martes, junio 30, 2015

Todos, por la Estrella 14



Mañana Huracán, en la cancha de Instituto de Córdoba, empezará la defensa del título en la Copa Argentina. Es el último de los equipos de Primera en debutar en el torneo. El campeón se hace esperar...

El rival será Independiente Rivadavia, el mismo que en aquella fiesta de la última fecha en el Nacional (la que nos llevó al encuentro decisivo contra Atlético Tucumán).

Ahora, vamos todos por la Estrella 14. Que lo sepa todo el fútbol argentino...

domingo, junio 28, 2015

El Huracán de San Marcos



Marcos Díaz, el gran arquero de 2014. Figura clave, superhéroe en las definiciones, referente con naturalidad. Crack del arco, también. Ahora, ya Supercampeón, volverá a ser determinante para este segundo semestre de 2015. Un territorio de desafíos múltiples: el promedio, la Copa Argentina, la Sudamericana...

miércoles, junio 24, 2015

El desahogo tardío



Huracán frente a Unión, en Santa Fe, en el último partido de la temporada 91/92. Con esa arremetida de Hugo Corbalán, tras un centro de Walter Pelletti, el Globo de Newbery se impuso 2-1 y se clasificó a la Liguilla Pre Libertadores. A dos años del regreso a Primera, tras ganar el Nacional 89/90, Huracán coqueteaba con las competiciones continentales.

domingo, junio 21, 2015

Recordando al Negro Laguna

Huracán, en los tiempos del Negro Laguna, uno de los grandes emblemas de la historia de Huracán. También, el superhéroe de la Selección que esperaba en las tribunas...

Lo que sigue es un relato publicado por el fundador del Blog Quemero en el libro Todo sobre la Selección (2014, editorial Club House): 

José Laguna era puro vértigo. Parecía vivir varias vidas a la vez. Le decían el Negro porque era morocho y bien de tierra adentro. Había llegado desde muy joven a la creciente Buenos Aires de principios del siglo XX, desde La Viña, Salta, su lugar de nacimiento. Su familia se radicó en la zona Sur, en Parque de los Patricios. Cuando se disputó el primer Sudamericano de fútbol, en 1916, el Negro Laguna ya tenía su fama. Había hecho todo lo que un joven inquieto, talentoso y emprendedor podía hacer. Construyó las primeras conquistas de Huracán. Con sus goles, desde su posición de insider izquierdo -volante creativo-. Con su capacidad de conducción, como presidente.

Como ahora, pero hace casi 100 años, los dirigentes más representativos estaban en la Comisión de Selección. La diferencia es que no había un entrenador. Ellos citaban a los jugadores, armaban los amistosos y los seleccionaban. Al Negro Laguna siempre lo convocaban a las pruebas. Pero nunca lo elegían para vestir la camiseta de la Selección. Los partidos del primer Sudamericano de la historia los vería desde las tribunas de la coqueta cancha de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires.

El 10 de julio, el Negro Laguna nuevamente se preparó como para ir una fiesta. Se puso su mejor traje, un pañuelo blanco de los que solían usar los guapos del 900 y eligió su mejor chambergo. Se miró al espejo y se sintió orgulloso. Un rato antes del comienzo del partido, un rumor comenzó a recorrer las tribunas: Alberto Ohaco, el extraordinario goleador de Racing, había viajado al interior del país y no regresaría a tiempo. Pedro Martínez, el primer jugador de Huracán convocado para la Selección, comentó que en las tribunas se encontraba su compañero Laguna. No hizo falta explicar quién era, lo fueron a buscar. Y, como si supiera que su historia quedaría guardada para siempre entre los mejores recuerdos, el Negro aceptó.

Fue hasta las casillas que hacían de vestuarios, colgó su mejor traje, y, por primera vez, se vistió de jugador de Selección. El partido con Brasil comenzó en horario. A los 10 minutos, Laguna -fundador, presidente, goleador y futuro entrenador, el invitado casual- marcó el primer gol del partido. Luego los visitantes igualaron y Uruguay se consagró campeón. Pero aquel día resultó otra cosa, más allá de resultados y desenlaces: quedó para siempre como un homenaje a los cracks olvidados.

viernes, junio 19, 2015

Una palabra


Por Ariel Scher*
David es la luz de los ojos de su papá desde que el día empieza a ser día y hasta que la noche se recibe de noche. Eso es David ahora, inclusive ahora, cuando su papá no ve al mundo con luz sino oscuro, oscurísimo, porque los uruguayos se vienen, se vienen, como si los guiaran Artigas, Jaime Roos, Zitarrosa, Galeano y La Vela Puerca, todos juntos y todos decididos. Eso es David, sí, ahora, cuando su papá se parte en dos o en diez tratando de no serle infiel a esa luz de casi dos años que es su hijito, pero no logra evitar que la atención, las arterias, las uñas, los oídos y los párpados se le fuguen detrás de los sufrimientos de Argentina, que gana pero apenitas, en el final de un clásico que, como tantos clásicos, no parece poner en juego un fragmento de la primera rueda de la Copa América sino el destino completo de la humanidad. Se lo quisiera explicar ahora, ahora mismo, el papá de David a David, pero no puede, no encuentra cómo, porque los uruguayos se vienen, se vienen.

Encantador David: mínimo, precioso, leal como son los hijitos y los hijos con sus papás, al pie del cañón aunque no sepa qué cosa es el fútbol, qué cosa es Argentina, qué cosa es Uruguay y sí sepa que su papá es su papá y no hay nada de nada en el universo por fuera de su mamá y de su papá, ese papá que ve al mundo oscurísimo porque los uruguayos se vienen, se vienen. Al pie junto a su papá, a pesar de que los bostezos le conquisten los labios como si fueran un imperio, más allá de que quisiera jugar con ese papá a otros juegos y no al juego que él ni reconoce como juego, ese juego por el que su papá devora, suda, padece, mientras los uruguayos se vienen, se vienen.

