lunes, marzo 04, 2024

¿Y ahora?


Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - 9na. Fecha: 

Instituto 2 - Huracán 0, en el estadio Juan Perón de Alta Córdoba.

Algunos apuntes del partido. Algunas explicaciones para una derrota que duele:

1) Huracán mereció ganar, más allá de la cruda realidad del resultado.

2) Huracán no jugó bien. No estuvo ni cerca de lo ofrecido en el Palacio durante el estupendo primer tiempo contra Banfield.

3) Le anularon mal un gol que servía de 1-1 y de mucho más por el tiempo que restaba.

4) Roffo, el arquero del equipo de Dabove, fue la inequívoca figura del partido. También un síntoma de dónde estuvieron la mayoría de las llegadas a fondo.

5) El partido se perdió en las áreas, claramente. Por lo mal que defiende Huracán en las pelotas paradas (un error de herencia) y por la falta de precisión frente al arco rival. También es cierto: el azar jugó para el local.

Eso, básicamente eso. Y la sensación de vacío que dejó la derrota. El Top 4 está demasiado lejos. Sólo resta hacer cartón lleno en las cinco fechas que faltan y rezar. 

En el medio se cruzará la Copa Argentina, un objetivo que debe ser prioritario. Ojalá que Kudelka, que iniciará ahora su tercer ciclo en Huracán (tras la finalización del interinato de Coyette), tenga clara esa cuestión. Debería saberlo: él fue parte de la conquista de esta Copa en 2014 (dirigió los primeros cuatro partidos y dejó al equipo en las semifinales, tras eliminar a Estudiantes en Formosa)...

Por eso queda una pregunta latiendo: ¿y ahora?

jueves, febrero 29, 2024

Elegimos creer

 

Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - 8va. Fecha: 

Huracán 2 - Rosario Central 0

Algunos apuntes del partido. Algunos apuntes para creer:

1) Huracán jugó claramente su mejor partido en el torneo y en mucho tiempo. La Primera mitad, un lujo. La segunda, pura autorida.

2) El gol del 2-0 convertido por De la Fuente fue una joya por la gestión colectiva y por la definición, también. Quizá el mejor gol desde aquella maravilla ante Racing en 2009, gestada por Los Angeles de Cappa y resuelta por Defederico. 

3) En el Palacio, Huracán es un equipo confiable. Lo cuentan los resultados: perdió uno de sus últimos once partidos; los otros, siete victorias y tres empates. Marcó 14 goles, recibió 4 y obtuvo 9 vallas invictas. 

4) Huracán enfrentará en las próximas tres fechas a los equipos que a esta altura se ubican en los primeros tres lugares del Top 4 que clasifica a los play offs. El lunes, ante Instituto, en el Juan Domingo Perón de Alta Córdoba; luego frente a Argentinos, en Parque de los Patricios; y cierra esta serie determinante contra Barracas Central, quizá en el Palacio, pero sin Quemeros.

Veremos...

Por lo pronto desde acá, a la salida de nuestro estadio, elegimos creer...

sábado, febrero 24, 2024

¿No nos ganan más?

 

Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - Fecha de los Clásicos: 

Huracán 0 - San Lorenzo 0

Algunos apuntes del partido:

1) Merecimos ganar a pesar de no jugar bien.
2) San Lorenzo pensó todo el tiempo en el cero propio, jugó en función de eso, hizo tiempo.
3) Ellos festejaron el empate como se hizo tendencia y paradigma de este tiempo, ya casi una década quizá,
4) El arbitraje fue más complicado para Huracán que el propio rival.
5) Nos falta gol.
6) Sabemos cuál es la base: el arquero Galíndez, los centrales (Tobio y Carrizo), los chilenos (Echeverría y Alarcón) y Nacho, incluso a pesar de las desventajas físicas. 
7) Nada para reprochar en términos de la intensidad. Así se juegan este tipo de partidos.

Y algunos detalles del nuevo paradigma del Clásico de Barrio Más Grande del Mundo:

1) Nos ganaron un partido de los últimos 12. 
2) En el Palacio nos ganaron uno en los últimos 15 años. 
3) Desde 1976 (el año del Récord Guinness: cinco triunfos en clásicos en un mismo año calendario), se transformó en el más parejo de todos los clásicos del fútbol argentino.
4) En Copas Nacionales que es lo que se jugó en esta ocasión:
4.1) Nos ganaron en cuatro partidos de 16.
4.2) En títulos: gana Huracán 8-2.
4.3) Les dimos dos vueltas olímpicas en el desaparecido Gasómetro (1943 y 1944).
4.3.1) En la Copa Competencia Británica - George VI FA Trophy, Huracán venció a Boca por 4-2 en la final. Tucho Méndez, emblema y figura de aquel encuentro disputado en Boedo, recibió la Copa de manos del embajador británico David Kelly en nombre del rey (el mismo de la película El dicurso del Rey), de la Football Association (FA) y de el International Board (IFAB). En el Gasómetro había más de 86.000 personas, récord para un partido de Copa Nacional de la AFA.

Queda escrito. Que quede claro...

Por eso, la pregunta: ¿no nos ganan más?

jueves, febrero 15, 2024

Aquel homenaje tardío...

René Houseman, en la popular Ringo Bonavena. Una postal de hoy. Y de siempre. Un saludo que dura toda la vida.

No le crea. Ese hombre de piernas flaquitas le está mintiendo. Se hace el cansado, el perdido, el desorientado. Como antes, como siempre. Cuídese, parece frágil. Pero en cualquier momento le demostrará que todo es apariencia, que su versión real es otra. Y entonces, su mentira se desnuda: ese señor de 47 años que lucen como más, pequeño, que parece en desventaja física, amaga y suelta un pase preciso, perfecto, que deja en soledad con el gol a Claudio García... Claro que no es el mismo, no podría. Pero no importa, mantiene su esencia pícara. Por eso, enseguida llegará el tributo espontáneo de hinchas que lo vieron y aquellos que lo imaginaron porque el calendario les impidió disfrutar de sus mentiras:

"Chupe, chupe, chupe/no deje de chupar/El Loco es lo más grande del fútbol nacional...".

El Loco es el inolvidable René Houseman, ese futbolista que fue paradigma del wing, disparador de ilusiones, orgullo villero, inventor de imposibles, constructor de mitos, alimentador de leyendas. Ayer, mucho más tarde de lo merecido, en el estadio Tomás Ducó, 7.000 personas lo homenajearon en un partido que fue tributo y recuerdo. Lo acompañaron ilustres como Bochini, Burruchaga, El Negro Ortiz, Olarticoechea... También estuvieron amigos y compañeros de los días de gloria en Huracán —donde René jugó 277 partidos e hizo 109 goles— y de la Selección, con la que disputó los Mundiales de 1974 y 1978: Woff, Barbas, Viberti, Dante Sanabria, Roque Avallay, Buglione, Chabay... Otros referentes más cercanos de Huracán: Quiroz, Herrero, Víctor Delgado, Wiktor... Y el preferido del Hueso en el Huracán de hoy: Juan Carlos Padra.
Claro que el partido fue apenas una anécdota, una excusa para decir gracias a ese muchachito que en el verano del 73 llegó a Huracán, procedente del Defensores de Belgrano campeón de la Primera C, y enseguida construyó un idilio con esa gente que quería concluir con 45 años de espera y postergaciones. Fue campeón y figura ese mismo año con las armas que luego lo inmortalizaron: gambetas, amagues, movimientos de cintura, rivales por el piso, pases al milímetro, goles.
Hoy, el tiempo y el desgaste transformaron el brillo en la sombra de su gloria. Pero el vínculo con el hincha es inalterable, una fidelidad que el tiempo no puede corromper. Por eso los aplausos inmediatos ante cada aparición de este hombre que se crió en los potreros del Bajo Belgrano, en La Pampa y Dragones. Por eso la ovación cuando hace la recorrida por cada tribuna este delantero único que dejaba grabando en el vestuario las transmisiones de radio para, después, en su casa, escuchar los relatos de sus goles. Por eso el grito repetido pidiendo su vuelta y agradeciendo su incondicionalidad, esa que hoy es escasa o no existe:

"Al equipo del Loco lo vamoa'' alentar/no se vende/porque es hincha de Huracán...".

