“En todo momento creímos en este plantel. Apostamos por el mediano y por el largo plazo y está saliendo bien. Esto empezó con Kudelka, cuando estábamos complicados...”, le dice a Clarín el vicepresidente del club, Luis Sasso. Es cierto: la base del plantel se mantuvo incluso en los momentos en los que se reclamaban cambios. “Nos agrandamos en las difíciles”, dice Marcos Díaz, el arquero, el superhéroe de las finales. El King Kong de La Quema atajó 8 de los 17 penales que le patearon en las series que derivaron en la conquista de la Copa Argentina y fue decisivo en la Supercopa ante River (1-0, en San Juan). En dos temporadas pasó de tercer arquero a referente histórico. El periodista Alejandro Gorenstein escribió un libro que lo cuenta.
Algunos señalan que este ciclo nació durante una derrota: hace dos años, en el Ducó, Instituto superó 3-1 a Huracán. Al equipo cordobés lo dirigía Kudelka, Wanchope Abila hizo un golazo propio de Messi y Vismara justificó su apodo de entonces, Vismaradona. Pronto, los tres coincidieron en Huracán. Por el delantero el club pagó poco menos de tres millones de pesos, hoy tiene una cláusula de rescisión de cinco millones de dólares y el presidente Alejandro Nadur dice que “vale quince”.
Tras el festejo en la Copa Argentina, Huracán tuvo que seguir peleando para volver a Primera. En diciembre del año pasado, tras vencer a Atlético Tucumán en el desempate, cumplió ese objetivo prioritario. Ya tenía un par de récords en el recorrido: fue el primer equipo en ganar un título absoluto desde la segunda categoría y el primero en acceder a la Libertadores desde el Ascenso. Más: al ganar la Supercopa, el 25 de abril, se convirtió en el club que menos tiempo tardó en ser campeón después de volver a la A (superó al Central de la temporada 86/87).
El paso siguiente fue el despegue internacional. Por primera vez jugó dos competiciones continentales en un mismo año. Con Néstor Apuzzo como entrenador afrontó la Libertadores y con Eduardo Domínguez disputa la Sudamericana. Perdió apenas un partido de los 16 que jugó. La derrota fue insólita: ante Mineros, en Venezuela. El Ducó sigue invicto. Allí jugará el miércoles ante Independiente Santa Fe, la final más esperada.
Tuvo una virtud gigante: su capacidad para salir rápido de los tropiezos. Se convirtió en un plantel especialista en finales, copero. Eso explica su dualidad: necesitó hasta la última fecha para evitar el descenso mientras se convertía -en simultáneo- en la Bestia Negra de River en el ámbito internacional. Justo 365 días después de la gloria ante Central se cargó a River en las semifinales de la Sudamericana. Ahora quiere más: alargar este año en el paraíso.
Texto publicado por el Fundador del Blog en Clarín.