán fue el más
campeón de los años veinte cuenta: “Quizá se enamoró de los dos goles de
Alfredo Di Stéfano en el clásico del 46. Él dijo que iba siempre a ver a
ese equipo”. Ríe. Sabe que miente.
Henry May luce una sonrisa que disimula el cansancio. Usa unos anteojos negros porque la tarde de Parque de los Patricios tiene un sol que a la vista incomoda. Escucha lo que de él se cuenta por los altoparlantes del Ducó. Son las razones para su homenaje: "En los años veinte, brotaban Huracanes por el Río de la Plata. Eran un tributo a los más campeones de la década previa al inicio de la Era Profesional. Hace algunos años, a partir de 2008, Los Angeles de Cappa refundaron el fenómeno. Henry May, londinense y Quemero, se mojó en la Bombonera viendo a Huracán frente a San Lorenzo. Desde ese día supo que ya no había vuelta atrás: Huracán y nosotros éramos parte de él. A partir de entonces, nada fue igual en la vida del inmenso amigo Henry: con él, empezamos a recorrer el mundo. Ya somos Huracán en Londres, donde ahora está naciendo incluso la Peña Ossie Ardiles. Y estamos también, ofreciendo fútbol y solidaridad, en Sierra Leona, en India, en Colombia. Lo dice el eslogan y lo decimos nosotros: 'Huracán es una pasión sin fronteras'. Ser grandes es eso: construir un espacio de pertenencia al que cada uno quiere abrazar. Se llama Huracán, somos todos nosotros". Justo en ese instante recibe una plaqueta de parte del club y de la ONG Corazón Quemero. Cuentan que es un agradacimiento por llevar al Globo de Newbery a recorrer el mundo. La gente lo ovaciona como si fuera un crack de los días felices. Sucede que a partir de su búsqueda ya hay Huracanes en cuatro de los cinco continentes. "Nos falta Oceanía", dice May en la platea Alcorta, justo antes del partido de Huracán ante Instituto.
"La idea es generar un fenómeno global. Y que el fútbol, a través de los distintos Huracanes, sirva como herramienta para la educación y para la contención de los más desprotegidos", cuenta May. Junto a la Fundación Craig Bellamy ya se instaló en Sierra Leona, en India y en Colombia. También trabaja con otras ONGs vinculadas a la educación (como Teach First o Enseña por Argentina) y a lo social. Viviana Cialdella, titular de la ONG Corazón Quemero, trabajó junto a él en varios emprendimientos solidarios. Y cuenta: "Lo que más sobresale de él es su humildad, su mensaje de paz, su búsqueda generosa y su visión global. Es un gusto y un orgullo que sea de los nuestros". El periodista Brian Pécora, quien ocasionalmente lo hospeda en su casa cuando Henry visita Buenos Aires, cuenta un detalle que sorprende: aunque ya se acostumbró a las cámaras de televisión, cada vez que un hincha le pide sacarse una foto el se pone colorado. Se inhibe pero acepta invariablemente. No puede creer tanto cariño dando vueltas. Por eso, a cada hincha que le pide un autógrafo él le regala una postal del Huracán FC Sierra Leona.
La FIFA ya le prestó atención a su idea. En tiempos recientes, en un informe presentado a través de su canal oficial, elogiaron su proyecto. Allí aparece May jugando al fútbol con su equipo, en las categorías amateurs de la Football Association. También contando esa idea que nació bajo la lluvia y producto de la casualidad. Llegó a Buenos Aires como turista, leyó el anuncio en el diario de aquel clásico de 2008 y fue. Llovió como si se tratara de una maldición, pero fue todo lo contrario: se trató de la bendición de un nacimiento. El partido se suspendió por el temporal mientras Huracán ganaba 1-0. En la continuidad el equipo perdió 4-1. Pero nada cambió: Henry ya estaba en marcha. El idilio recién empezaba. También vio a Boca, a Racing, a Independiente, a River. "Con Huracán me pasó algo distinto a todo. Era mi equipo. Mi amor argentino", explica.
Henry se convirtió también en un personaje de Parque de los Patricios. Algunos ya patrocinan la idea de que sea dirigente del club. Es casi imposible: está instalado en Colombia. Y muy a gusto. Cuando pasó por la sede de la Avenida Caseros a buscar su nuevo carnet, se reunió con el vicepresidente Luis Sasso para comentarle detalles de su proyecto. También se cruzó a Antonio Mohamed -ahora entrenador de Tijuana- en el sector de baby fútbol. Se quedaron hablando. May le contó que había ido a ver al equipo que dirige Mohamed ante Millonarios. Henry parece al tanto de todo. Y lo disfruta con una intensidad contagiosa. "Esto es la historia de una pasión", dice, convencido.
Tiene claro de qué se trata su búsqueda. Y lo cuenta en plazos, ante la consulta de Clarin.com: "A corto plazo: queremos trasladar toda la pasión y amor que nos dan los hinchas de Huracan. Ellos nos mostraron que el fútbol tiene un poder unico que supera toda diferencia (Inglaterra y Argentina, por ejemplo) y puede unir gente y trasladar felicidad. Crear diferentes Huracanes en el mundo todo con un enlace fuerte a Teach for All. Entendemos que la calidad de educación en el mundo es un gran reto, algo muy importante". El largo plazo es un sueño que nace: "Huracán puede ser el club que es conocido por el mundo por su red de diferentes equipos, en una fundación sostenible, con ese enlace con Teach for All y otras organizaciones. Para mostrar a todos el poder del fútbol y la importancia de educación. No sólo en el mensaje sino también en el hecho". Suena convincente. Y convencido.