Ahí, en esa cancha que lo vio sonreir y hacer sonreir, René volvió a gozar y a jugar. Su equipo ganó 3 a 2, el señor de la raya participó en dos de los goles y se asoció con su niño mimado, Padra. "Pedí el cambio a los dos minutos, pero no me dejaron salir. Estaba muerto, viejo", se rió Houseman sobre su actuación.
Y aunque la fiesta debió interrumpirse porque la gente comenzó a ingresar cuando se anunció un nuevo ingreso de René, él no dejó escapar una queja ni el más mínimo fastidio. "Me vienen a abrazar a mí", dijo antes de meterse en el vestuario. Ya un poco más serio, dejó el mensaje formal a través de los altoparlantes:
—Gracias por venir. Sólo quería darles un rato de felicidad.
Quedate tranquilo René, siempre fuiste un fabricante de felicidades ajenas.

Texto publicado por el autor del Blog, en Clarín, en ocasión del homenaje a René Houseman.

Post publicado desde Ciudad del Cabo, Sudáfrica.

viernes, enero 26, 2024

Comienzo de protagonista

 

Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - Primera Fecha: Banfield 0 - Huracán 2, en el Florencio Sola.

Tres puntos, dos golazos, el arco invicto. Todo ante un rival que llevaba diez partidos sin derrotas y había tenído el arco menos vencido en la pasada Copa de la Liga. 

Datos duros que definen un triunfo merecido por varias razones: voluntad de búsqueda, paciencia para esperar el momento, oficio para manejar el partido en ventaja, cambios satisfactorios y un Willy Alarcón que demostró -con sus goles y su fútbol- que es un futbolista de jerarquía internacional.

Es un primer paso, claro. No alcanza para un balance ni para definiciones concluyentes. Pero quedó claro que Huracán es un equipo serio y con una idea de juego definida: ser protagonista, atacar siempre sin regalarse nunca. Más allá de errores puntuales, fue una actuación convincente, que entusiasma, por supuesto.

Queda otra impresión respecto del objetivo de este equipo: como quiere su gente, va por la Estrella 14. Nada menos.

El tiempo dirá si se trata o no de una exageración... Por ahora es eso: una ilusión que nace con indicios muy favorables.

///

El podio: 

1) Willy Alarcón.

2) Nacho Pussetto.

3) Hernán Galíndez y Lucas Carrizo.

sábado, enero 20, 2024

Una Copa y varios entusiasmos

 


Serie Río de la Plata 2024 & Pretemporada

Huracán realizó la parte más intensa de su pretemporada bajo el cielo de Montevideo. Participó de la Serie Río de la Plata (competición avalada por la AUF) en la que ganó la Copa Agustín Peña. 

Lo más importante, de todos modos, es que quedaron varias sensaciones positivas: la primera es que hay un claro equipo base; la segunda, que hay un recambio mejorado; y la tercera es que se realizó -otra vez de la mano del Director Deportivo, Daniel Vega- un valioso mercado de pases. 

La llegada del arquero del seleccionado ecuatoriano, Hernán Galíndez, es en principio la mejor de la noticias recientes. Sus antecedentes, sobre todo los más cercanos, lo avalan: entre 2021 y 2023 participó del primer título en la historia del Aucas (fue el arquero menos vencido de la competición) y con Ecuador fue titular en el Mundial de Qatar (la segunda mejor actuación histórica del Tri en la máxima cita; con una valla invicta en el triunfo ante el local, incluida) y, antes se ganó el puesto en la Copa América de Brasil (tercera mejor participación en la historia; llegó a cuartos de final) y en las Eliminatorias (tercera mejor participación en la historia). Su potencia física y su altura (1.89) ofrecen la sensación que el equipo necesitaba en el arco: seguridad. 

Los demás refuerzos amplían el plantel: De la Fuente para pelear la titularidad con Souto en el lateral derecho, Guillermo Burdisso como primera alternativa para la zaga (Tobio-Carrizo), Toledo como variante para cuando Chile convoque a los dueños de nuestro eje central (Alarcón-Echeverría) y Garate -autor de un gol en la primera pelota que tocó- para cubrir el puesto de centrodelantero que deja el Zorro Cóccaro, transferido al Montreal FC, máxima campeón de Canadá y participante de la MLS y la Leagues Cup. 

No es poco. Para nada.

Es más: invita al entusiasmo también la propuesta de atacar sin regalarse.

El detalle de la gira por Montevideo, Uruguay:

- Copa Agustín Peña - Serie RdP: 2-1 frente a Danubio.

- Copa Maicol Cabrera - Serie RdP: 2-3 contra Liverpool, campeón uruguayo. Huracán jugó con suplentes.

- Amistoso: 2-1 a Racing de Montevideo.

///

Ahora llega el turno de lo importante: la Copa de la Liga en la que Huracán irá tras los pasos de la Estrella 14. El debut será el viernes 26 frente a Banfield, en el Florencio Sola.

El equipo está en marcha. Y con buenos síntomas iniciales...

domingo, diciembre 03, 2023

A empezar de nuevo...

Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - Cuartos de final: Huracán 1 (2) - Platense 1 (4).

Jugó el azar al final, para el empate de Platense. Jugó la maldición de los penales que carga Huracán en su historia (sacando la épica de la Copa Argentina 2014, Huracán ganó una de las otras 15 definiciones que disputó, incluidas dos muy dolarosas: por la permanencia contra Italiano, en 1986; y la final de la Sudamericana 2015, contra Independiente Santa Fe, en Bogotá). Jugó también cierta incapacidad para resolver el partido: primero por falta de definición en situaciones ventajosas y luego por falta de oficio para llevar el desarrollo final al terreno conveniente.

Pero ya está, ya pasó. Seguimos estando en el Top 5 de los más campeones de Copas Nacionales, con ocho trofeos (incluida la AFA/FA como la Competencia Británica de 1944). Seguimos demostrando que con este equipo se puede protagonizar. Y seguimos demostrando, de todos los modos, que Huracán es de una sola categoría: de Primera.

Después de la pena y del desencanto, llegará el balance, la autocrítica, las valoraciones...

Pero lo más importante llegará apenas luego: la necesidad irrenunciable de empezar de nuevo... Y con objetivos grandes.


 

sábado, noviembre 11, 2023

De Primera: a por la Estrella 14


Copa de la Liga de Campeones del Mundo, décimotercera fecha: Huracán 1 - Arsenal 0, en El Palacio.

El año de vaivenes, de vértigos, de cambios, de entusiasmos rotos al nacer, de angustias, de golpes, de malas decisiones, de aciertos tardíos que llegaron justo a tiempo, se termina en su primera etapa del modo en el que toda esa gente que acompañó en las peores y bajo la lluvia de malos resultados merecía: con la certeza imprescidible de que Huracán es de Primera, por supuesto. Como manda su historia grande.

El 1-0 ante Arsenal, la suma de 10 de los últimos 12 puntos disputados, permitieron ese desahogo de todos. De los de adentro y de los del contorno. En un inmenso abrazo imaginario que nos garantiza ya no sólo la décima temporada consecutiva desde nuestro último ascenso (aquel del 4-1 ante Atlético Tucumán, en Mendoza, tras ganar la Copa Argentina ante Rosario Central, en San Juan) sino también la posibilidad de ir tras los pasos de la Estrella 14.

La primera cita de ese pretendido recorrido en es el Monumental José Fierro, ante el mismo Atlético Tucumán, por la última fecha. Un punto le alcanza a Huracán para acceder a los cuartos de final. Incluso podría clasificarse incluso perdiendo. Se verá. Tenemos una certeza: habrá que jugar este partido y los que eventualmente continúen del mismo modo que nos trajo hasta acá: con intensidad de final, de que no hay mañana, de que todo se resuelve en ese partido.

Así, con cada encuentro. Con todos, con los goles del Zorro y de Mazza; con la jerarquía de los chilenos, Eche y Willy; con una defensa que debe volver a mostrarse consolidada como en el inicio de esta Copa de la Liga; con partidos de grande del arquero y capitán, Chaves; con la templanza de Diego Martínez, con la magia de Nacho que volvió para rescatarnos...

Pero no sólo a eso vino Pussetto, nuestro siete bravo desbordando al costado de la Houseman. Lo dijo él. Lo soñamos. Vamos por el título. Por la Estrella 14. Nada menos...

viernes, noviembre 03, 2023

Monumental Huracán



Copa de la Liga de Campeones del Mundo, duodécima fecha: River 1-Huracán 2, en el Monumental.

Tras el empate sin goles y sin fútbol, pero con desenlace con sensación de angustia, ante Barracas Central, Huracán tenía en su horizonte inmediato el partido más complejo posible, contra River, el mejor equipo del año, con 20 victorias seguidas como local en el Monumental.

Muchos sostenían, en la antesala, que hasta el empate servía. Pero había que confiar. Tenía que aparecer una respuesta con autoridad, propia de un equipo convencido...

