lunes, marzo 17, 2008

Así se marca a Riquelme


Había una pregunta que se repetía después de cada partido destacado de Juan Román Riquelme: ¿cómo hay que marcar al líder creativo del fútbol argentino? Se consultaron especialistas, entrenadores, jugadores que lo habían anulado ocasionalmente como Mariano Herrón y habituales opinadores del planeta futbolero. Coincidían todos: "Es muy difícil". Incluso lo sostenía el técnico de Huracán, Claudio Ubeda. Pero el ex marcador central tenía una receta: no dejarlo pensar, hacerlo jugar incómodo, bajo presión en cada rincón y en cada minuto. Sin persecuciones, pero con un hombre destinado específicamente para que ejecutara la parte principal del plan: Hugo Barrientos, el capitán. Y así, con esa idea, con ese intérprete y con sus socios defensivos siempre atentos, Huracán neutralizó a Román.
Barrientos es bravo, sólido, férreo, metedor, lúcido. Resulta, a esta altura de la temporada, el emblema de un Huracán cuyo rasgo fundamental es su capacidad de lucha, a contracara del presunto paladar negro de otros tiempos. Sucede que Barrientos, además, juega como si hubiera nacido en Pompeya y su potrero de la infancia hubiera sido la canchita frente al monumento a Ringo Bonavena, en pleno Parque de los Patricios. De ese modo, con esa impronta, lo enfrentó al crack de Boca. Lo arrinconó, lo anticipó, lo rozó sin inhibiciones ni deslealtades. Le mostró que respeto no es lo mismo que dejar hacer.
En ese contexto, Riquelme recorrió dos caminos. Primero, retrocedió mucho para recibir la pelota. Consecuencia: perdió capacidad de influencia cerca del área y de sus delanteros, Rodrigo Palacio y Martín Palermo. Segundo, procuró descargar sobre los costados, con la aparición de los laterales. Consecuencia: se fastidió con Jonatan Maidana y con Fabián Monzón.
Hubo una curiosidad en el partido: a pesar de que el diez de Boca no tuvo el brillo de otras ocasiones, el equipo de Carlos Ischia generó casi una decena de llegadas de peligro. Esta vez, a diferencia de muchas otras, encontró variantes más allá del rendimiento de su estratega.
Queda otra impresión: el Diego Maradona, por sus dimensiones más reducidas, no es el mejor estadio para el lucimiento de Román. Es raro: allí, en Juan Agustín García y Boyacá, jugaban las inferiores del club en el que se formó, Argentinos Juniors. Un detalle añadido: el estado del campo de juego no permitía parar la pelota en un solo tiempo, picaba muy mal. Y en ese escenario, entre los pozos, un tal Barrientos respondía con tenacidad y constancia a aquella pregunta que tantos se hacían: así se marca a Riquelme...

Texto publicado en Clarín por el autor del Blog.