May, también hincha del Fulham, es docente y estudió en la Universidad de Nottingham. El sábado estuvo en La Quemita y contó chistes propios de Benny Hill. También ofreció su mirada graciosa y quemera respecto de la condición de hincha de San Lorenzo del Papa Francisco. "Debe ser para estar más cerca de Dios y así tener el perdón divino por ser Cuervo. O tal vez el Papa se enteró de que van a inaugurar un supermercado en el Vaticano", contó, rió e hizo reir. También se abrazó con otros simpatizantes y gritó en el Ducó los goles del 2-2 ante Instituto. El jueves participará de la marcha del Día Mundial del Hincha de Huracán. Irá en ojotas. Su agenda es amplia y asombra. Dice que es un recreo antes de seguir fundando Huracanes por el mundo.
Fecha 26: Huracán 2-Instituto 2, en el Palacio Ducó. Huracán jugó para el aplauso durante varios ratos. Mereció ganar. Llegó, se ofreció con generosidad, intentó por caminos válidos y diversos. El principal obstáculo entre el equipo y la victoria fue decididamente ajeno: un arbitraje (de un tal Paletta) cercano al bochorno...
Goles: Barrales (dos). El mejor: Barrales, Barrientos, Sánchez Prette.
Por Cristian Colo*
Ya no tengo dudas. Que San Lorenzo consiga volver a Boedo por
medio de ese proyecto de ley que ya está presentado en la Legislatura me
caería bien, simpático. Para que te voy a mentir, Quemero, llegué a esa
conclusión.
No hay caso. No lo pude vivir y creo, por como viene la mano, que
tampoco voy a poder saber de qué se trataba. Tuve que conformarme con esta
historia contemporánea que le toca vivir al clásico por ese abandono.
Me lo contó mi abuelo, hace muchos años, y más tarde me lo repitió mi
viejo. Juntarse en Boedo y Caseros, en alguna arteria de San Juan o por
avenida La Plata los días en que se jugaba el clásico era único, puro
folclore.
Se Juntaban grupos grandes (téngase en cuenta que hablo por terceros,
porque jamás lo viví) de amigos, vecinos y familiares, con los colores
entremezclados y todos juntos salían para el Wembley porteño. Entre
risas y bromas –no pasaba de eso, total más tarde se volvían a
encontrar- se despedían para unos entrar por Inclan y otros por Las
Casas.
Hoy todo cambió. Es cierto que me invade la nostalgia. ¿Y qué? ¿No lo
puedo reconocer? Cómo no voy a querer que ese proyecto de ley que
presentaron legisladores de Proyecto Sur con un grupo de hinchas cuervos
no se convierta en ley. Si una huida del barrio, un abandono, está erosionando y devaluando este clásico barrial.
Y vos, Quemero, lo sabés bien. O acaso Boedo no está colmado de
hinchas que llevan el Globo en el pecho. Ese barrio de casas bajas y
empedrado caminado por Homero Manzi (otro de nuestro bando) sólo tiene
luz cuando Huracán es local. Y vos, Quemero, lo ves a diario, sabés que
lo que digo no es chamuyo. Ves los pantalones rojos en San Juan y Boedo,
por Sánchez de Loria, en la pizzería San Antonio. El desarraigo hizo que nos expandiéramos hacia una zona que no creíamos que podíamos habitar.
Y sí, que te voy a decir, me gustaría que volvieran.
Huracán, en la temporada 89/90 del Nacional. Un equipo de Primera que devolvió al Globo de Newbery al lugar en el que su propia historia lo ubica: la máxima categoría. La formación se decía de memoria: Puentedura; Brítez, Cúper (el capitán), Wiktor, Szulz; Amodeo, Quiroz, Herrero; Delgado; Saturno y Mohamed. Y también jugaba de memoria. Faltando una fecha, tras vencer a Los Andes (1-0 en Lomas de Zamora; con aquel gol de Antonio Mohamed) consiguió el ascenso. En la fecha siguiente, ante Rafaela, festejó el título en el Palacio Ducó. El camino había sido un placer, más allá de algunos tropiezos. Un espejo para mirarse en estos días no tan sencillos.
El festejo de un gol de Huracán en la temporada 1985/86. En aquel año, tiempos de promedio escaso, el equipo debía lidiar con los incómodos fantasmas del descenso. En ese año El Globo de Newbery cumplía 72 años ininterrumpidos en la máxima categoría. No sólo eso: era uno de los únicos cuatro equipos del fútbol argentino que nunca había descendido. Un honor que sólo compartían River, Boca e Independiente. Hoy, desgracia y maldición, aquel escenario parece una mentira bien contada...
Ingresa Milano al área, lo cruzan. El árbitro Pablo Díaz cobra penal. Mauro asume el compromiso, va, le pega perfecto, Gastón Sessa no pasa ni cerca de la pelota. Gol. Y uno a cero para Huracán. Con ese grito en el primer tiempo le alcanzó a Huracán para ganarle a Boca Unidos en Corrientes. Y para seguir creyendo. Y sumando: acumuló 25 puntos de los últimos 36 en el Nacional.
Fecha 25: Boca Unidos 0-Huracán 1, en Huracán Corrientes, estadio Romero Feris.Nueve victorias en 13 partidos (incluyendo la Copa Argentina). Nueve puntos de nueve en las últimas tres fechas. Por primera vez en la temporada el equipo está en el top ten. Por primera vez los puestos de arriba no quedan tan lejos: el cuarto lugar, el del agazapado, está a sólo cuatro puntos (al menos ahora, al momento de esta publicación). Y el equipo da muestras de solidez y de crecimiento. Sirve un dato: en esta racha de 13 partidos sólo Defensa y Justicia se mostró superior a Huracán, en aquel incómodo cierre de 2012. No brilla este equipo, no es su modo. Pero se va convenciendo de a poco. Y crece. Y suma. Y viene marchando...