Y eso fue lo que sucedió bajo el cielo nocturno de Núñez: ganó el Globo de Newbery, que sacó a relucir ese pedazo de la historia contra River que señala épicas favorables: 2-1 en finales mano a mano, con una vuelta olímpica contra La Máquina, de visitante, en 1942; y otra en 2015, en San Juan, contra el River de Gallardo. En series semifinales, también, arriba Huracán: con ese global de 3-2 (1-0 en el Monumental; 2-2 en el Palacio) en la Sudamericana de 2015. También aquellos días de Derlis Soto en los que Huracán impidió dos vueltas olímpicas de Los Millonarios.

Un golazo de Mazzantti, tras un centro de Fértoli; una aparición con definición impecable de Alfonso, tras otro centro de Benítez. En el medio, la amargura del gol de tiro libre de Pity Martínez, que -al cabo- quedó apenas reducido al carácter de detalle decorativo.

Y Huracán ganó porque creyó. Porque se aferró a una idea y la sostuvo con tenacidad. Porque se defendió con todos sus futbolistas detrás de la línea de la pelota sin inhibiciones de estilo. Porque peleó en cada rincón del campo de juego. Porque si bien River dominó el terreno y la pelota, apenas consiguió patear al arco de Chaves en cuatro oportunidades (el gol, un tiro en el palo de Solari y dos atajadas del arquero).

Y ahora, a seguir. A garantizar la permanencia y después, justo después, a mantenerse en el Top 4 de la Zona A, para ir tras los pasos de la Estrella 14. Así, todo a ritmo de vértigo. Como sabe. Como aprendió después de tantos vaivenes.

Este Huracán puede. Lo demostró ante River. Porque fue Monumental. Y porque tiene con qué ir por más...

sábado, octubre 21, 2023

Con Nacho, a por todo


Copa de la Liga de Campeones del Mundo, décima fecha: Argentinos 1-Huracán 2, en el Diego Maradona.

Había que ganar del modo posible. Lejos del ideal, golpeado en el ánimo y en la tabla, tras un primer tiempo para cuestionar por varios días, sólo podíamos rescatarnos de un modo: a través de un superhéroe, nuestro superhéroe de estos días. Sí, claro: Nacho Pussetto.

Las derrotas ante Rosario Central e Instituto (primer tropiezo en el Palacio, en donde habíamos hecho cartón lleno hasta enfrentar al equipo cordobés) nos pusieron en la cornisa. Con sensación de angustia, de incertidumbre. La caída contra Estudiantes, en el Coloso Marcelo Bielsa, nos empujó afuera de uno de los objetivos: la Copa Argentina. 

Pero había más: dudas en el juego, grietas en la defensa, un gol al amparo del azar para Argentinos. Pero imposible. Parecía...

Pero no. Ahí, en la antesala del infierno, apareció Nacho, insólitamente relegado al banco durante los primeros 45 minutos. Corajudo, intenso, hábil, astuto, decisivo. Dos goles en un espasmo maravilloso: primero un cabezazo letal tras un centro de Mazzanti; después un penal con pelota de plomo resuelto con templanza de crack. Y dos a uno. Y victoria.

Y así, en esta montaña rusa en la que vive Huracán, de repente, quedó dos puntos arriba de Colón, uno arriba de Tigre e igualó con Sarmiento y Vélez en 41 unidades. Los cuatro rivales más directos perdieron, dos de ellos cambiaron de técnico y los otros dos fueron despedidos de modo hostil por sus hinchas. Sí, mejor imposible.

No sólo eso, con esta victoria imprescidible también se metió en el top 4 (quedó tercero en la Zona A). Nada menos.

Y en esto último también habrá que coincidir con Pussetto: "Vine para ser campeón". 

Desde acá, elegimos creer. Sobre todo ahora que volvió Nacho, Nuestro Superhéroe...

lunes, octubre 16, 2023

Huracán campeón, en modo Peaky Blinders

Agostos de 1929, Huracán -en su condición de campeón del fútbol argentino- se enfrentaba a Bologna -campeón de la Serie A italiana de la temporada 28/29. En Parque de los Patricios la victoria fue para los representantes de La Quema y de nuestro país: 2-1.

Alcorta y Luna, con hinchas en versión Peaky Blinders, colgados de la fábrica para ver desde afuera de la vieja cancha de madera. 

Una imagen, toda la magia.

Crédito: HuracánRetro.

sábado, septiembre 30, 2023

Ellos son Los Festejantes de Empates


Copa de la Liga, Fecha de los Clásicos (7a.): Festejantes de Empates 1-Huracán 1, en La Prefabricada.

Las imágenes del resumen del partido eximen de muchas palabras escritas.

Quedó claro quién es quién.

Sigue la lucha arriba, abajo y en la Copa Argentina.

Con todo lo demostrado en los tres partidos posteriores al tropiezo contra Independiente (0-1 en Avellaneda): los triunfos en el Palacio contra Gimnasia (2-0) y ante Vélez (3-0) y este empate ante los Nómadas (San Lorenzo up to 1979) que debió ser triunfo por el juego, por la actitud, por la intensidad. Pero no lo fue por otro bochorno arbitral, ya una tradición en cada visita a La Prefabricada.

Se recuerda en cualquier caso: nos ganaron una vez en los últimos 11 partidos... 


sábado, septiembre 09, 2023

Vamos de Copas...


 Copa Argentina: Huracán 5 - Racing 3, en el Mario Kempes de Córdoba.

Así, Huracán. 

Así.

Seguimos...

miércoles, septiembre 06, 2023

Nosotros, grandes

Huracán, campeón de 1921. La Década de Oro, en marcha.

Por Osvaldo Bayer*
En las dos primeras décadas del siglo XX, en apenas una generación, el fútbol se había acriollado definitivamente, igual que los hijos de los inmigrantes europeos. En cada barrio nacían uno o dos clubes. Se los llamaba ahora Club Social y Deportivo, que en buen porteño significaba "milonga y fútbol".

Los anarquistas y socialistas estaban alarmados. En vez de ir a las asambleas o a los pic-nics ideológicos, los trabajadores concurrían a ver fútbol los domingos a la tarde y a bailar tango los sábados a la noche.

El diario anarquista La Protesta escribía en 1917 contra la "perniciosa idiotización a través del pateo reiterado de un objeto redondo". Comparaban, por sus efectos, al fútbol con la religión, sintetizando su crítica en el lema: "misa y pelota: la peor droga para los pueblos".

Pero pronto debieron actualizarse y ya en la fundación de clubes de barriadas populares aparecieron socialistas y anarquistas. Por ejemplo, el Club "Mártires de Chicago", en La Paternal, llamado así en homenaje a los obreros ahorcados en Estados Unidos por luchar en pos de la jornada de ocho horas de trabajo. Fue el núcleo que años después pasó a ser el club Argentino Juniors, un nombre menos comprometedor. También en el club "El Porvenir", como el nombre lo muestra, estuvo la mano de los utopistas. Y el mismo Chacarita Juniors nació en una biblioteca libertaria precisamente un primero de mayo, la fiesta de los trabajadores, en 1906.

Por último, los viejos luchadores -ante el entusiasmo de sus propios adherentes ideológicos frente al nuevo juego- resolvieron cambiar de actitud y llegar a una nueva conciencia: practicar el fútbol, sí, porque es un juego comunitario donde se ejercita la comunicación y el esfuerzo común; pero no el fútbol como espectáculo, que fanatiza irracionalmente a las masas.

El fútbol siguió creciendo. Los tablones de las tribunas se iban superponiendo para dar cabida a más espectadores. Pero así como los argentinos jugaban cada vez mejor en el verde, así comenzaba a complicarse la organización fuera de la cancha. Los dirigentes juegan sus propios partidos y empiezan los cismas, las sospechas de árbitros comprados; los intereses creados van ocupando el lugar de lo que poco antes había nacido como deporte por el deporte mismo. El fútbol se capitaliza. A los jugadores -amateurs hasta es momento- se los retiene en los clubes por dinero, y los clubes que tienen dinero atraen a los mejores de los clubes pobres. Aparecen ya, a comienzo de los veinte, las categorías de clubes grandes y clubes chicos.

Pero, mezquindades aparte, el fútbol gana fronteras; primero hacia el interior, con los rosarinos, quienes quieren hacer en Rosario la capital del fútbol y juegan partidazos con los porteños. Luego, cruza el Río de la Plata y el duelo argentinos-uruguayos da origen a una rivalidad donde ya se habla de virilidad y debilidades, de "padres" e "hijos". Pero pese al antagonismo hay un término que los hermana y los hace inconfundibles: "fútbol rioplatense". Es la palabra mágica que evita la enemistad. Fútbol rioplatense: una manera distinta de jugar que va a dar que hablar al mundo.

