martes, mayo 31, 2016

Días de vaivenes



Miguel Brindisi y su mirada del Huracán de 1980. Un equipo protagonista por momentos, cambiante, con hechos memorables en el recorrido (sobre todo aquel 4-1 a Boca, en La Bombonera), con tropiezos. Y con vaivenes dentro y fuera de la cancha. Eran tiempos de Intervención en Parque de los Patricios. Y en el país, también. Huracán, otra vez, resultaba una suerte de metáfora que excedía al campo de juego.

sábado, mayo 28, 2016

Casas se busca


Gastón Casas, en acción. Fue la gran figura del muy buen equipo que ganó el Nacional de la temporada 99/00, tras vencer en la final por el ascenso a Quilmes. Fue el goleador del equipo y del torneo. Si se fuera el inmenso Wanchope Abila, hoy nos vendría muy bien contar con aquel Casas, claro...

miércoles, mayo 25, 2016

El Ducó, un evento social



La inauguración del estadio Tomás Ducó, en reemplazo del Jorge Newbery (la vieja cancha de madera que desde 1924 se instaló en Alcorta y Luna), movilizó a todos. A las autoridades nacionales y municipales, a los dirigentes del club, a los socios, a los hinchas, a los vecinos, a los curiosos. Como dice el locutor "uno de los mejores estadios de América" (para la época) y "un orgullo del deporte argentino" (para siempre). También un evento social de aquellos años cuarenta.

domingo, mayo 22, 2016

Wanchope para siempre



Palabras de Wanchope Abila, tras la victoria ante Lanús. Gratitud en tiempos de despedidas...

Aplausos y gracias



Lanús 1-Huracán 3
El equipo cerró su participación con una victoria clara, con buen juego, con autoridad. También con una sensación: la posibilidad del título se la quitaron los árbitros... En cualquier caso, aplausos y gracias. Otra vez...

Ringo, eterno...



Ringo Bonavena está en todos lados. En las paredes que lo retratan, sobre la calle Luna, o sobre cualquier otro rincón de los Barrios del Sur de la Ciudad de Buenos Aires. Su cara sonríe, su cuerpo grande ofrece esa piña que conoció Alí y que asombró al mundo. Miente la vieja noticia que dice que se fue para siempre, a los 33 años, en aquel asesinato del 22 de mayo de 1976 en las oscuridades del Mustang Ranch, un cabaret de Reno, en el estado de Nevada, Estados Unidos."Ringo está acá, Ringo es nosotros", dice -emocionado- uno de los tantos socios de Huracán que impulsaron una idea sin objeciones: que la popular local del Palacio Ducó se llame así, como él. Ringo Bonavena.

El detalle no se parece a una casualidad: con capacidad para 21.000 espectadores es la popular más grande del fútbol argentino. Sí, la Bonavena. La de su Globo. La de su Huracán. Ese espacio cuenta su dimensión, su lugar en la cultura popular. Sirve un dato: su velatorio en el Luna Park resultó la manifestación popular más numerosa entre los dolores y los horrores de la última dictadura.

Los que mucho conocen de la historia de Huracán lo comentan ahora, días de recuerdos: en los años setenta, cuando Huracán sumó su undécimo título de la AFA (aquel memorable Metropolitano del 73, con Menotti como ideólogo y con Houseman como perfecto mago), Ringo se entrenaba con el plantel, decía que quería jugar. "Se la pasábamos siempre, quería hacer su gol, a veces lo dejábamos pasar", cuenta Daniel Buglione, marcador central del Equipo de los Sueños. En las tribunas, el grito era unanimidad y orgullo: "Somos del barrio / del barrio de La Quema / somos del barrio de Ringo Bonavena".