Goles: Milano (de penal). El mejor: Barrientos, Islas, Milano.
El Padre Pepe, nuestro Papa. Y su mensaje de cara a lo que se viene en este marzo: un nuevo festejo del Dia Mundial del Hincha de Huracán. Nuestro eterno 28 de marzo.
El hístórico Gasómetro de Avenida La Plata, el desaparecido Wembley de la Ciudad de Buenos Aires. En 1979, se disputó allí el Ultimo Clásico. Y lo ganó Huracán.
Por Eladio Mases
No estaba ahí. No podía: eran días de cuna y no de cancha. Me lo contaron. Pero no uno, sino varios; y de modos distintos. Con detalles que fueron agregando los antojos de cada memoria. Nadie sabía si efectivamente iba a durar tanto la ausencia de San Lorenzo en Boedo. ¿De verdad podía desaparecer el Gasómetro, emblema de su tiempo y de la historia del fútbol argentino? ¿Podían ser arrancados sus mitos, sus leyendas y sus duendes? Pero fue así, aquel duelo de septiembre del 79, cinco días antes del nacimiento de la primavera, resultó el último que se jugó en Avenida La Plata. Cuentan que la alegría al momento del regreso a casa no cabía en las calles, que bastaba mirarse con los que reían para darse cuenta de que eran hinchas de Huracán recordando alguna de esas escenas que ya habitaban el más feliz de los recuerdos. La Avenida hacia el Sur, derecho hasta Caseros, los abrazos en la Sede, la victoria dialogada y analizada con la lógica del café, esta vez sin discusiones. El Clásico en cuestión se percibía importante en ese después. Aunque nadie podía advertir su magnitud histórica: una victoria de más de treinta años... O eterna, quizá.
En los años setenta, el Clásico de Barrio más grande del mundo se había transformado también en el más parejo de todos. Sirve un dato: entre 1970 y 1979 se enfrentaron 29 veces y hubo once victorias para cada uno. Eran días de protagonismo grande para ambos. Y aquella tarde tenía escrito un determinismo histórico: el partido -quiso el calendario- se jugó el 16 de setiembre, justo seis años después del título de El Equipo de los Sueños, la Quinta Estrella. En aquel 73, San Lorenzo -rival en la fecha siguiente a la de la consagración en el Ducó frente a Gimnasia- había hecho todo lo posible para que Huracán no pudiera festejar en el Gasómetro: dañó su propio césped, arrancó los arcos y pidió una inspección para demostrar que allí no se podía jugar. Abandonó su estadio para que no sucediera otro festejo. El partido del 21 de septiembre no se jugó en Boedo; San Lorenzo hizo de local en Liniers. Se jactaban: no nos dieron la vuelta en nuestra cancha. Se olvidaban: Huracán ya había dado tres vueltas allí. En el Wembley porteño, el Globo de Newbery había ganado tres Copas Nacionales Oficiales (en 1933, la Consuelo Beccar Varela; en 1943, la Adrián Escobar; y en 1944, la Competencia Británica). Me cuentan ahora aquellos que vivieron esos días: la victoria del 79 -por la fecha, por la sensación- mucho se pareció a una revancha definitiva de lo que había acontecido en el 73.
Dan ganas de haber estado allí. De aplaudir la salida de ese equipo que aún mantenía figuras icónicas de aquel tiempo: Jorge Carrascosa, Carlos Babington, Miguel Brindisi, Roque Avallay. Un poker de ases de Parque de los Patricios. Y también estaban en aquella formación varios jugadores que construyeron una enorme trayectoria en el club como Abelardo Cheves y el Negro Longo, dos inamovibles de la defensa entre mediados de los años 70 y principios de los 80. Entre los dos sumaron 407 partidos en el club. Además, en la delantera jugaban los dos Sanabria, Dante y Jorge. Era un equipo que, en cuanto a sus nombres, estaba por encima de la campaña que realizó. Fue octavo en su zona del Metropolitano, en el que perdió más que lo que ganó. En el Nacional, creció. Y estuvo a un gol de acceder a los cuartos de final. El 1-1 en el encuentro definitorio ante River, en el Monumental, dejó sin la posibilidad de ir tras los pasos de la Sexta Estrella.
Partido decisivo de Huracán, en el Nacional, frente a River en el Monumental. El que ganaba accedía a cuartos de final. Empataron 1-1 y pasaron los del Núñez por un punto. A Huracán le anularon un gol de manera increìble. El equipo que dirigía Labruna fue el campeón de los dos torneos del año.
Pero más allá de la campaña, hubo un partido, ese partido, El Ultimo Clásico que todavía dura. Las escenas fundamentales de aquella cita que nace en cada año de ausencia en Avenida La Plata me las contaron:
La primera: Cheves se la quitó a Miguel Converti y se la tocó a Brindisi. Miguel miró el panorama y puso un pase de mago para Jorge Sanabria. Lo que siguió fue una asistencia de Lulú y una definición de Avallay. También el grito de Roque y de todos en ese Gasómetro con ambiente de final. Uno a cero. Primer capítulo de la Fiesta.
La segunda: Falta a Miguel y tiro libre, cerca del corner. Y ahí fue el ocho de Huracán y de la historia. Metió el centro, justo, medido, fuerte. Y llegó el Sanabria que faltaba, Dante. Cabeceó y el arquero Corbo, como toda la defensa azulgrana, miró. Era el dos a cero. El segundo festejo enorme, el grito compartido, esa explosión memorable. Segundo capítulo de la Fiesta.
La tercera: Era un idilio: Huracán se iba a descansar al entretiempo con dos goles de ventaja y la sensación de que el archirrival, entonces dirigido por Carlos Bilardo, no tenía con qué reaccionar. El descuento de Marchetti fue apenas un decorado. En breve, después de esos minutos que siempre duran horas cuando vas ganando, Huracán comenzaría a festejar sin saber lo que había conseguido...