En 1919 llega Boca. Primer puesto y una hinchada de oro que ya empieza a ser el jugador número 12. Nacía un mito y una realidad que tuvo su origen en un banco de la plaza Solís, del barrio genovés, cuatro años después que River. Sus modestos fundadores anduvieron de baldío en baldío, hasta lograr una canchita detrás de las carboneras Wilson, en la isla Demarchi. Desalojados de allí fueron a refugiarse a Wilde. Por último, luego de deambular de nuevo por la Boca fueron a parar, en 1923, a Brandsen y Del Crucero, el anticipo de la "bombonera". Azul y oro, la camiseta, y con los jugadores cuyos nombres pasan a ser historia: Tesorieri, Calomino, Canaveri y Garassino, quien jugó en los once puestos. 1920 une a los que serán eternos rivales. Campeones Boca y River, River y Boca. Uno de la Asociación; el otro de la Amateur. Los espectadores van a ver, más que a sus equipos, a sus ídolos.

Uno de ellos es Pedro Calomino, a quien los hinchas boquenses le gritan en dialecto xeneixe: "¡dáguele Calumín, dáguele!". Pero Calomino no se deja influenciar: se planta en la cancha, indiferente a las tribunas ansiosas de sus fantasías. Y cuando le pasan la redonda arranca por la punta, parece que frenara pero sigue dejando rivales que corren engañados para otro lado, cuando se caen. Y si un defensor se le pega, le hace "la bicicleta".

El otro ídolo es Américo Tesorieri: "Mérico", para la hinchada. Lo quieren ver saltar. Y Mérico les da el gusto: fino, flexible, plástico, es un elegante felino que complementa las curvas de la pelota con movimientos de ballet. Es un clásico, un arquero con música de Mozart.

Pero los riverplatenses también pueden presentar a su crack. Arquero, además. Es Carlos Isola, apodado "el hombre de goma" por su extraordinaria agilidad. Con increíble golpe de vista no ataja los goles, los adivina. Es más bien un artista de circo, trapecista y malabarista a la vez.

¿Quién de los dos, Tesorieri o Isola iban a representar a la Argentina en el Campeonato Sudamericano de 1921, en Buenos Aires?. Tesorieri, el de Boca, es el preferido. Y lo demuestra: el arco, invicto en todo el torneo. El final no podía ser de otro modo: Argentina y Uruguay. Y el gol de oro del uno a cero lo conseguirá Julio Libonatti, el rosarino. Un gol que enloquece a los 25.000 espectadores. Sí, 25.000 espectadores que consagran al fútbol como al espectáculo del pueblo.

Como no hay alambradas, el público invade la cancha en la pitada final, carga a sus hombros al héroe de Rosario y grita: "¡al Colón, al Colón!". Así es llevado el héroe desde el estadio de Sportivo Barracas hacia el centro. Pero a mitad de camino hay algunos a quienes el Colón les parece insuficiente y gritan: "¡A la Rosada, a Plaza de Mayo!". Y allá va la muchedumbre con el gladiador triunfante en hombros, a quien quieren consagrar César.

Pero Julio Libonatti no actuará ni de tenor ni en el escenario del Colón ni jamás traspasará el umbral de la Rosada. Lo comprarían los italianos para que juegue en el Torino. Así se iniciaba el éxodo de los mejores, un desangre colonial que todavía hoy -y más que nunca- sufre el fútbol criollo.

Huracán se llama el equipo que viene de un barrio proletario, Nueva Pompeya. La insignia es un globito, el globo de Jorge Newbery, el gentleman del aire que nunca volvió de su último viaje. El nuevo club se fundó en la vereda, y se escribía Huracán sin H. Poco conocimiento de la gramática pero mucho de la gambeta. En 1921 y 1922 se coronaron campeones de la Asociación Argentina. Tenían un crack indiscutible: Guillermo Stábile. Lo llamaban "el filtrador" porque venía desde atrás, en el ataque, y estaba adelante siempre para definir cuando la pelota llegaba al área. Más tarde, Stábile sería uno de los primeros que ejercería una nueva profesión: la de entrenador de fútbol.

En esa delantera de Huracán campeón también se hallaba otro artillero: Cesáreo Onzari, el del famoso gol olímpico. Será en 1924. Los uruguayos habían consagrado al fútbol rioplatense como "el mejor del mundo" al salir campeones de las Olimpíadas de París. Cuando regresaron, los argentinos los desafiaron y vencieron a los campeones mundiales por 2 a 1, con gol desde el córner de Onzari. Pocos días antes, en Inglaterra, se habían aceptado los goles por tiro de esquina directo. Uno de los goles más hermosos: habría que cobrarlos dobles por la belleza de la curva que hace el balón.

En 1922 otro nombre se consagra. Viene de Avellaneda. Se llama con orgullo Independiente. El nombre libertario contiene mucha protesta. Lo eligieron los cadetes y empleados argentinos de una gran tienda inglesa que no les permitía integrar el equipo de la casa. El nombre que adoptan y el rojo de la camiseta los hace peligroso para algunos. El club nació de una mesa de café del centro, en Hipólito Yrigoyen y Perú. Pero un terreno barato los llevó a Avellaneda, muy cerca de Racing. Y empezó la rivalidad y la identificación con la barriada proletaria. En 1926, el equipo rojo hace realidad el sueño de todos los futbolistas y de los hinchas. ¡Campeones invictos!. ¡No perdieron ningún partido!. Vengaban así el recuerdo del primer match oficial de 1907, cuando perdieron 21 a 1 contra Atlanta.

En el cuadro invicto estaban figuras que fueron directamente al paraíso: aquellos cinco mosqueteros de la delantera: Canaveri, Lalín, Ravaschino, Seoane y Orsi. Nacen los diablos rojos. Sus diabluras en el área levantan las tribunas populares, que los sabe de su misma extracción barrial. El "negro" Seoane los deja parados a todos los adversarios, y "Mumo" Orsi es quien rompe los piolines de las vallas adversarias.

Hasta hay payadores criollos que le cantan al campeón:

Ha de gritar el que pueda
siguiendo nuestra corriente
hurras al Independiente
del pueblo de Avellaneda.


Pero los rojos no hacen olvidar al Boca de 1925, proclamado campeón de honor por la Asociación. Ese año ha jugado en Europa; la gira inolvidable. Los europeos querían ver el fútbol rioplatense que habían puesto de moda los uruguayos. Y Boca no defraudó: 19 partidos jugados, 15 ganados y sólo tres perdidos.

Aunque lo mejor del fútbol argentino anda de viaje por Europa, los hinchas no tienen de qué quejarse, principalmente los de la Academia, que poseen una pareja derecha que no sólo se engolosina con sus malabarismos sino que también mete goles: Natalio Perinetti y Pedro Ochoa. Aquel cantor del Abasto, que ha llegado al centro, le dedica al lucido gambeteador Ochoa un tangazo: "Ochoíta, el crack de la afición".

1927 será el año de la unión del dividido fútbol y el triunfo del seleccionado argentino en el Sudamericano de Lima en toda la línea: 7 goles a Bolivia, 5 a Perú y tres nada menos que a Uruguay. Las puertas estaban así abiertas para ganar el Campeonato Olímpico de Amsterdam en 1928. Los argentinos se sentían fuertes y habían borrado sus complejos con los uruguayos. El seleccionado vuelve desde Lima en tren y el pueblo se concentra en Retiro. La alegría no tiene límites y el presidente Alvear olvida un poco los ademanes aristocráticos y se abraza con los Bidoglio, Recanatini, Carricaberry y Zumelzú, autores de la hazaña.

Pero ya los santos vienen marchando. Llevaban camiseta azul-grana y eran de Almagro. Campeones absolutos en la Asociación, unificada, donde ahora juegan todos contra todos. Nacieron como los "Forzosos de Almagro", atrás de la capilla de San Antonio, y pasaron a llamarse San Lorenzo, en homenaje al cura Lorenzo Massa, incansable alentador de los muchachos. Actualmente algunos hinchas menos devotos sostienen que el nombre del club se debe al combate de San Lorenzo.

De cualquier manera, agnósticos y creyentes olvidaban sus diferencias cuando los azulgranas meten un gol. Y todos están contestes en llamarlos "los santos", aunque los incorregibles enemigos de barrio cambien el calificativo por el de "los cuervos".

De "los santos" pasaron a ser "los gauchos de Boedo" y también "el ciclón" por aquella delantera que los llevó a la cumbre en el 27: Carricaberry, Acosta, Maglio, Sarrasqueta y Foresto.

