miércoles, abril 29, 2015

Sonidos de un barrio feliz y campeón



Avenida Alcorta, Parque de los Patricios, Palacio Ducó. Fiesta. Se siguen escuchando los sonidos de un barrio feliz. Y campeón.

martes, abril 28, 2015

Los Supercampeones siguen celebrando...


La gente y los jugadores, Los Supercampeones, en la Avenida Alcorta, en las puertas del Palacio Ducó. La celebración de la Estrella Trece continúa.


lunes, abril 27, 2015

Los especialistas en finales


La mirada inmediata cuenta apenas el festejo, esa gloria que dura un rato breve. Y que luego se transforma en nuevas demandas y en otras expectativas. Pero también hay otro modo de observar: los ojos de la historia contarán que estos tipos que se abrazan bajo el cielo de San Juan irrumpieron en el recorrido dañino al que Huracán se había acostumbrado. Ellos consiguieron dos títulos y un ascenso en el contexto de un club proclive a las tragedias deportivas. 

En las últimas cuatro décadas, Huracán resultaba nocivo para su gente, autodestructivo; una suerte de condena. Sirven algunos detalles a ritmo de vértigo: en 1976, sumó 9 puntos más que el Boca campeón, pero fue segundo; en los mismos setenta, cayó en semifinales de la Libertadores y perdió dos desempates para ir por la revancha en la máxima competición continental; en 1986, descendió por penales ante Italiano; en 1994 y en 2009 le alcanzaba con un empate para ser campeón, pero perdió las dos veces; en la última década cayó en cuatro ocasiones decisivas y sucesivas por el ascenso; y en 2011, sufrió su cuarto descenso en un desempate ante Gimnasia. Todo mal. Casi un paradigma de la derrota por anticipado.

Pero de repente, desde el fondo de su propio infierno (aquella caída con escándalo ante Sportivo Belgrano, en el Ducó), este grupo de futbolistas se reconstruyó a sí mismo. Ganó la Copa Argentina, ascendió con angustia. Tuvo un fin de año memorable. Todo se logró del mismo modo: con lucha, con coraje, a contracara de los duendes y de los magos de otros días felices.

Y ahora sucede un escenario parecido: tras el papelón en Puerto Ordaz (por la derrota y por cierta desidia en el modo de afrontar ese encuentro de la Libertadores ante Mineros), estos jugadores volvieron a ser campeones y sumaron la Estrella Trece. Le ganaron la Supercopa a River. Con autoridad, con bravura.

La historia contará otra verdad: desde los años veinte (en los que el Globo de Newbery fue el más campeón junto a Boca), que no sucedía una cercanía tal entre una celebración y otra. Cosas de este momento de Huracán, el más ciclotímico de sus 106 años. También, el tiempo de estos especialistas en finales.

Texto publicado por el fundador del Blog, en Clarín.

Que siga la fiesta...



Huracán, el plantel y su festejo íntimo. La Estrella Trece. Que siga brillando. Y que siga la fiesta...

domingo, abril 26, 2015

Sí, Super

Huracán campeón, en la portada del diario Olé. La Estrella Trece, la Supercopa Argentina. Y ante River.

Más:
Todos los detalles, en el diario Olé.

sábado, abril 25, 2015

El vestuario de la felicidad



Otra Copa, otra Estrella -La Trece- y el mismo vestuario feliz. Los Supercampeones, en la celebración íntima.

Palabras para una alegría



Eduardo Domínguez y Federico Vismara, palabras de campeones. Palabras para una alegría.

Bendita y sana costumbre



Huracán, campeón de la Supercopa Argentina 2015. Otra vez la celebración en territorio cuyano. Bendita y sana costumbre de estos tiempos.

Y somos campeones otra vez...


Supercopa Argentina - Final: Huracán 1-River 0.
El festejo de un nuevo título. La Estrella Trece, bajo el cielo de San Juan. El segundo trofeo en cinco meses. Nada menos. Todo eso.