La última: Un rato después, la Avenida La Plata estaba llena de sonrientes caminantes disfónicos. Eran hinchas de Huracán mirándose... Todavía no podían saberlo: la victoria más larga de la historia acababa de suceder.
Partidos para la historia:
1. 16/9: San Lorenzo 1-Huracán 2. El último Clásico disputado en el Gasómetro de Avenida La Plata. Duelo histórico.
2. 23/9: Newell's 3-Huracán 5. Notable triunfo en Rosario ante un rival directo en la zona del Nacional.
3. 11/11: Kimberley 0-Huracán 3. El equipo paseó su mejor versión por Mar del Plata.
3. 25/11: Huracán 4-Talleres de Córdoba 2. Gran actuación en el Ducó frente al ganador de la zona en el segundo torneo del año.
El 4-2 de Huracán frente a Talleres, en el Ducó. El diario Crónica lo retrata: un homenaje al fútbol. Fue de lo mejor del equipo en el contexto de una campaña irregular.
Centro de Matías Giménez, cabezazo de Jerónimo Barrales, gol. Y tres puntos. Alcanzó esta vez con convertir apenas un tanto. Pero será necesario mejorar la proporción llegadas/goles. Claro, si se pretende pelear arriba...
Fecha 24: Huracán 1-Sarmiento 0, en El Palacio Ducó.No es un Huracán de película, pero sube, pero crece, pero avanza. Está lejos del deseado Puesto 3, pero también de las incomodidades de los promedios escasos. Ganó ocho de los últimos doce partidos (incluyendo la Copa Argentina) y ya está en la mitad de la tabla, al acecho de tropiezos ajenos. ¿Y el juego? Sin brillos, sin encantos. Pero con la sensaciòn de que hay una idea y una búsqueda. También una posibilidad para creer. Huracán está subiendo. No es poco.
Huracán y Sarmiento, desde las 19.10, en el Ducó. El encuentro será televisado (exclusivamente) por DeporTV. Para los que no puedan concurrir al Palacio les dejo el link para poder mirarlo: http://streaming.deportv.gov.ar/
El anuncio del partido cuenta que Huracán está "en deuda con su pasado". Y agrega: "Es hora de recuperar la memoria". Sí, eso. De una vez.
Huracán frente a Boca, en el Ducó, en 1954. En primer plano, el viejo clásico de los años 20. En el fondo, la publicidad de Branca con el Globo de Newbery como principal protagonista. También, las tribunas llenas. Una imagen elocuente de lo que fue ese año en cuanto a convocatoria.
Por Eladio Mases
La capacidad de convocatoria a lo largo de la historia resulta, quizá, el más claro de los indicadores de popularidad de un club. Un indicio inequívoco de lo que genera. Huracán, a lo largo de su recorrido por el Profesionalismo, ocupó y ocupa el sexto lugar en venta de entradas*, detrás de -por orden- Boca, River, San Lorenzo, Racing e Independiente.
Hay otro detalle más para analizar: el comportamiento de los hinchas de acuerdo con los resultados. Y allì surge otro costado interesante: el año en el que Huracán promedió mayor cantidad de entradas vendidas finalizó décimoquinto. Fue en 1954. Esa temporada, el club de Parque de los Patricios vendió 16.423 entradas por partido. Una cifra que jamás alcanzaron -ni saliendo campeones- otros equipos tradicionales de Primera como Rosario Central, Vélez, Newell's y Estudiantes.
Cuatro de los cinco primeros de esta suerte de ranking lograron su mayor promedio en ocasión de un título. Son los casos de Boca (30.205, en el Metropolitano de 1976), River (30.151, en el Metropolitano de 1975), San Lorenzo (25.600, en 1946) e Independiente (21.151, en el Metropolitano de 1970). La única excepción es Racing: su registro superior sucedió en 1946, cuando finalizó cuarto.
Los cuatro equipos que continúan a Huracán en esta lista necesitaron subirse al podio para lograr su mayor venta de entradas. Se trata de Central (15.676, cuando fue tercero en 1979), Vélez (14.713, cuando fue segundo en 1953), Newell's (14.692, cuando fue campeón en 1974) y Estudiantes (13.938, cuando fue subcampeón del Nacional de 1975).
Otra particularidad sucede: cuando Boca y River vendieron más entradas no fue en ocasión de que juntos pelearan por el título. En ambos casos compitieron contra Huracán. En el Metro de 1976, Boca fue subcampeón a pesar de haber sumado nueve puntos menos que el Globo de Newbery. En el Metro de 1975, también fue Huracán el que compitió contra aquel River que no salía campeón desde 1957.
Huracán ganó cómodo; gustó bastante; y goleó como casi nunca en tiempos recientes. Así, sigue en la Copa Argentina. Se viene Godoy Cruz. La expectativa es como dice Juan Llop: ofrecer lucha, dar pelea, llegar lejos. Y sí, claro, ganarla. Para empezar hubo cinco goles. Nada menos.
Copa Argentina, 24avos. de Final: Huracán 5-Racing de Olavarría 1, en el Bicentenario de San Juan. Acá va, Huracán. Como corresponde: sin guardarse nada, intenso, creyendo que se puede, que la Copa es un objetivo, que no hay rivales imposibles.
Considerando antecedentes, primero: un aplauso para Llop. Y luego, una sensación: no está tan lejos Huracán de los rivales que se avecinan...
El mensaje final, a modo de conclusión es claro: Huracán puede. Y esa es la mejor noticia en mucho tiempo.