Su rival de siempre, Huracán, le quitó el campeonato de 1928, pero al año siguiente el campeón vino de La Plata, de ahí "El expreso". Gimnasia y Esgrima. Origen de alcurnia. Caballeros de la alta sociedad platense que querían ejercitase en deportes viriles. Entre ellos encontramos a Olazábal, Perdriel, Alconada, Huergo, Uzal, Uriburu y un nombre para no olvidar; Ramón L. Falcón, el posterior jefe de policía, autor de la masacre de obreros de Plaza Lorea, el 1º de mayo de 1909.

Los señores juegan al fútbol con los marinos ingleses en el puerto próximo. Pero los años pasan y los apellidos ilustres son reemplazados por más populares y ya en las tribunas se mezclan los estudiantes platenses con los hombres emigrados de las pampas cercanas. El campeón alista a dos figuras que cumplirán una brillante trayectoria: el back Delovo y el delantero Francisco Varallo.

El fútbol y el cine se han convertido en las diversiones preferidas del porteño. Los cines se van abriendo en los barrios, y los clubes han salido definitivamente del potrero. Los tablones ya van siendo mal mirados por los clubes más ricos que van siendo tentados por el cemento. Independiente inaugura su estadio con capacidad para cien mil espectadores.

Pero no sólo al cine y al fútbol van los argentinos. En 1927, al igual que en todas las ciudades del mundo, el pueblo se vuelca a las calles para protestar por el asesinato de dos obreros; Sacco y Vanzetti, que son condenados a la silla eléctrica por la justicia norteamericana.

*Texto publicado en el libro Fútbol Argentino, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1990

sábado, septiembre 02, 2023

Lo dimos vuelta, la damos vuelta...


 Copa de la Liga de los Campeones del Mundo: Huracán 2-Colón 1.

Triunfo clave, decisivo, vital. Tras ir perdiendo por un gol azaroso, Huracán lo dio vuelta con dos goles del uruguayo Cóccaro, salió de la zona de descenso y es el puntero de la Zona A, en la que los cuatro primeros accederán a los cuartos de final.

Sí, todo eso. 

jueves, agosto 31, 2023

Retrato de los días oscuros


Por Marcos González Cezer
Cuando con los pibes de la hinchada fuimos a La Plata, a la cancha de Estudiantes, en el barrio nos dijeron que podía haber problemas. Nos contaron que ellos habían planificado una emboscada para robarnos las banderas y los bombos.

Sin embargo, nosotros estábamos confiados porque éramos un montón. Más de cien.
Ese día, además, viajaron con nosotros unos tipos amigos de mi hermano Hugo, que eran de la Juventud Peronista. Eran grandotes y estaban muy serios.

Antes de salir de Parque Patricios, de la puerta de la cancha de Huracán, los más grandes de la hinchada nos llamaron y nos contaron cómo habían planificado entrar a La Plata, dónde íbamos a dejar el camión y, especialmente, cómo se iban a cuidar las banderas y los bombos.
Cuando terminaron, agarré como siempre, como todos los domingos, el bombo más grande, el negro, ese que tenía pintado en rojo un enorme globo en uno de los parches, y con la manguera empecé a tocar.

Yo sabía que ese Huracán-Estudiantes no iba a ser un partido caliente más, y que ni siquiera importaba mucho el resultado.

El clima era otro, más espeso, denso, y se notaba en las caras serias, de los más grandes de la hinchada y de los amigos de mi hermano.

El viaje a La Plata fue tranquilo, pero cuando el camión se estacionó a cinco cuadras de la cancha, rápidamente, los de la Juventud Peronista agarraron las bolsas de las banderas y no dejaron que ninguno de nosotros se acercara.

Hablaron con los pibes grandes de la hinchada y empezamos la caminata al estadio.
Del partido y cómo salió no me acuerdo, pero sí de la pelea que tuvimos con la policía cuando, debajo de una bandera de Huracán, que estaba atada desde lo más alto de la tribuna al alambrado, apareció otra blanca, gigantesca, con letras negras y una sola palabra: Montoneros.

El Lagarto ligó un balazo en la pierna y vi a muchos amigos de mi hermano, esos de la Juventud Peronista, disparando desde las tribunas.

Fue de cowboys.

Hubo tanto lío que hasta salió en los diarios.

Perdí.

Y ahora estoy en un lugar que no sé cómo se llama.

Aquí hay sólo gritos, gemidos.

Estoy en un lugar que no sé cómo se llama.

Si les creo a los que escucho por las noches, el nombre es parecido al de un club.

O algo así. En verdad, no sabría precisarlo.

¿Un club? ¡Qué increíble!

Acá todo es negro. Hay ruidos a chapas y a pisadas en charcos. Hay mucho ruido a metal.

¿El Matador Kempes o el Pulpo Luque habrán empezado a hacer goles? ¿Los que festejan sus goles sabrán qué negro es el negro en este lugar?

Hace unos meses alcancé a ver (fueron sólo segundos) al Matador con los brazos en alto y a un tipo que tenía puesto un sobretodo y que reía mientras levantaba sus pulgares, que eran raros.

Reía como una hiena.

Aquí hay sólo gritos, gemidos.

Cuando las torturas me bloquean y casi no puedo respirar, me refugio en los recuerdos. Así siempre aparecen las imágenes de la hinchada, los cantos y las banderas.
La que más me ayuda es aquella en la que me veo con el bombo negro que tenía pintado en rojo el globito en uno de los parches, con el que me divertía y gastaba fuerzas mientras bailaba en los paraavalanchas de la tribuna.

Mi hermano Hugo tuvo suerte. Sus amigos lo ayudaron a salir a Uruguay. Desde ahí se fue a San Pablo. Tiempo después, viajó a España donde empezó a trabajar con otros exiliados. Ahí planificó el gran golpe de Suiza, en el ’79.

La selección argentina jugó un partido amistoso con Holanda, que la prensa llamó “la gran revancha del Mundial ’78”, que habían ganado los muchachos de Menotti. Volvió a ganar Argentina porque el Pato Fillol, que fue la figura, atajó varios penales en la definición.

Hugo me contó que la tribuna estaba llena de exiliados, de gente que se encontró ahí, sin saber con quién se iba a ver. Que muchos lloraron y se abrazaron al comprobar que tal o cual estaba vivo.
Años después, mi hija preguntó:

–¿Papá, viste aquella bandera en la televisión?

–No. El tío Hugo dijo que acá sólo se vio por un instante. Que después apareció una franja negra que tapó la parte de abajo de las imágenes.

La bandera, al igual que aquella que los amigos de Hugo mostraron en la cancha de Estudiantes, era blanca, con letras negras. Pero en vez de “Montoneros”, decía “Videla asesino, dónde están los desaparecidos”.

Hugo contó que la policía suiza reprimió a los argentinos.

De vez en cuando, sueño con ese lugar en el que sólo había ruido a metal, gritos y gemidos.
Me enteré, cuando vi una foto, de quién era ese tipo que tenía puesto un sobretodo y que reía mientras levantaba sus pulgares, que eran raros, mientras Passarella, el Gran Capitán, levantaba la Copa del Mundo.

Puedo respirar sin ahogarme.

Tengo una esposa y una hija y cada tanto voy a ver a Huracán.

Gané.

Del libro "Pies negros", de Marcos González Cezer. Ediciones Al Arco (2005).


Un agregado, por Tonio, del foro de Patria Quemera:
"Les cuento algo que no figura en el cuento. Yo estuve en la cancha ese día y fue tal como lo cuenta. La bandera se abrió en el codo de la tribuna, cerca de la platea de madera.
Pero hay una omisión importante, trascendente para nosotros: ese dia como consecuencia del enfrentamiento, murió una persona en la platea de madera. Por una bala de las tantas indiscriminadas de la policía, que rebotó en el cordón y fue hacia arriba.
Esa persona era hincha de Huracán, yo lo conocía y algunas veces junto con mi tío y a mi viejo, íbamos con él y el hijo juntos a la cancha.
Por esas casualidades de la vida, supe después que fue a la platea (nosotros estábamos en la popu) para estar más seguro.
Ese quemero se llamaba Oscar Noya, era de Lugano y su nieta escribe en este foro. Le pido me perdone que haya contado esto, pero es poco conocido por nosotros los mismos quemeros, porque los milicos se ocuparon de silenciar todo lo que pasaba. Tiempos bien oscuros.
Aprovecho para recordarlo, ya que era un quemero de ley que dejó en su descendencia la bandera del globo y de lo buen tipo que era".

sábado, agosto 26, 2023

Acá no se rinde nadie...