Bonavena era un autodidacta en materia de promociones y desparpajos, señala Horacio Pagani, quien mucho lo conoció. Era el principal vocero del club que adoraba. Resultó también un adelantado: sehizo gerente de marketing de Huracán mucho antes de que el marketing se acercara al fútbol. La contratación de Daniel Willington fue una de sus búsquedas sin inhibiciones. Le gustaba aparecer con la camiseta de Huracán en cuanto lugar lo invitaban y jamás se olvidaba de mencionar al Globo de Newbery en cada programa al que lo convocaban. Como en el de Pepe Biondi, líder de audiencia, en el que Ringo mucho se parecía a un humorista más. Puro carisma.

Era más que un boxeador. Se trataba de un personaje que contenía a varios personajes. Guapo, pendenciero, intenso, campeón sin corona, porteño de ley, dueño del show. Lo demostró todo en aquel 7 de diciembre de 1970 frente al gigante Ali,con récord de rating para la televisión argentina. Canal 13 sumó entonces 79.3 puntos, una cifra sólo posible en instancias decisivas de la Selección en un Mundial (la marca recién fue superada en la Copa del Mundo de 1990, durante la semifinal entre Argentina e Italia). La caída ante Alíno tuvo impronta de derrota: la derrota fueincapaz de dañar la indomable leyenda de Ringo.

Trasladóla popularidad de los estadios al tantas veces hermético espacio del ring. Bonavena era un audaz. Ilimitado adolescente, pibe de barrio, desmesurado y divertido charlatán, amigo sin quebrantos. Se animaba a desafiar a todos. En cualquier calle del mundo. Antes de enfrentar en el Madison Square Garden a Ali, se paseó con un toro por la Quinta Avenida de Nueva York. Y hasta lo trató de gallina a su rival. En el mítico estadio de la Gran Manzana se escuchó el grito de guerra de los que viajaron y de los que aprendieron a adorarlo a la distancia: "Rin-go / Rin-go / Rin-go". En Buenos Aires, ni los vagabundos caminaban las calles. Había que ver a Ringo. Los 20.000 espectadores de aquella ocasión lo sabían o lo aprendieron mirando: estaban en presencia de un guapo de verdad, que podía levantarse cada vez que lo tiraran y que podía derribar al invencible, al mejor de la historia. La épica del pibe de barrio.

Era exagerado, intenso. En la biografía Díganme Ringo, de Ezequiel Fernández Moores, se reproduce una declaración que lo muestra en su costado más bravucón, más jactancioso: "No hay en América ningún pesado que pueda inquietarme; no existe nadie en mi horizonte a no ser Clay. Yo quiero al negro porque no me gustaría terminar como tantos otros caminando solo por la calle con los bolsillos llenos de pelusa. Tengo una renta de 300 mil pesos viejos por el alquiler de quince departamentos, un auto Mercedes Benz que vale siete millones de pesos y dinero bien invertido". Le gustaba alardear. Se sentía cómodo, aunque lo miraran de reojo por cuestiones de origen. "Pío, pio", les decía a los quejosos. Y los invitaba a que se callaran...

La revista El Gráfico contó una verdad en su tapa cuando perdió con Alí: "Así cae un hombre". La caída de Ringo de La Quema fue también otra cosa. Las piñas que a él le pegaban les dolían a todos en Parque de los Patricios y zonas de influencia. Ese dolor compartido resultaba una expresión del sentido de pertenencia. "Ringo abría el bolsillo siempre que veía a algún vecino o a algún quemero en la mala", dicen quienes vivieron sus días, quienes caminaron sus mismos empedrados. Para todos ellos, él sigue latiendo hecho memoria o tribuna o anécdota. O todo junto.

Texto publicado por el Fundador del blog en Clarín.

martes, mayo 17, 2016

Pedro, el especialista


Un penal, patea Pedro Barrios, es gol. Una postal de los años noventa. Con el el uruguayo -el defensor con más goles en la historia del club- como protagonista.

domingo, mayo 15, 2016

Que la próxima vaya adentro, Wancho



Huracán convirtió apenas tres goles en sus últimos nueve encuentros (incluyendo Libertadores y torneo local). Los dos en Medellín frente a Atlético Nacional y en el Ducó ante Unión. Muy poco. Casi nada. En ese dato (más allá de los perjuicios arbitrales) se explica la falta de victorias. Es cierto, también el azar está jugando su partido. En contra...

viernes, mayo 13, 2016

Palabras para una emoción de todos



Patricio Toranzo, tras su regresos frente a Unión. Emoción, lágrimas, corazón, palabras. Para recordar siempre.