Sucede y duele. Enfrentamiento entre barras de Huracán y de Morón, en San Juan. Unos 200 hinchas se encontraron y se pelearon a la altura de la localidad de El Encón, a 115 kilómetros de la capital provincial, donde ambos clubes debían participar de la Copa Argentina. Fue un caos. Es un dolor.
Acá, a continuación, la versión inicial de la historia, en Clarin.com:
"El fixture de la Copa Argentina lleva a que muchos equipos jueguen lejos de casa con la premisa de que los partidos lleguen a todos los rincones del país. Lo que parece increíble es que en la organización se puedan plantear que en la lejana San Juan jueguen dos equipos cuyas barras están enfrentadas, como es el caso de hoy con Huracán (que juega contra Racing de Olavarría) y Deportivo Morón (rival de Instituto). Como muchos imaginaron, hubo un enfrentamiento y dos hinchas resultaron heridos de bala.
El choque se produjo pasado el mediodía, a unos 115 kilómetros de San Juan, en un paraje situado entre El Encón y el Control Fitosanitario de Caucete, sobre la ruta nacional número 20, cerca de un control policial en el que habían sido requisados los micros en los que viajaban los barras para asistir a los partidos que ambos equipos jugaron hoy por la Copa Argentina.
En el Servicio de Urgencias del hospital Rawson, los heridos fueron identificados como Pablo Rodríguez, de 29 años (hincha de Huracán), con un impacto de bala y una herida de arma blanca en el tórax, y Leandro Castro, de 26 (hincha de Morón), con una herida de bala en el abdomen. Ambos fueron intervenidos quirúrgicamente y están fuera de peligro aunque su estado es "delicado". En tanto, Castro fue trasladado al hospital Marcial Quiroga para evitar otro enfrentamiento.
La pelea involucró a barras de Huracán que viajaban en nueve micros y al grupo más radicalizado de la hinchada de Morón, que iba en dos colectivos. Primero chocaron los integrantes de los dos micros de Morón con quienes viajaban en dos micros de Huracán, pero la pelea después se tornó desigual al llegar al lugar los otros siete colectivos que transportaban a hinchas de Huracán, que viajaron antes porque su partido (contra Racing de Olavarría) era a las 17, tres horas antes del de Morón frente a Instituto en el mismo estadio, el Bicentenario de San Juan. Por esto, al final, terminaron peleando unos 500 hinchas de Huracán contra apenas 100 de Morón.
El vicepresidente de Huracán, Luis Sasso, le contó a DyN que se enteró del episodio "por los medios", y luego consideró que la modalidad de que se jueguen dos partidos en el mismo escenario "está claro que no es una buena idea". Cabe recordar que la enemistad entre las barras existe desde el asesinato del hincha de Huracán Ulises Fernández a manos de barras de San Lorenzo, en 1997".
En la edición pasada (la primera de esta nueva era de Copas Nacionales), Huracán hizo un papelón: se quedó afuera en 32avos. de final frente a Excursionistas, un rival de la Primera C, la cuarta categoría. No se tomó en serio a la competición y se pagó del peor de los modos. Aquel episodio -el peor bochorno de una temporada traumática- debe servir como aprendizaje. Errores así manchan la historia y hacen que el presente duela incluso más. También, que se regale futuro.
La Copa Argentina debe ser afrontada como una apuesta prioritaria. Por todo lo que sigue:
1) Es una competición oficial de la AFA y entrega un título. Es una suerte de continuidad de otras Copas Nacionales Oficiales de las que Huracán fue notable protagonista. Y obtuvo siete trofeos: Copa Estímulo (1920), Copa Ibarguren (1922 y
1925), Copa Consuelo Beccar Varela (1933), Copa Adrián Escobar (1942 y
1943) y Copa Competencia Británica (1944).
La última Copa Nacional Oficial ganada por Huracán: la Competencia Británica de 1944. La final se disputó en el desaparecido Gasómetro y Huracán se impuso 4-2 ante Boca. Imagen: del libro "38 Campeones", de Diego Ariel Estévez.
2) Reparte dinero y no genera gastos (se hace cargo la organización). Dos detalles fundamentales para la incómoda situación económica de Huracán.
3) No tiene el costo habitual de la "doble competencia" ya que no se juega en semanas seguidas.
4) Abre las puertas de una final (la de la Supercopa Argentina, frente al campeón de Primera) y de la Copa Libertadores.
5) Son apenas seis encuentros incluida la final. En la actual edición, además, si se dan los cruces lógicos, Huracán enfrentará en los tramos decisivos (desde octavos a semifinales) a equipos con otras prioridades (la Libertadores o la permanencia en Primera): Vélez, Independiente y Boca. 6) Otorga la posibilidad de volver a protagonizar una competición con los equipos de Primera, nuestros rivales de siempre.
Diciembre de 1991, en el Campo de Deportes Jorge Newbery. La revista partidaria Amigos de Huracán (del inolvidable Cacho Di Nome) retrató el momento: Julio Grondona inaugurando La Quemita. El presidente de la AFA lo sabe: donde nada había nació ese milagro. Sí, ese milagro que no se toca.
Ahora, un mensaje por las dudas:Señor Grondona está prohibido olvidarse de aquella primavera.
Por decisión de la AFA y de los organismos de seguridad, el partido ante Merlo se jugó sin público y en la cancha de El Porvenir. Los gritos fueron celebraciones a la distancia. Los goles de Jerónimo Barrales y Alexis Danelón resultaron dos destellos en la oscuridad que antecedía. Apenas eso. Todo eso.
Fecha 23: Deportivo Merlo 1-Huracán 2, en El Porvenir.Tres puntos imprescindibles, una leve mejoría en el juego, algunas dudas repetidas (carencia en la definición y falta de oficio para no sufrir) y la sensación de que no hay certezas a futuro. Eso dejó esta victoria valiosísima, que permite un respiro en el contexto de un escenario complejo. .