Copa de la Liga de los Campeones del Mundo, Segunda Fecha: Talleres de Córdoba 2-Huracán 1.

Derrota sobre la hora, de esas que te quitan lo que merecías. Pero ya está. El equipo la peleó de igual a igual ante el subcampeón de la Liga de los Campeones del Mundo, cayó. No jugó bien, pero volvió a ser un rival arduo, intenso, más allá de algunas defecciones individuales.

Pero está claro: la lucha sigue. El Palacio tiene que volver a ser invencible.

Y lo más importante: acá no se rinde NADIE...

martes, agosto 22, 2023

Que siga este Huracán de gladiadores


Copa de la Liga de los Campeones del Mundo, Primera Fecha: Huracán 2-Banfield 0.

En Italia se les llama "graníticos" a esos equipos a los que resulta muy difícil convertirles y que están agazapados para dar el golpe, con paciencia, con astucia, sin conceder nada. 

Y así lo está forjando Diego Martínez a este Huracán de Gladiadores. Un equipo que defiende de manera impecable, que puede tolerar actuaciones flojas del andamiaje ofensivo y que a partir de esa solidez adquirida ya convence. Y por momentos, logra soltarse (como en el segundo tiempo contra Instituto o después del primer gol contra Banfield). Así, el camino parece más llano. Para cualquier objetivo que se adivine en el horizonte.

Ya son cuatro victorias en cuatro partidos, con una clasificación a octavos de final en la Copa Argentina. Seis goles anotados; cuatro vallas invictas. Y la lucha que sigue.

Ahora llega Talleres, una suerte de partido complicadísmo pero sin carácter de final mano a mano con el encuentro ante Banfield y los que seguirán luego antes del clásico: Colón en el Palacio; Independiente en Avellaneda; más Gimnasia y Vélez, también en Parque de los Patricios. 

A esa altura, sabremos dónde estamos parados y hasta dónde podemos llegar. Del modo adquirido en este último tramo todo parece posible. Por eso, que siga este Huracán de los Gladiadores...


jueves, agosto 17, 2023

La pelota oficial: un homenaje a 130 años de fútbol argentino


La pelota oficial de la AFA para la Copa de la Liga de los Campeones del Mundo se llama Argentum 1893. Se trata de un tributo para los 130 años de fútbol oficial de nuestro país, el de Diego y de Lionel, el de Las Tres Estrellas más deseadas. También el de Stábile y de Di Stéfano; el de René y de nosotros, los hinchas. 

Un siglo y tres décadas de mucha gloria repartida por nuestras canchas y por el mundo. De Ligas y de Copas. De distintos formatos, de vaivenes, de historias mágicas, de cracks sin olvido.

En ese fútbol tan inmenso, tan victorioso, Huracán aparece -claro, como corresponde- entre los seis con más títulos. 

Pase y vea:

TÍTULOS AFA (Ligas+Copas) #River 52 (38+14) #Boca 52 (35+17) #Racing 33 (18+15) #CAI 25 (16+9) #CASLA 17 (15+2) #Huracán 13 (5+8)

martes, agosto 15, 2023

Y Nacho viene a ofrecer su corazón...


Bienvenido, crack. Lo sabés: La Quema es tu casa. Ni la Serie A ni la Premier League. De regreso, para volar con el Globo de Newbery, con la 7 de René, en la Liga de los Campeones del Mundo...

jueves, agosto 10, 2023

miércoles, agosto 09, 2023

Sigamos de Copas que hay equipo


 Copa Argentina - 16avos de final: Huracán 2-Instituto 0, en Santa Fe

Seguimos. Pasamos a Instituto. Crecimos en el rendimiento. Fue, quizá la actuación más sólida de todo este 2023 traumático e indescifrable. Hubo sensación de equipo naciente: bravo, intenso, movedizo, granítico para defender, astuto para atacar.

Y así, se confirma la remontada: tres victorias (dos por la Liga de los Campeones del Mundo y esta que nos traslada a los octavos de final de la Copa Argentina, ante Racing), tres vallas invictas, confianza en alza.

Lo más importante: queda la impresión de que Huracán encontró su rumbo. Ahora llegará el tiempo de consolidarlo.

viernes, agosto 04, 2023

Cuando la Ultima Dictadura borró a Bracuto

David Bracuto, presidente de Huracán y de la AFA, había llevado a César Menotti a la Selección en 1974. Dos años más tarde el Gobierno de facto de entonces lo expulsó.Y puso a Alfredo Cantilo, uno de los suyos, socio de Vélez y del Jockey Club.


Por Ezequiel Fernández Moores*
Alfredo Cantilo camina con su esposa por Mar del Plata. Se encuentra de casualidad con César Luis Menotti, que también pasea con su esposa. "¿Qué tiene que hacer por la tarde? ¿No quiere que vayamos a ver las obras en Villa Marista?", pregunta Cantilo a Menotti. "Fui la semana pasada y vi todo bien, pero vamos igual", responde el entrenador. La obra, con el Mundial 78 cada vez más cerca, marcha a buen ritmo. Las habitaciones cumplen con lo pautado. Las camas y la cocina también. Pero al llegar a la cancha, Menotti advierte que el césped está a un centímetro de altura y estalla. "¿Pero cómo, no les dije que lo necesitaba más alto? ¿Quién decidió que lo cortaran así?". "Es que vino el almirante (Carlos) Lacoste y dio la orden", atina a responder uno de los empleados. Cantilo corre a buscar un teléfono. "¡Te voy a decir una cosa! -le grita a Lacoste, rojo de furia-¡Yo soy el presidente de la AFA! . ¡Cuando quieras dar ordenes te sentás en la calle Viamonte! ¿Quién carajo te creés que está en la AFA? ¿Quién carajo te creés que sos?".

Menotti asiste sorprendido a la escena. Lacoste, mano derecha del almirante Eduardo Massera, es el nuevo patrón del deporte argentino. La bota militar dentro de las canchas. Controla el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78) y en la AFA puso al propio Cantilo. A David Bracuto, presidente de Huracán, director del servicio médico de la UOM, le bloquearon las cuentas y lo obligaron a "renunciar" horas después del golpe del 24 de marzo de 1976. Socio del Jockey Club y de Vélez, el abogado Cantilo no era un advenedizo. Había sido presidente del Colegio de Arbitros con Juan Martín Oneto Gaona, interventor en la AFA en tiempos de la dictadura de Juan Carlos Onganía. También Oneto Gaona era abogado y socio del Jockey. Igual que Florencio Martínez de Hoz y Ricardo Camilo Aldao, primeros presidentes de la AFA, cuando las elites controlaban al fútbol. El golpe del 76 encuentra a la selección de Menotti de gira por Europa. Apenas vuelve a Buenos Aires, echado Bracuto, quien le había ofrecido el cargo, Menotti lleva la renuncia a Cantilo en un sobre. "Guárdelo. No me lo entregue porque las renuncias son indeclinables. Conozco sus ideas políticas. Yo pienso completamente diferente y se que habrá problemas, pero eso no tiene absolutamente nada que ver. Lo único serio que encontré al asumir acá es esto". "Esto", una carpeta que mostraba Cantilo mientras hablaba, era el plan de trabajo para las selecciones que Menotti había elaborado junto con Rodolfo Kralj. Lo había presentado años antes, después de que Ferro negara jugadores a la selección. Para frenar su renuncia, Bracuto y Paulino Niembro le dijeron a Menotti que presentara un plan. Se encerró con Kralj desde las doce del mediodía hasta las ocho de la mañana del día siguiente. Selección, juveniles, preparación, contrato del DT hasta terminada la eliminatoria. Si pierde se va. Si clasifica sigue hasta fin de diciembre del año del Mundial. "Tiene mi palabra de honor de que 'esto' se va a cumplir al pie de la letra. Antes del jueves preciso una respuesta. Piénselo", despidió Cantilo a Menotti.