Más:
Los detalles, en la web oficial de la competición.

Otra vez, San Marcos



Otra vez, en otra final, Marcos Díaz fue figura decisiva. En el momento más complicado apareció en su enorme dimensión. No fue casualidad: la transmisión oficial y la organización de la competición -también a través de la gente- lo eligió como la Figura del Partido. Otra vez, San Marcos.

Para gritarlo hoy y siempre



Perfecto contraataque ideado por Cristian Espinoza y por Patricio Toranzo. Y resuelto por el chileno Edson Puch, en su primer tanto convertido en Huracán. Un gol que vale otra Copa. Y que sirve para gritarlo hoy y siempre.

La gloria en juego


Lo saben todos los que caminan por la sede de la Avenida Caseros y los que respiran en los entretelones de los vestuarios del Palacio Ducó: esta Supercopa no es un encuentro más para Huracán. No se trata un partido. Es “el” partido. Del semestre, cuanto menos. Quizá del año. Significa un título, el segundo en cinco meses. La Estrella Trece, como la llaman bajo el cielo de Parque de los Patricios. Y no sólo todo eso; también la posibilidad de curar la profunda herida que dejó la expedición a Puerto Ordaz, esa que derivó en la eliminación de la Libertadores. 

“Somos conscientes de lo que el club se juega en 90 minutos”, le dice Alejandro Nadur, el presidente, a Clarín. No es dinero para mejorar las cuentas rotas; es historia. No es comodidad para afrontar el escenario bravo que se avecina; es gloria. Con un detalle añadido: la posibilidad de acceder a la Sudamericana 2015. Todo eso se juega Huracán en San Juan. Y algo más: la chance de volver a ser feliz.

Texto publicado en Clarín por el fundador del Blog.

viernes, abril 24, 2015

Por la Estrella Trece


Huracán se jugará mañana una chance histórica: la de sumar su segundo título en cinco meses. En el mismo estadio de la última conquista (en San Juan, por la Copa Argentina ante Rosario Central), buscará la Estrella Trece. Nada menos.

De los Alberti y de las Estrellas

Jorge Alberti, emblema de Huracán.

Por Oscar Barnade
Agustín Alberti era back central y fue un baluarte de Huracán en los primeros años del amateurismo. Le apodaban Vasena porque trabajaba en los Talleres Metalúrgicos Vasena, cuyos trabajadores fueron protagonistas y víctimas de la Semana Trágica en 1919. Dos años antes, Alberti, a los 25, jugó el primer partido por Copas Nacionales entre Huracán y River. El 16 de septiembre, en Racing, River ganó 3-2 y pasó a la final de Copa de Honor. A los 13 minutos del segundo tiempo, tras un choque con Ameal de River, fue expulsado por el árbitro Guassone (“A nuestro juicio fue una jugada casual”, dice el diario La Argentina). Luego River perdió con Racing, un experto en títulos por esos años. 

Jorge Alberti, hermano de Agustín, tenía 5 años en 1917. Luego se convertiría en el jugador con más presencias en la historia del Globo. Como su hermano, jugaba de marcador central, pero le decían La Aplanadora. Alberti fue protagonista de los otros tres partidos por Copas Nacionales que jugaron estos dos equipos que el sábado se medirán por la Supercopa Argentina. Los tres encuentros sucedieron por la Copa Adrián Escobar, el trofeo donado por el expresidente de la AFA para que fuera disputado justo después de la finalización del torneo entre los siete primeros equipos.

En 1941, River ganó la final 1-0 (gol de D’Alessandro). En 1942, Huracán se coronó campeón tras ganar 2-0. Alberti marcó el segundo (rebote de un penal atajado por Sirni) y luego, como capitán, recibió el trofeo de manos de Escobar. El último duelo, el 8 de diciembre de 1943, fue por cuartos de final y venció Huracán, 1-0 (tanto de Tucho Méndez); y luego fue campeón. Todos los equipos jugaban con sus estrellas. Para River actuaron, entre otros, los ídolos de La Máquina: Vaghi, Rodolfi, Ramos, Muñoz, Moreno, Labruna y Loustau. En el Globo, además, Marinelli, Salvini, Simes y Unzué. Los Alberti tienen un lugar destacado en la platea Miravé del Palacio Ducó.