Goles: Jerónimo Barrales y Alexis Danelón. El mejor: Barrales.
No se trata de la seducción de algún éxito pasajero; tampoco de una imposición de la implacable parafernalia mediática. Ser Quemero es una cuestión de pertenencia. Una preciosa herencia inmodificable.
De acuerdo con el Informe de Clubes 2023, realizado por la AFA, Huracán se ubicó como el tercer equipo más convocante de la Ciudad de Buenos Aires, detrás de River (récord mundial en el año) y de Boca. También se ubicó quinto entre los grandes, delante de San Lorenzo. Además, de acuerdo con datos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, al Clásico de Barrio más grande del Mundo concurrieron más de 54.000 personas, cifra récord para nuestra casa luego de la última remodelación posterior a 1955.
Nuestro Palacio: el del Oscar y ¿el del Mundial 2030?
El estadio de Huracán es el primero del fútbol argentino y el segundo del mundo en participar de una película ganadora del Oscar (el primero fue El Molinón, por la película española Volver a empezar, de José Luis Garci). Nuestro Palacio Ducó se consagró en 2010, con El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella. Luego, el mítico Wembley -escenario del film El discurso del Rey- se sumó a la lista. Conocida la condición de la Argentina como una de las sedes inaugurales del Mundial Centenario, Buenos Aires fue elegida como subsede principal. Y se establecieron cuatro estadios como posibles escenarios: además del Palacio, fueron inscriptos por la AFA el Monumental de River, La Bombonera de Boca y el José Amalfitani de Vélez.
Nuestro fútbol
Desde finales del Siglo XIX, la Argentina se transformó en una de las capitales mundiales del deporte más popular. No sólo porque ahora cuenta con el seleccionado nacional más exitoso de la historia (con 22 títulos, con las tres Copas del Mundo que exhiben las estrellas del escudo) sino por tantos futbolistas y entrenadores que hicieron y hacen historia. Desde Diego y Lionel para atrás y para los que vendrán. Como algunos Quemeros que dejaron su impronta como múltiples campeones y goleadores: El Filtrador Stábile (goleador del primer Mundial y el entrenador con más títulos en la historia de los seleccionados del mundo), Tucho Méndez (el máximo anotador de la historia de la Copa América), Herminio Masantonio (el mejor promedio de gol en la vida albiceleste), Emilio Baldonedo (el máximo anotador del Superclásico universal contra Brasil), René (el mago de todas las magias que alzó la Copa del Mundo, como Ardiles, Larrosa y Baley en 1978) y tantos nombres que hicieron de Huracán el equipo que más goles le aportó a la Selección en los Mundiales. Nada menos. Todo eso.
Así nos ve la FIFA
"Durante el apogeo de la era amateur, Huracán se ganó su lugar entre los seis grandes del fútbol argentino, al obtener cuatro títulos de Liga en ocho años. A esa altura, el Quemero ya tenía como clásico adversario a San Lorenzo, por una cuestión barrial, y había forjado su rivalidad con Boca, con el que peleaba año a año por el título".
Los pagos huracanenses no se identificaban con exactitud como Parque de los Patricios. Se trataba aún del barrio de los Corrales Viejos, Mataderos del Sur. Justo Sáenz (h), en el libro "La amistad de algunos barrios", evoca esa época: "Barrio de los Corrales Viejos, escuela de visteadores y malambistas... constante pesadilla de la comisaría seccional y cliente conspicuo del Hospital San Roque (Ramos Mejía)... era el chinerío del pueblo de las Ranas y La Quema... en 1909 y 1910, siendo casi niño alcancé a conocerlo viniendo a caballo de la Provincia..." En aquellos días y en esa geografía, Huracán ya asomaba su estirpe gloriosa. Las Ligas Paralelas y los ascensos vertiginosos a Primera dan cuenta. Ligas Paralelas (1909-1912): 1909 - Liga Centenario: Subcampeón. 1910 - Liga 43, Verano: Campeón. 1910 - Liga 43, Invierno: Campeón. 1911 - Liga Anglo Argentina: Subcampeón. 1912 - Liga 43, Verano: Campeón. 1912 - Liga 43, Invierno: Subcampeón. /// Huracán en la Asociación (la AAF, la oficial, homologada por la FIFA, antecesora natural de la actual AFA, surgida en 1934): 1912 - Tercera División: Campeón de Sección. Ascenso a Segunda. 1913 - Segunda División: Campeón de Sección y de División. Ascenso a Primera.
King of The Twenties
En la década del 20, el fútbol del Río de la Plata era, claramente, el mejor del mundo. Así lo corroboró cada contacto internacional (Juegos Olímpicos, Copas América, giras, amistosos) que sucedió en aquellos años. El Mundial de 1930, con Uruguay y Argentina en la final, fue la consecuencia más notable y más visible. En ese contexto, Huracán resultó -junto a Boca- el más campeón de esta orilla. Del otro lado, la gloria se la repartían Nacional y Peñarol. En suma, los cuatro Reyes de ese fútbol entonces inmejorable.
Huracán del Río de la Plata
En los años 20, Huracán fue campeón de Liga de la Asociación Argentina (la oficial, afiliada a la FIFA) en cuatro ocasiones. A consecuencia de ello se ganó el derecho a participar en la final de la Copa Ricardo Aldao - Río de la Plata contra el campeón de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). Pero hubo deserciones y ausencias: en 1921, no se presentó Peñarol; en 1922, no se presentó Nacional; en 1925, el Campeonato Uruguayo no finalizó por deficiencias organizativas y ese año Huracán fue el único campeón del Río de la Plata. En 1928, disputó el encuentro decisivo ante Peñarol y cayó por 3-0. Aunque no suelen aparecer en los Palmarés que se publican, se trata de tres títulos obtenidos por derecho adquirido.