"Yo no lo podía creer. Lo que había costado años de pelea con otros, acá llevó cinco minutos. Al otro día le dije que sí. Cantilo pidió conocer al cuerpo técnico. Se enamoró del viejo Kralj. Con él hacían todos los partidos por teléfono. Las selecciones extranjeras venían acá y nosotros ibamos allá, sin ningún intermediario. Y cuando se reunió con los jugadores, vino al otro día y me dijo 'no sabe la alegría que tengo César. Yo iba dispuesto a discutir y me dijeron que lo único que querían era cobrar si llegamos a la final'. Se quedó loco con eso. Italia cobró 150.000 dólares para cada jugador por participar. Nosotros 27.000 dólares por ganar la Copa. Fuimos a jugar a todas las provincias. Sin cobrar AFA ni los jugadores. Había broncas porque yo convocaba a jugadores de Boca y de River y él mandaba las citaciones y yo le decía pero mire que se pueden lesionar en un entrenamiento y él me respondía 'déle, por más que tiren bombas vamos a seguir'. Después vino la serie de partidos en Boca en 1977. Había rumores, versiones de que si nos iba mal. la Marina me rajaba. Lacoste no me podía ni ver. Mandaban a la hinchada de Boca a putearnos. La mujer de (Leopoldo) Luque escuchó en un avión a jugadores de Boca que decían que 'ahora con el Toto (Lorenzo) vamos a la selección'. Y Cantilo que me decía 'usted y yo hasta el Mundial estamos seguro'. Si él no estaba creo que yo no llegaba al Mundial".

Menotti, que suele demorar hasta dos y tres meses pedidos de entrevista, me atendió de inmediato cuando le comenté que quería aprovechar el 35º aniversario del Mundial, cumplido este martes, para hablar de Cantilo, fallecido en silencio un mes atrás. El Gráfico lo presentó en una amplia entrevista el 5 de mayo de 1976. Cantilo se describió como "un fanático lector de libros de historia, apasionado por la música, hincha rabioso de Gardel y de Piazzolla" y jugador de ajedrez. Le citó a su director, Héctor Vega Onesime, una frase de José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei: "Cuando percibas los aplausos del triunfo, que suenen en tus oídos las risas que cosechaste con tus fracasos". "Esa norma -le dijo- es como una pantalla prendida que veo las 24 horas del día". Años después del Mundial, Menotti recordó con calidez en una entrevista su primera y decisiva reunión con Cantilo. "¡Imagínense ese diálogo entre un militante de izquierda y un tipo del Opus Dei!. "Yo -me dice ahora Menotti- tengo mucho respeto por la fe de las personas. Discuto otras cosas. A Cantilo lo recuerdo como un aristócrata de verdad. De las buenas costumbres. No de las miserables. Daba la mano como un hombre. Muy crítico de Isabelita y de Perón. Y, desde su lugar, lo recuerdo también como un hombre bastante progresista, que apostaba a la educación".

El Mundial 78, se sabe, se jugó en los años del horror. Los goles convivieron con las torturas. Cantilo, amante del viejo amateurismo, dejó su puesto apenas terminado el Mundial, supuestamente en desacuerdo con la renegociación con aumento salarial del contrato de Menotti. "Un hombre sincero y apasionado, honesto y leal, que vive en el país", lo despidió Lacoste en una carta pública en El Gráfico.

Cantilo puede no ser hoy un recuerdo políticamente correcto. Menotti, sin embargo, lo recuerda sentado en primera fila con los jugadores, escuchando los conciertos que ofrecían al plantel el flaco Spinetta, la tana Rinaldi y Anacrusa, entre otros. Sucedía en la concentración de José C. Paz. Un día, al llegar en su auto, Menotti vio que dentro del predio estaba lleno de soldados. "Le dije que así no podíamos trabajar y echó a los soldados que tenían que hacer la seguridad de la concentración. Tuvieron que instalar una carpa afuera". Cantilo se fue en silencio y nunca más habló con la prensa. "Todavía recuerdo sus palabras al día siguiente de conocernos, cuando le presenté al cuerpo técnico. Dijo que terminado el Mundial él se iba. '¡Qué se va a ir! ¡Si salimos campeones se va a ir pero de joda!' decíamos entre nosotros en ese momento. Yo -sigue Menotti- era el primero en decir que no se iba ni en pedo si éramos campeones. Nadie le creía. Terminó el Mundial, me abrazó fuerte. '¡Salió como lo soñamos César!', me dijo. Y se fue".

*Periodista. Texto publicado en el diario La Nación.

domingo, julio 30, 2023

Ahora sí, Huracán


Liga de los Campeones del Mundo - Fecha 27: Huracán 1-Vélez 0.

Triunfo indispensable. Conseguido del modo en el que se juegan estos partidos: sin conceder nada, metiendo hasta el último de los suspiros, con constancia, con intensidad, con coraje. Así, sí. Huracán.


sábado, julio 29, 2023

Así, en todos los partidos...


 Así, como el Clásico de Barrio más grande del Mundo de esta Liga de los Campeones del Mundo, necesitamos que el Palacio Ducó luzca así, de fiesta, colmado, intenso. A pesar de todo. Ese 5 de marzo de 2023 hubo en nuestra casa más de 54.300 espectadores (cifra récord desde 1954, 58.000 entradas vendidas en el 1-0 frente a Boca). Parecía un hormiguero. Uno al lado del otro, soñando una victoria...

Y ahora, no sólo este domingo 30/7 contra Vélez debemos ofrecer ese marco. Sino siempre. Hasta el último de los suspiros. 

Claro, para que el equipo tenga un jugador más: todos nosotros.


Más:

Detalles de aquella cita ante San Lorenzo: en la prensa.

sábado, julio 22, 2023

René, el campeón del mundo



René Houseman, en acción, en el Mundial de Argentina 1978. Uno de los tres jugadores de Huracán (junto a Héctor Baley y Osvaldo Ardiles) que convocó César Menotti para la conquista de la primera Copa del Mundo para nuestro fútbol.

jueves, julio 20, 2023

El Negro, nuestro superhéroe

Huracán, en los mágicos tiempos del Negro Laguna, memorable precursor en los días fundacionales y en los años 20

Su historia parece una mentira o una exageración ampliada por el paso del tiempo. José Laguna parecía vivir varias vidas a la vez. A ritmo de vértigo, pura intensidad. Le decían el Negro porque era morocho, de tierra adentro. Había llegado en tiempos de la adolescencia a la creciente Buenos Aires de principios del siglo XX, desde La Viña, Salta, su lugar de nacimiento. Su familia se radicó en la zona Sur, en el naciente Parque de los Patricios. Y él, un buscavidas que no podía vivir sin fútbol, participó de los tiempos fundacionales de Huracán. En un fútbol que brotaba por impulso e influencia británica, Laguna le daba impronta criolla, de barrio laburante. Ese espacio al que Carlos Lucero le puso letra en un tango que se llama como el barrio: "Yo soy de Parque Patricios / he nacido en ese barrio, / con sus chatas, con su barro... / En la humildad de sus calles / con cercos de madreselvas / aprendí a enfrentar la vida... / En aquellos lindos tiempos / del percal y agua florida, / con guitarras en sus noches / y organitos en sus tardes. / Yo soy de Parque Patricios / vieja barriada de ayer..."

Cuando se disputó el primer Sudamericano de fútbol, en 1916, el Negro Laguna ya se había ganado un lugar relevante en su Huracán. Con sus goles, desde su posición de insider derecho -un mediocampista creativo de los de estos días-, con su capacidad de conducción. Y también, ya fuera del campo de juego, como presidente. Era, sobre todo, un apasionado.

Su recorrido por el fútbol y por la vida tiene recovecos insólitos. Los cuenta Pablo Viviani -docente e historiador de Huracán- ante la consulta de Clarín: "Cuando llegó a Buenos Aires se asentó en Cabrera y Coronel Bulnes. Algún periódico ya lo menciona como secretario de un club de nombre curioso, Nelson. El padre de José era albañil y en época de sequía económica se declaraba jardinero y destructor de hormigueros. El Negro resultó pícaro en la cancha y rápido para los asuntos de la calle. Cuentan las malas lenguas que, cuando jugaba en Nacional de Floresta, este viejo zorro les pagaba dos centavos a 16 chicos para que lo vivaran y aplaudieran cuando él tenía la pelota". Tuvo otras escalas su viaje. "En Paraguay trabajó como electricista en el Palacio de los López para suplir de esa forma las necesidades que no saciaba el amateurismo. Dirigió equipos juveniles. Se enamoró de ese país. Pero no pudo con su genio de buscavidas y se fue al norte de Brasil para jugar y dirigir. Más tarde, consiguió trabajo en la fábrica de máquinas Singer y volvió a Huracán, su lugar en el mundo". En el Globo de Newbery fue campeón como jugador y como técnico en esos años veinte en los que el equipo de Parque de los Patricios fue el más campeón junto a Boca.

Como ahora, pero hace casi 100 años, los dirigentes más representativos estaban en la Comisión de Selección. La diferencia es que no había un entrenador que ofreciera conceptos tácticos y/o técnicos. Esas autoridades armaban los amistosos, citaban a los jugadores y luego los seleccionaban. Laguna era frecuentemente convocado a las pruebas. Pero nunca lo elegían para vestir la camiseta de la Selección. Por eso, Laguna tenía decidido ver los partidos del primer Sudamericano de la historia desde las tribunas de la cancha de GEBA, la más importante de entonces.