Retrato de un regreso sin olvido


La primera escena posterior al partido sirve de retrato: ahí, en el campo de juego, Patricio Toranzo solloza, ofrece sus lágrimas a modo de agradecimiento para toda esa gente que -bajo el frío de un viernes en la noche de Parque de los Patricios- grita su nombre, que lo aplaude, que le brinda esa ovación que lo abraza. Es el regreso del Pato de La Quema, del 18. Tres meses después del accidente en Caracas en el que su vida caminó por la cornisa, él está de nuevo jugando. Y está bien, entero, intenso, preciso, con unas ganas que no le caben en el cuerpo. La precisión -a juzgar por esos 12 minutos en los que participó- está intacta. La impresión resulta inequívoca: está para jugar en ese Huracán de luchadores que se anima a todos los desafíos, a pesar todo.

“Fue muy duro todo lo que pasó. Y es muy emocionante todo esto. Hay cosas que conté. Y hay cosas que me voy a llevar al cajón, seguro con la bandera de Huracán. También por eso creo que este fue el partido de mi vida...”, son sus primeras palabras posteriores a ese retorno que no tendrá olvido. “Siempre creí en esto. Y acá estoy... Les quiero agradecer a todos. A mi familia, a mis amigos, a toda esta gente...”, recuerda. Las lágrimas lo acompañan a modo de testimonio complementario.

Dice que se sintió bien. Y eso es una verdad. Con él en el campo de juego Huracán se asomó a esa victoria que mereció. Pero que no pudo alcanzar. Por dos razones fundamentales: la primera, Unión golpeó cuando nadie lo esperaba, en la última jugada del primer tiempo; la segunda, a Huracán le faltó precisión en los últimos metros.

Hubo un partido antes de la emoción vinculada al regreso de Toranzo. Con un Huracán que hizo el gasto en nombre de la victoria, que tuvo la pelota (61 a 39 por ciento fue la ventaja en la posesión), que llegó más. Y con un Unión ordenado que priorizó su tarea defensiva y apostó a sorprender de contraataque o con la estupenda pegada de Malcorra.

Fue un poco más el equipo de Domínguez. Es cierto. Pero falló en ese lugar en el que se definen los partidos: el área ajena. La impresión es clara: cuando Abila no es el implacable Wanchope a Huracán el gol le cuesta demasiado. De hecho, ante Unión, su único grito llegó facilitado por un roce en Zurbriggen tras un fuerte remate de Espinoza. Para colmo, cuando Abila convirtió -tras un rebote de Nereo Fernández ante un remate de Romero Gamarra- el árbitro Paletta le anuló el gol por un off side que no fue tal (habilitó Emanuel Britez). También por eso a Huracán se le negó la victoria. Pero no la emoción, claro: el regreso de Toranzo fue un triunfo de todos. Y una emoción para guardar, también.

Texto publicado por el Fundador del Blog, en Clarín.

Un punto escaso



Huracán 1 - Unión 1
Era para ganar. Se empató. Faltó precisión en el lugar donde los partidos se definen: el área. El futuro espera...

domingo, mayo 08, 2016

Empezar de cero



Boca 0 - Huracán 0

Después de los golpes arbitrales y de la eliminación mal nacida en la Libertadores, Huracán comienza una nueva etapa, otro desafío. Quedan, después de este empate que pudo ser victoria, dos partidos y una prioridad: la Copa Argentina: allá vamos...

jueves, mayo 05, 2016

Wanchope, directo al Premio Puskas



El golazo de Ramón Abila frente a Atlético Nacional. Desde ya, candidato al Premio Puskas de la FIFA al mejor gol del año.

miércoles, mayo 04, 2016

La tapa para un despojo

El árbitro José Argote, partícipe esencial de la eliminación de Huracán frente a Atlético Nacional, en la tapa del diario Olé. Retrato de un despojo.