Los más coperos de los años 40
En los años cuarenta Huracán tuvo un gran protagonismo, sobre todo en el ámbito de las Copas. Se consagró campeón en 1942, en 1943 y en 1944. Cada trofeo tuvo además su propio valor agregado. La primera fue la Copa Adrián Escobar (accedían los 7 mejores de la competición de Liga). En ese 1942, Huracán finalizó tercero, detrás de River y de San Lorenzo. Ya sobre el final del año se disputó esta tradicional Copa de la época. Y el camino fue memorable: tras eliminar a Newell´s en los cuartos de final, venció 1-0 a San Lorenzo en las semifinales. Y el primer día de diciembre, en el Monumental ante 70.000 espectadores, derrotó 2-0 al local -con goles de Manuel Giúdice y Jorge Alberti- y se quedó con el primer título de esa hermosa trilogía. Al año siguiente, por la misma competición, se dio un gusto de los grandes. Se clasificó al finalizar cuarto en la Liga, eliminó a River y a Independiente. En la final, ante 60.000 espectadores en el Gasómetro, se impuso a Platense (tras igualar sin goles, se resolvió por el 4-1 en la diferencia de córners a favor). Y ese 11 de diciembre dio la vuelta olímpica en la cancha de su archirrival. Pero lo mejor llegaría con la tercera, la Copa Competencia Británica George VI. El trofeo -donado por David Kelly, embajador británico en la argentina, en nombre del rey en tiempos de la II Guerra Mundial, George VI- homologado por la AFA y la FA se lo quedó el Globo de Jorge Newbery. Eliminó en cadena a Vélez (2-1), a San Lorenzo (4-3, de visitante) y a Newell's (4-1), en las semifinales. En el encuentro decisivo, disputado en el Gasómetro ante más de 86.000 espectadores (cifra récord para un partido de Copa Nacional de la AFA), se reeditó el viejo Superclásico de los años 20 ante Boca, El Clásico del Puerto. Huracán se impuso 4-2, con goles de Tucho Méndez, dos de Llamil Simes y el restante de Natalio Pescia, en contra. Ese sábado 9 de diciembre, Huracán dio su segunda vuelta olímpica consecutiva en el vecindario de Boedo.
Magia del 73, Matriz del 78
El equipo campeón del Metropolitano de 1973 es considerado, por su juego, como uno de los mejores equipos de todos los tiempos. Era una maravilla al servicio de la pasión por jugar y por ganar. René, Miguel, El Inglés, Roque, Omar, El Coco, El Capitán Jorge... Y, claro, César para idear ese fútbol de alto vuelo. Ninguno necesita apellido, como el Diego o como Lionel. Pero ese equipo más allá de ser campeón ese año y gran protagonista en las temporadas siguientes fue otra cosa incluso más relevante: la matriz para el primer título de Argentina en la Copa del Mundo. Nada menos.
Gracias para siempre
Huracán fue el subcampeón del Clausura 2009. Y finalizó detrás de Vélez, luego de una definición escandalosa. Pero la mirada implacable de la historia lo exhibirá como el mejor. Consiguió el octavo subcampeonato de su vida centenaria (tras los de 1920, 1923, 1936, 1939, 1975, 1976 y 1994). Hay una certeza: Los Angeles de Cappa quedarán en la memoria. Es lógico: resultó, quizá, el mejor equipo del fútbol argentino en la última década.
Volvimos Campeones
Huracán consiguió lo que ningún otro equipo en la historia: regresó a la máxima categoría mientras se consagraba campeón de un torneo absoluto (la Copa Argentina). Así sumó la Estrella Doce. También se clasificó a la Libertadores. Un 2014 inolvidable.
Los Supercampeones
Huracán venció 1-0 a River y obtuvo la Supercopa Argentina, en 2015. Segundo título en cinco meses. La Estrella Trece. La conquista incluyó otro récord: el equipo que menos tiempo necesitó para salir campeón recién llegado a la A. Así, además, accedió a la Copa Sudamericana.
El abrazo de América
Huracán tuvo un 2015 memorable en el ámbito internacional. Fue el equipo con mejor registro de la Conmebol (una derrota en 18 partidos; "Equipo del Año"), mantuvo el Palacio Ducó invicto, fue subcampeón de la Sudamericana sin perder ni una vez (más allá de los penales ante Santa Fe) y se clasificó a la Libertadores 2016. Además, en el Ranking Mundial de Clubes se ubicó Top 4 entre los argentinos y Top 10 de América; y también 59 escalones por delante de San Lorenzo. Ya más tarde, en el siguiente semestre, se consagró como el mejor equipo argentino a nivel internacional en la temporada 15/16. Para seguir aplaudiendo. En 2017, además, participó del ámbito internacional por tercer año consecutivo. Disputó la Sudamericana. Ya en 2018, tras finalizar en el Top 4 de la Superliga, se grantizó un lugar en la Libertadores 2019. Y siguió protagonizando en la Conmebol: en la Sudamericana 2020 y 2023 y en la Libertadores 2023.
Escribe Jorge Iwanczuk, en su estupendo libro Historia del fútbol amateur en la Argentina: "En esas largas horas hojeando los diarios amarillos y llenos de polvo confirmé que los clubes no nacieron el 31 de mayo de 1931, fecha de inicio del Profesionalismo. ¿Por qué entonces si antes llenaron estadios con 40.000 espectadores y fueron grandes Racing, Boca, Independiente, San Lorenzo, Huracán, River... y hasta hubo un Campeonato Mundial en el que salimos subcampeones con jugadores amateurs, empezar a contar la historia por la mitad?"