Encantador David, desde luego, que ya pronuncia cuatro de las cuatro letras de la palabra "mamá", y sonríe a pleno cuando esperan que sonría a pleno, y acelera con los pies chiquitos cuando su papá mueve las llaves, abre la puerta y se le aparece adelante de regreso del laburo. Y más encantador David, que se había abraza con su papá cuando Agüero hizo el gol único del clásico no porque ese fuera el gol único del clásico y sí porque, por ahora, la vida es abrazarse con su papá. Y todavía más encantador David, al detectar a su papá hecho una fiesta porque el clásico está liquidado, y porque Argentina gana del todo y no apenitas, y porque los uruguayos por fin no se vienen más.

Y, entonces, ese papá deja de dividir la energía entre su hijito y el clásico, entre su mejor obra y la Copa América, entre ese acompañante que tendrá siempre y ese partido que no se acababa nunca, y lo alza, y le babea la sonrisa plena, y le dice que lo adora, y también le dice "gracias" por quedarse con él, leal como son los hijitos y los hijos, compartiendo la gloria de mirar fútbol juntos.

Hay circunstancias perfectas que pueden ser aún más perfectas. Así que David ensancha los labios para un nuevo bostezo, tal vez el último antes de dormirse, se frena a mitad del movimiento y, en vez de las cuatro letras de la palabra "mamá" que ensaya" cada vez que suelta su vocecita, enfila para otro sonido y lanza, increíble, maravilloso, eso: "Pa".

El papá de David llora, ríe, habla, enmudece, se afirma, tiembla. Sabe que jamás olvidará ese instante. Jamás lo olvidará, es cierto, porque David, su socio de todos los minutos del clásico, su socios para todos los minutos que vengan de ahí hasta la eternidad, le demuestra que los hijitos y los hijos, además de ser leales y de ser una luz de casi dos años, pueden sorprender y brillar. "Pa", enuncia David.

Y después completa la mejor palabra que le enseñó el clásico: "Pastore".

*Periodista y escritor.

jueves, junio 18, 2015

Sumar, sumar, sumar



Néstor Apuzzo, en el regreso a los entrenamientos, en el inicio de la pretemporada, en la antesala del segundo tramo del Campeonato 2015. Un objetivo: sumar, sumar, sumar.

miércoles, junio 17, 2015

Nosotros, también de música



Huracán, los Barrios del Sur, nuestro fútbol, nuestras calles, nuestra música, La Camiseta... Sí, nosotros

viernes, junio 12, 2015

El crack es nuestro


"René Houseman valdría ahora lo que casi nadie podría pagar", me dijo -hace no tanto- el periodista y amigo Horacio Pagani, quien mucho sabe de aquellos días del Loco y de estos días de estrellas de Hollywood vinculadas al fútbol. Más allá de tardías contradicciones, René es tan nuestro que para muchos sigue gambeteando en le Palacio Ducó...

domingo, junio 07, 2015

La jugada clave, el error clave



Por Ricardo Sapia*
Las chances se presentan y hay que saber aprovecharlas. De mínima, disponer de un segundo de lucidez y resolver coherentemente. A los 42 minutos del ST el rival no tenía arquero de profesión bajo los tres palos y nosotros, un tiro libre en la puerta del área. ¿El partido? 1-1. ¿Gol? ¿Casi gol? En otra vida. En ésta, Huracán la dejó pasar. No sólo eso, el hombre de más sólo le duró un instante: Domínguez se hizo echar para enmendar su pésima resolución del remate. Y desde ahí, ni un tiro al arco... (si hasta un corner lo pateamos al primer palo cuando en el centro del área estaba la comitiva de camisetas blancas). Todo mal. ¿Algo bien? Sí, los buenos bríos en la mayoría del tiempo trascurrido anteriormente. Situaciones hubo, el juego asociado se intentó y salió cuando se pudo. El punto valía hasta el minuto crucial. Ahora sirve menos porque se le presentó el triunfo a los ojos. No fue. El receso manda pensar. Actuar. Definirse. Acertar. Y ser inteligentes. Sobre todo, eso.

*Periodista. Texto publicado en el diario Olé.

sábado, junio 06, 2015

Un gol, un punto, un receso



Colón 1-Huracán 1
Apenas tres cosas:
Un gol, para aplaudir.
Un punto, para sumar.
Un receso, para repensar y tomar impulso.

miércoles, junio 03, 2015

Esos preciosos días


Por Eladio Mases
Yo iba al colegio secundario. Jamás perdí un Clásico. En el barrio mandaba yo. Y festejaba Huracán. Así crecí, mientras los vecinos no sabían de qué barrio eran. Y las compras las hacíamos en Avenida La Plata. Precioso rito. Preciosos días.

lunes, junio 01, 2015

Una joya de tres puntos



El golazo de Wanchope Abila, el de la victoria tardía e imprescindible ante Rafaela. Tres puntos con esta joya.

Ganar, crecer, creer



Huracán 3-Rafaela 2
Había que ganar. Y se ganó. Había que mejorar. Y se mejoró en algunos aspectos. Falta. Falta mucho para la consolidación, es cierto. Pero tras un semestre de vaivenes, de entusiasmos y de decepciones, de gloria y de tropiezos, el equipo demostró que puede seguir luchando en nombre de sus objetivos: permanencia, Copa Argentina y Sudamericana.

Es tiempo de volver a sumar en Santa Fe, de empezar la defensa del título en la Copa con firmeza y de repensar lo que viene en el receso de la Copa América. En definitiva, tiempo de crecer y de creer. De nuevo.