Después de 72 años, Huracán (campeón de la Copa Argentina) y River (ganador de la temporada 2013/14), jugarán una final por tercera vez. Para quedarse con una de esas Copas que no se olvidan.

Texto publicado en el diario Clarín.

jueves, abril 23, 2015

De golpes y reconstrucciones


En la semana más importante de este 2015, Huracán ofreció la peor de sus versiones. Dependía de sí mismo para acceder a los octavos de final de la Libertadores y llegar fortalecido al encuentro decisivo de la Supercopa Argentina, ante River, el sábado. Pero no. Tras una penosa actuación (desde las cuestiones del juego, pero sobre todo respecto de la actitud ofrecida) el equipo cayó 3-0 frente al eliminado Mineros, de Venezuela. Peor imposible. Pero hay más: el tropiezo en Puerto Ordaz generó malestares y desnudó diferencias, viejas diferencias.

Los dirigentes -en privado- expresan su malestar por la poca entrega del equipo. Y lucen preocupados respecto de lo que se avecina. En el plantel el clima no es de de armonía. Hay malestar en el cuerpo técnico. En los últimos días, el doctor Fernando Locasso -tras discutir con el entrenador Néstor Apuzzo por la vuelta o no de Carlos Arano- renunció. En esta última expedición a Venezuela, el ayudante de campo Gabriel Rinaldi se quedó en Buenos Aires. Quienes conocen la intimidad del cuerpo técnico aseguran que el ex marcador central del club está harto de que los jugadores tomen todas las decisiones. "No es nuevo. Apuzzo siempre dejó hacer a los líderes del grupo. Es su modo de conducir", sostienen.

Y como casi siempre en los días de derrota, las desconfianzas suceden. Se pone en duda -en la sede de la avenida Caseros y en las redes sociales- la lesión del capitán Eduardo Domínguez. Tiene una contractura en el gemelo izquierdo. Todo indica que no jugará ante River. Se cuestionan también decisiones del entrenador (en cuanto a la conformación del equipo) y de los dirigentes (por su insuficiente búsqueda en el mercado de pases). Ahora, la semana que podía ser un paraíso mucho se parece al principio de un infierno.

No son pocos los que por lo bajo cuentan desde el club que si Huracán cae ante River sin ofrecer respuestas (como le pasó ante Mineros), Apuzzo regresará a las inferiores. Y el primer nombre que aparece como posible reemplazante en el escenario es otro excombatiente de Malvinas, Omar De Felippe. Cambió mucho en poco tiempo: esa Supercopa que mucho se parecía a una celebración ahora tiene el carácter de una angustia.

miércoles, abril 22, 2015

Breve crónica de una despedida


El sueño naciente de Huracán se quedó hecho pedazos bajo el cielo de Venezuela. Huracán debía ganar para seguir en la Libertadores. Enfrentaba a un rival eliminado, de un país sin tradición, este Mineros que poco venía ofreciendo en esta edición. Pero no. El Globo de Newbery brindó la peor de sus versiones en el momento más decisivo. Sí, perdió por goleada. Al cabo, un 3-0 que lo dejó al equipo argentino eliminado, vacío, sin nada. Roto. Así, el equipo venezolano sumó la primera victoria para su país en esta edición de la Libertadores.

Lo sabían todos. Huracán se jugaba en esta semana buena parte de este 2015 de regreso al gran escenario. Tras aquel mágico final del año pasado (con el título en la Copa Argentina y la vuelta a la A, en ese desenlace bravo frente a Atlético Tucumán), tenía ahora una chance histórica: llegó a Puerto Ordaz con su equipo de gala para ganar y acceder a los octavos de final. Había guardado a los titulares en el torneo, había pensado el partido como una final en la antesala de otra final (la del sábado ante River, por el título de la Supercopa Argentina) ...

