jueves, mayo 29, 2008

Una Copa con el sabor de la revancha

Ernesto Kiessel fue uno de los grandes arqueros de la historia de Huracán. Se destacó a principios de la década del 20. Fue importante en el equipo bicampeón de 1921/22. También formó parte del seleccionado argentino que ganó su primer Sudamericano, en Buenos Aires, en 1921. Fue uno de los destacados arqueros de su tiempo. Con estirpe de campeón, con garantía de seguridad.

En 1922, Huracán se consagró bicampeón del fútbol argentino, tras una campaña brillante en la que apenas perdió un partido. A consecuencia de este título, el equipo de Parque de los Patricios se ganó el derecho a disputar la Copa Ibarguren, un trofeo donado por el Ministro de Instrucción Pública, Dr. Carlos Ibarguren, que se disputó entre 1913 y 1958. Desde el comienzo y hasta 1941, en la final se enfrentaron el campeón de la Asociación Argentina y el de la Liga de Rosario, salvo durante la interrupción de la competencia entre 1926 y 1936.

En la edición anterior (perteneciente a 1921, pero disputada en enero de 1922), Newell's se había impuesto a Huracán con comodidad: 3-0, en la cancha de Boca, con dos goles de Atilio Badalini y uno del enorme Julio Libonatti.

Y Huracán tuvo su revancha en esta segunda participación en la Copa Ibarguren. Newell's y Huracán repitieron sus títulos y tuvieron que dirimir este trofeo otra vez. El 24 de marzo de 1923 se midieron en la cancha de Sportivo Barracas e igualaron 1-1. Loyarte había puesto en ventaja a los rosarinos, mientras que a seis minutos del final empató Angel Chiesa. Huracán formó con: Ernesto Kiessel; Carlos Nóbile, Juan Pratto; Fontana, Ramón Vázquez, Juan Scursoni; Adán Loizo, Rodríguez, José Laguna, Chiesa y Cesáreo Onzari.

Poco más de un mes después, se volvieron a enfrentar en el mismo escenario. El 22 de abril, Huracán ganó 1-0 y festejó. El único tanto del encuentro lo marcó Chiesa, a los 40 minutos. Sólo hubo un cambio respecto de la formación del primer partido: el ingreso de José Caldera en lugar del Negro Laguna.

Esta temporada, Huracán también debía enfrentar al campeón uruguayo, Nacional, por la Copa Río de la Plata/Ricardo Aldao, pero debido a la tirantez entre las dos asociaciones (sobre todo, a partir de la deserción de Peñarol el año anterior), no se disputó la final para determinar al campeón rioplatense. Sin embargo, también se trató de un año consagratorio en una década consagratoria.