Los Seis Grandes
La última manifestación oficial de la AFA sobre la valoración de los clubes fue publicada en la Memoria y Balance de 1942, Artículo 94. Allí se señala que son seis las instituciones a las que les corresponden tres votos: Boca, Huracán, Independiente, Racing, River y San Lorenzo. Los llamados "grandes". Así se encuentran mencionados por la máxima entidad del fútbol argentino: por orden alfabético. Para tomar la determinación se tuvieron en cuenta tres aspectos fundamentales: temporadas en la máxima categoría, campeonatos obtenidos y cantidad de socios. La expresión de la AFA se mantuvo hasta principios de los años cincuenta. Y luego, ya no hubo "votos privilegiados".
En nuestro lugar
La publicidad de Imparciales, un clásico de la década del 50. Y Huracán está allí, ubicado entre los grandes. En su lugar, también en el imaginario colectivo de ese tiempo. Los campeonatos de Primera contaban lo mismo: en los primeros 60 años de fútbol argentino (1891-1950), este era el ranking por títulos de Liga entre los equipos de la AFA: Boca (12), Racing (11), River (8), Independiente (5), San Lorenzo (5) y Huracán (4).
La verdad de las tribunas
Huracán, grande también por convocatoria. La historia cuenta que se encuentra entre los seis clubes con mayor cantidad de entradas vendidas; en definitiva de hinchas en las tribunas. Los datos son oficiales de la AFA y fueron publicados por los diarios Olé y Clarín, entre otros. Corresponden al período 1931-2009.
Lo que dijo la gente
En el último trimestre de 2001, el diario deportivo Olé realizó una encuesta entre hinchas y personalidades del fútbol respecto de una pregunta propia de este tiempo: ¿quién es el Sexto Grande? La respuesta fue inequívoca: Huracán, como marca la tradición. El Globo de Newbery acumuló 79.184 votos. Y entre los dos que lo escoltaron (Chacarita y Vélez) sumados no alcanzaron esa cifra.
Huracán está en todos lados. Nació en 1908, pero a partir de su gloria en los años 20, comenzó a tener hermanos/homónimos por el país y por el mundo. No hay un caso igual en el planeta. En la Argentina, además de El Globo original, otros seis llegaron a la máxima categoría. Y, de acuerdo con un relevamiento que puso en marcha el socio Fabián Lanier, hay más de 100 en 17 provincias: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, La Pampa, Tucumán, San Luis, Santiago del Estero, San Juan, Mendoza, Corrientes, Misiones, Chaco, Salta, Catamarca, Santa Cruz y Chubut. Pero no es un fenómeno sólo local. En Latinoamérica existen Huracanes en Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, México, El Salvador, Puerto Rico, Guatemala, Bolivia. Y también en Europa. Hay en España (incluso el tercer equipo de la Comunidad Valenciana) y en 2009 se fundó el Huracán FC London. Los dos casos más recientes son puro asombro: Huracán FC Sierra Leona y Huracán FC India, ambos nacidos del impulso del Quemero Henry May. Sí, Huracán también en Africa y en Asia.
Huracán-San Lorenzo, el Clásico de Barrio más grande del Mundo. Un espacio de rivalidad deportiva, pero también de pertenencia. Desde el Blog el mensaje es claro: sí al folclore bien entendido, siempre; NO a la violencia barrabrava que lo mata.
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El benefactor fundacional
Jorge Newbery fue un personaje clave de su época, hacia fines del siglo XIX y principios del XX. Polifacético hombre del deporte y del quehacer nacional, resultó también un generoso impulsor de este sueño llamado Huracán.
El Olímpico
Cesáreo Onzari fue una gloria de Huracán y del fútbol del mundo. Con el Globo de Newbery ganó los cuatro campeonatos de los años 20. Y la FIFA lo reconoce como el auténtico fundador del "Gol Olímpico".
Un grito para la historia
Guillermo Stábile puso a Huracán en el Cuadro de Honor de la FIFA al consagrarse goleador del Mundial de 1930. También se ganó entonces el Balón de Plata. Fue un símbolo de los años 20, La Década de Oro para El Globo de Newbery.
Un guapo del gol
Herminio Masantonio es el máximo anotador de la historia del club de Parque de los Patricios, con 254 goles en 349 partidos, y el tercero de la Era Profesional, detrás de Arsenio Erico y de Angel Amadeo Labruna.
El rey de la fantasía
René Houseman es un inequívoco motivo de orgullo: crack de todos los tiempos y campeón del Metropolitano de 1973. También se consagró con la Selección en el Mundial de 1978.
Soy periodista. Estudié Publicidad en la UADE y Sociología en la UNQ; primero, Derecho en la UBA. En Clarín desde 1996 a 2023. Participé de 7 de los libros publicados por la sección Deportes y fui enviado especial a todas las competiciones de la FIFA y de la Conmebol. También cubrí la Final de la Champions, en 2016. Formé parte de los equipos de Infografía, como asesor periodístico (Premio a la Excelencia de SND en 2007, 2011 y 2013 y Medalla Malofiej en 2013). Gané el Premio TEA al mejor periodista joven en medios gráficos, en 2004, y el Premio Especial del Año, en 2018, por el trabajo colectivo "Papelitos". En 2013 recibí el "Reconocimiento a la labor periodística" de parte del Congreso de la Nación. Publiqué junto a Oscar Barnade, en 2006, el libro "Mitos y creencias del Fútbol Argentino", de Ediciones Al Arco; y en 2014, "Todo sobre la Selección", de Editorial Club House. Soy miembro del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF), profesor en TEA y socio colaborador de APAER y de Greenpeace. También orgulloso fundador e integrante del Misura, en la UBA desde 1993.
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