Pero no lo jugó como tal en ese primer tiempo en el que mucho se pareció a un equipo dubitativo, incómodo, sin esa intensidad con la que puso de rodillas al Cruzeiro en el Palacio Ducó. A los 9 minutos ya perdía 1-0 por ese cabezazo de Valoyes en el área chica. Y ese gol, además de un golpe, se pareció también a un síntoma: Huracán no estuvo a la altura de las circunstancias en ese comienzo del encuentro. Le faltó esa impronta de equipo guerrero que ofreció en otras ocasiones decisivas.

Ya en desventaja fue tras los pasos del empate. Tuvo la pelota, pero careció de precisión. Quiso, pero no pudo. Intentó por los costados y por el centro, pero perdió regularmente en ambos sectores. Generó un puñado de situaciones desprolijas, a los tropiezos. Discutió dos offsides mínimos por goles mal anulados (uno debía ser gol; el otro, bien sancionado), reclamó penales (uno muy claro a Ramón Abila) ... Todo en el contexto de su falta de claridad. Para colmo, en un contraataque precioso, otra vez Valoyes estableció el 2-0. Era, de algún modo, el principio de un final inesperado.

Intentó más Huracán en el segundo tiempo. En el vestuario, el técnico Néstor Apuzzo ofreció dos cambios para atacar: adentro Cristian Espinoza (tras su lesión en el seleccionado Sub 20) y Agustín Torassa, afuera Lucas Villarruel y Eduardo Domínguez. Todo en nombre de dar vuelta una historia que no había sabido escribir el Globo de Newbery en el primer tiempo.

Más allá de los nombres y de su distribución en el campo de juego, Huracán siguió siendo confuso. No encontró aquella mágica claridad del debut copero en Lima (4-0 ante Alianza), tampoco tuvo el carácter de otras ocasiones relevantes. Fue y chocó. Buscó y perdió. Intentó y se desvaneció ante un rival que parecía jugarse mucho más que lo que la tabla de este Grupo 3 indicaba. 

Ese gol de Rafael Acosta, a los 20 del complemento, fue la sentencia. Ya no había entonces lugar para Huracán en la Libertadores. La pretensión enorme de protagonizar entre los gigantes del continente se deshizo cuando estaba naciendo. Apenas eso. Todo ese dolor. El de un final inesperado.

Texto publicado en Clarín por el fundador del Blog.

martes, abril 21, 2015

sábado, abril 18, 2015

Un banco en deuda



Huracán 1-Tigre 2
Le cuesta al muletto. Padece Huracán la ausencia de sus titulares. Volvió a suceder, ahora, bajo el cielo del Ducó. Queda claro: el banco está en deuda.

viernes, abril 17, 2015

miércoles, abril 15, 2015

Huracán copero



Ya son 13 los partidos que Huracán no pierde por una competición de Copa (Argentina y Libertadores). Sí, mucho. Sí, sintomático. Ayer, pasó por el Palacio Ducó el bicampeón de Brasil, Cruzeiro. Sabemos cómo le fue...

martes, abril 14, 2015

Bienvenidos a la fiesta del Palacio


Copa Libertadores: Huracán 3-Cruzeiro 1

El mensaje llega desde el contorno y se hace himno y entusiasmo de una noche de Copa: “Para ser campeón / hoy hay que ganar”. Gritan todos los que por un rato se olvidan de dos cosas: que el Huracán de sus corazones está en el puesto 24 en el torneo de 30 equipos y que el rival, ese Cruzeiro vestido de azul como siempre, es el bicampeón del fútbol brasileño. De repente las distancias entre unos y otros se recortan y la magia sucede: bajo el cielo de Parque de los Patricios, el Globo de Newbery es superior al Azulao de principio a fin y le gana 3-1, sin objeciones, más allá de algunos errores puntuales del árbitro chileno Patricio Polic.