Palabras para explicar un robo



El análisis de Eduardo Domínguez. La bronca de todos. Palabras para explicar un robo. O algo así...

"Argote nos dijo cagones"



La denuncia de Marcos Díaz. Es grave: el árbitro José Argote les dijo "cagones".

martes, mayo 03, 2016

Breve retrato de un bochorno


Copa Libertadores: Atlético Nacional 4-Huracán 2
Terminó en derrota y en desencanto la aventura de Huracán por la Libertadores. Cayó -tras un partido polémico y que concluyó en escándalo al final- 4-2 ante Atlético Nacional y se despidió en los octavos de final. Al cabo, se despidió con toda la bronca. Pero al modo que impuso este plantel: luchando.

No era un partido más para Huracán. La cita tenía la relevancia de una eliminatoria y cierto carácter histórico: desde las semifinales de 1974 que el Globo de Newbery no se asomaba en estas instancias de la máxima competición continental. La experiencia valiosa de la Sudamericana del año pasado se parecía mucho a un impulso y a una experiencia para capitalizar. En definitiva, el mismo plantel que logró dos títulos en su recorrido de menos de tres años (la Copa Argentina en 2014 y la Supercopa en 2015) tenía bajo el cielo de Medellín la posibilidad de agregarle otro capítulo para abrazar como a los mejores recuerdos. Pero no. No pudo ser. Un arbitraje lamentable y un segundo tiempo en desventaja numérica lo terminaron condenando.
De todos modos, Atlético Nacional volvió a demostrar lo que es: el gigante indomable de esta Copa. El campeón de Colombia, el mejor de la primera fase, el equipo sin goles en contra en sus siete partidos anteriores, el que sumaba 19 victorias y apenas un empate en sus últimos 20 partidos en casa. Anoche, ganó de nuevo. Para seguir con esa impronta de equipo invencible.
El primer tiempo mostró un partido que fue una mezcla de los últimos dos duelos: parejo. Atlético Nacional -local y patrón- intentó llevar el peso del partido, de asumir el rol protagónico. Pero en varios tramos se encontró con un Huracán que presionaba alto y que se animaba a complicarlo, que llegaba, que inquietaba.
A diferencia de lo que se anunciaba en Colombia, el equipo de Domínguez no salió a defenderse con exclusividad. Cuando tuvo la pelota, lastimó. Con la velocidad de Espinoza, con la precisión de Bogado y de Montenegro, con la tenacidad de Abila.
Tuvo una virtud Huracán en esa estapa: golpeó justo después de que lo golpearan. A los 24 minutos, estaba en desventaja (discutido penal de Bogado a Guerra, convertido por Ibarbo). Menos de dos minutos después fue, edificó con Wanchope y con Bogado una buena jugada que resolvió sin dudas Espinoza. Uno a uno.
El segundo tiempo estuvo condicionado por un pésimo arbitraje de José Argote y por la expulsión de Federico Mancinelli, a los 6 minutos. Desde entonces, Atlético Nacional encontró los espacios y Guerra, dos goles (dos grandes definiciones). Parecía que lo tenía a disposición para noquear al equipo argentino. Pero no. Había más espacio para el suspenso. Wanchope hizo un golazo, a través de una acrobacia y puso el 3-2. Y entonces, contra todo y contra todos, Huracán fue. Tras las pasos de otro capítulo épico. Lo tuvo en un rebote Abila, pero la pelota se fue por arriba. No pudo ser. Lo liquidó Copete sobre la hora. No alcanzó ese coraje, esa intensidad que ofreció Huracán hasta el último de los suspiros...

lunes, mayo 02, 2016

Allá vamos



El anuncio del partido de mañana frente a Atlético Nacional, el Medellín. Así nos ven en Colombia.