El entrenador Néstor Apuzzo, el Señor de los milagros en el final del año pasado, está convencido de que este plantel crece ante las adversidades. Lo dice en público, lo sostiene también en privado. La impresión es que no está equivocado: cuando el equipo debe afrontar situaciones complejas o decisivas (como la final de la Copa Argentina, como el desempate ante Atlético Tucumán, como anoche) aparece en su versión más intensa. Es una doble señal: con su conjunto de gala, Huracán es un equipo serio, bravo, difícil de doblegar; cuando tiene que recurrir al recambio (como en el ámbito local) padece a cada paso.

La primera media hora ofrecida ayer fue para esa ovación que lo acompañó hacia el descanso: ganó en cada sector del campo de juego, recuperó rápido, fue veloz en la búsqueda ofensiva, resultó implacable en las pelotas divididas. Y lo más importante: golpeó cuando tuvo las oportunidades. Ramón Abila fue el Wanchope del final de 2014 y el que se llevó la pelota por su hattrick ante Argentinos. Definió sin vueltas (esta vez no le cobraron el off side en el primer tanto) en las primeras dos que tuvo adentro del área y complicó siempre a dos centrales que se sintieron muy incómodos sobre el césped del Ducó y ante la potencia del Nueve de La Quema.

Hubo otro momento determinante del encuentro: cuando parecía que estaba todo controlado, con el ritmo manso que ofrecían Patricio Toranzo y los dos mediocampistas centrales de Huracán (Lucas Villarruel y Federico Vismara), Damiao descontó de penal. Entonces, el equipo local deshizo las ansiedades con otro golpe. No se inhibió, fue, se presentó en área ajena y con un cabezazo de Federico Mancinelli puso el 3-1.

Lo que continuó fue puro regodeo. Sí, Huracán pudo haber goleado al mejor representante de Brasil. Sí, su gente se animó a gritarles “oleee / oleee / oleee” a los llegados desde la tierra de los pentacampeones del mundo. Sí, hasta por un instante ellos entonaron el himno con impronta mundialista, ese larguísimo “oooooh”, que el planeta ya conoce. Sí, la fiesta también tuvo música...

Texto publicado por el Fundador del Blog en Clarín.

sábado, abril 11, 2015

Sin recambio



Racing 2-Huracán 0
Un equipo flojo. Y una revelación: con suplentes, no somos de Primera. O, al menos, eso parece.

miércoles, abril 08, 2015

Falta mucho



Copa Libertadores: Huracán 1-Universitario de Sucre 1

Falta mucho. En varios sentidos: en el juego, en el abrazo del azar, en la falta de precisión en el área ajena y en la propia. Pero también falta en el recorrido por esta competición. Las matemáticas cuentan que se puede. Y eso no es poco. Para nada.

domingo, abril 05, 2015

Mirar para adelante



Esto sigue. Se viene la Copa Libertadores. Hay que seguir. Hay que mirar para adelante.

Aplausos, Villa



Huracán 0-Boca 2
Palabras de Lucas Villarruel, testimonio del más regular de nuestros futbolistas en este 2015. Razonable su análisis. Lo adoptamos de comentario breve.

sábado, abril 04, 2015

La definición más larga de la historia

Una de las cuatro finales ante Boca, disputadas en 1924.

Aquella impronta de clásico parece ahora desdibujada. Los tropiezos frecuentes de Huracán (con cuatro descensos en los últimos 29 años y 13 temporadas en el Nacional) y las impresionantes rachas de Boca en el duelo (el Globo de Newbery estuvo tres décadas sin ganarle en La Bombonera y lleva 21 años sin vencerlo en el Palacio Ducó) fueron deshaciendo aquella rivalidad que tuvo varios hitos relevantes en su recorrido, sobre todo en los años veinte, con la definición más larga de la historia como episodio más significativo.

En aquel tiempo Boca y Huracán, protagonistas centrales de la época, disputaban una suerte de superclásico. Luego de la escisión de 1919, en el fútbol argentino se formaron dos asociaciones: la Asociación Argentina (la oficial, afiliada a la la FIFA) y la Asociación Amateur. En la primera competían como principales referentes Boca, Huracán y Estudiantes; en la segunda, Racing, River, Independiente y San Lorenzo. En esos días, cada partido entre los de la Ribera y los de Parque de los Patricios -vecinos del Sur de la Ciudad, en definitiva- tenía sensación de enfrentamiento trascendente, decisivo.

No era casual esa relevancia: allí participaban varios de los mejores exponentes del fútbol de ese tiempo y de la historia. Figuras paradigmáticas como Guillermo Stábile (Botín de Oro del primer Mundial), Domingo Tarasconi, Roberto Cherro (durante muchos años máximo anotador histórico de Boca), Cesáreo Onzari (fundador del gol olímpico) y Américo Tesoriere (uno de los grandes arqueros de todos los tiempos), Pablo Bartolucci (creador de La Palomita), entre otras figuras de Selección.

Se enfrentaron por primera vez en 1914, un año después que el River-Boca y un año antes que el San Lorenzo-Huracán. La cita inaugural sucedió en Parque de los Patricios, ahí en el límite con Pompeya: se jugó el 9 de agosto y Boca se impuso 2-1. Desde entonces, en el amateurismo, jugaron 22 veces: 11 victorias xeneizes, 7 empates y 4 triunfos de Huracán.

En esos años veinte, Boca y Huracán resultaron los más campeones de la década, con cuatro títulos de Liga cada uno. Boca festejó en 1920, 1923, 1924 y 1926; y Huracán se consagró en 1921, 1922, 1925 y 1928. La rivalidad se edificó, sobre todo, entre 1919 y 1926, tiempos de escisión. Entonces compartían todos los años la pelea por el título de la Asociación Argentina. No se trataba de un tiempo cualquiera: el fútbol del Río de la Plata era, claramente, el mejor del mundo. Así lo corroboraba cada contacto internacional que sucedió entonces: Juegos Olímpicos, Copas América, giras de clubes como la de Boca en 1925, amistosos. El Mundial de 1930, con Uruguay y Argentina en la final, fue la consecuencia más notable y más visible. En aquel contexto, Boca y Huracán eran los más campeones de este lado de la Orilla. Del otro lado, la gloria se la repartían Nacional y Peñarol. Algo así como los cuatro reyes de ese fútbol que parecía inmejorable.

En ese recorrido hubo un episodio definitivo: la definición de 1923. Se trató de una temporada con irregularidades y con un desenlace que rozó el escándalo: Huracán tenía todo para ser tricampeón, ese privilegio que sólo Lomas, Alumni, Racing y River consiguieron en el fútbol argentino. El equipo había sumado 51 puntos en 29 partidos. Y Boca, el archirrival, también tenía 51, pero un partido más. El tercero, Sportivo Barracas (valioso protagonista de Primera en aquel tiempo), ya se había quedado sin chances. La Asociación Argentina tomó una decisión polémica: decidió que se jugara un desempate entre ambos equipos.

Entonces, entre marzo y abril, se disputaron cuatro finales. La primera serie de ida y vuelta, en la cancha de Sportivo Barracas (el principal escenario de la época), finalizó con un triunfo para cada uno (3-0 Boca; 2-0 Huracán). El tercer partido se disputó en GEBA, ahí en Palermo: hubo empate sin goles tras 120 minutos de juego. Por último, el 27 de abril, otra vez en Sportivo Barracas, Boca se impuso 2-0, con dos goles de Alfredo Garasini. Y fue campeón luego de 390 minutos y 43 díasde la definición más extensa de la historia del fútbol argentino.

Texto publicado por el fundador del Blog en Clarin.com.

Más:
Un domingo de Clásicos cruzados, en Olé.

miércoles, abril 01, 2015