Era otro tiempo. Y era otro fútbol. Lo retrata el historiador y periodista Oscar Barnade, autor del reciente libro Copa América increíble, anécdotas imperdibles: "La pasión del fútbol comenzaba a mezclar a la adinerada clase dirigente porteña con las barriadas populares, que crecían de un lado y del otro del Riachuelo. Las canchas eran de madera y para presenciar el espectáculo público había que ir de riguroso traje y sombrero. Los unos y los otros. Las señoras de la alta sociedad, bien ubicadas en el palco oficial, lucían sus mejores vestidos. Las canchas no tenían alambrado y si entraba gente de más, se iban ubicando al costado de la raya de cal. El fútbol era amateur, pero ya algunos jugadores, los cracks, tenían sus privilegios y cobraban algún pesito de más en forma de viático o ya conseguían algún puestito en alguna empresa o un puesto en el estadio gracias a la política, en 1916 dominada aún por los conservadores. Era una organización y un fútbol incipiente. Esa génesis ya despertaba pasiones". Y esa pasión naciente y creciente lo habitaba a Laguna.

Aquel 10 de julio de 1916, el Negro nuevamente se preparó como para ir una fiesta, ese partido contra Brasil. Se puso su mejor traje, un pañuelo blanco y eligió un impecable chambergo. Y fue a la cita, allá en Palermo. Como un hincha más, mezclado entre la multitud. Poco antes del inicio del encuentro, un rumor comenzó a recorrer las tribunas: Alberto Ohaco, el ídolo y goleador de Racing, había viajado al interior del país y no regresaría a tiempo. Entonces, el azar se hizo convocatoria: Pedro Martínez, el primer jugador de Huracán que representó a la Argentina, estaba ahí -listo para jugar- y comentó que en las tribunas se encontraba su amigo y compañero Laguna. No hizo falta explicar quién era, lo fueron a buscar. Y ahí estaba. Listo y feliz, como quien espera un milagro que sucede.

Era el principio del episodio mágico. Laguna aceptó. Fue hasta las casillas que servían de vestuarios, colgó su traje y, por primera vez, se vistió de jugador de Selección. La picardía se le transformó en una sonrisa que no le cabía en la cara. A los 10 minutos, el Negro -ese invitado casual- marcó el primer gol del partido. Luego los visitantes igualaron y Uruguay se consagró campeón. Pero aquel instante resultó otra cosa, más allá de resultados y de desenlaces: quedó para siempre como un homenaje a los cracks olvidados. Y al hincha que imagina todos los días convertir su gol inolvidable...

Texto publicado por el Fundador del Blog, en Planeta Redondo, de Clarin.com

domingo, julio 09, 2023

Nuestro Rey de Copas

Guillermo Stábile, en sus tiempos de entrenador. Fue el máximo ganador de la Copa América y aportó dos estrellas en Copas Nacionales al palmarés de Huracán.

Alfio Basile vivió su segundo título en la Copa América como un desahogo. En aquel julio de 1993, el aire pesado del Estadio Monumental de Guayaquil conoció su vozarrón. Y su grito de campeón y de bronca deshecha. Sentía que a su Selección no se la reconocía lo suficiente. Que siempre había alguna queja. A veces lo decía en público y con todas las letras. En otros días, lo callaba o lo contaba en alguna mesa de bar y de amigos. No había perdido ningún partido desde su arribo al equipo nacional. Dos años antes, en Chile, había ganado el trofeo continental tras 32 años de espera para los argentinos. En 1992, había obtenido la Copa de las Confederaciones (entonces llamada King Fahd Cup), en Arabia Saudita. Ese fue, además, el último título de la FIFA ganado por la Selección mayor. Pero al Coco muchos lo cuestionaban. Y le inventaban ciertas averías con malicia.

La siguiente escena sucedió en aquella última Copa América en la que dirigió Basile, en Venezuela 2007. Y resultó una suerte de homenaje al pasar para un tal Guillermo Stábile, el supremo especialista en trofeos continentales. Ya era de noche en Puerto La Cruz. El calor, apenas por un rato, dosificaba su acoso. Sobre la avenida de la costanera, en un bar que no tenía nombre, un grupo de muchos venezolanos y pocos argentinos mantenían colmadas las sillas y las mesas dispares. Frente a ellos había un televisor grande, de pantalla plana, que entregaba las imágenes de Argentina-Estados Unidos, que jugaban en Maracaibo. En la transmisión de Meridiano Televisión, el canal de deportes nacional en tiempos de Hugo Chávez, el relator lanzaba una pregunta a modo de desafío para que se comunicaran los televidentes: "¿Quién fue el técnico que ganó más Copas América?" Después de un puñado de segundos, desde una de las meses, un argentino de muchas canas y muchos años, ofreció la respuesta exacta: "Stábile". Después el hombre se quedó en silencio. Quizá nadie le prestó atención a su certeza. Pero quedó como un detalle mágico y fugaz. Como un tributo secreto a la distancia para ese entrenador que ostenta el récord absoluto de títulos continentales.

Su recorrido como entrenador arrancó pronto. Ya había finalizado su estupenda carrera de futbolista. Había sido campeón y goleador, símbolo del Huracán de los años 20 (el más campeón de esa década junto a Boca), figura en Europa. El técnico apasionado ya latía dentro de él. A los 34 años, en 1939, regresó a los Barrios del Sur, a ese Parque Patricios que adoptó como propio. Debutó construyendo un equipo que encantaba: La Aplanadora. Con Herminio Masantonio -su eficiente heredero- como gran figura, ganó la primera rueda, superó a los otros grandes en una misma rueda y terminó subcampeón, sólo detrás de Independiente. Al año siguiente lo contrató San Lorenzo, en una época en la que el Clásico de Barrio más grande del mundo no ofrecía tiempos violentos. En 1941 ya estaba dirigiendo a la Selección. Podía con todo: en simultáneo, condujo dos temporadas a Estudiantes La Plata y regresó a Huracán para ganar dos Copas Nacionales. También trabajó en Ferro y asesoró a Independiente.

A nivel de clubes, fue capaz de hacer milagros desde el costado del campo de juego: Racing -campeón nueve veces en tiempos del Amateurismo- no ganaba el título de Liga desde 1925. Tras el arribo deDon Guillermo como técnico, en 1945, Racing se fue transformando en un equipo brillante y eficaz. También en el primer tricampeón de la Era Profesional (49, 50 y 51). En ese tiempo, a nadie se le ocurrió dedicarle una estatua como a Reinaldo Merlo más de medio siglo después.

En su largo camino de 17 años, Argentina obtuvo seis trofeos en la máxima y más antigua de las competiciones continentales. Celebró en 1941, en el tricampeonato (45, 46, 47), en 1955 y en 1957. En las cinco primeras ocasiones, con invicto incluido. Además, en las ocho ediciones en las que participó en el Sudamericano en la Era Stábile siempre se subió al podio (la Selección fue, además, segunda en 1942 y tercera en 1956). Otro detalle de la conquista: sólo se impuso como local en la Copa de 1946. De las otras cinco, tres acontecieron en Chile, una en Ecuador y otra en Perú.

También Stábile -incluso mientras dirigía- se dedicó a otras actividades. En 1948, ya consagrado como DT de la Selección, actuó en el film "Pelota de trapo", dirigido por Leopoldo Torres Ríos y protagonizado por Armando Bo. Hacía de él mismo, como nueve años más tarde en la película "Fantoche", junto a Luis Sandrini y Beatriz Taibo. Su popularidad se lo permitía. Su cara era reconocida por todos. Ese mismo 1957, en Lima, Stábile se convirtió en el creador de un equipo sin olvido: Los Carasucias, aquel plantel en el que se destacaban -entre tantos- Oreste Osmar Corbatta y Enrique Omar Sívori. "Don Stábile no nos pedía nada raro. Era tranquilo para dar indicaciones. Y si tenía algo para decirte, se te acercaba y te hablaba al oído. A mí, por ejemplo, me pedía que me desmarcara siempre. Pero nos daba libertades para jugar", le contó Maschio a Clarín, al cumplirse medio siglo de aquel logro. Desde entonces hasta hoy, la Argentina apenas sumó tres trofeos (59, 91 y 93). En tiempos de Kempes, de Passarella, de Maradona, de Messi, de Mascherano. De Menotti, de Bilardo, de Bielsa, de Pekerman, de Martino.

Más allá de sus logros, Stábile también conoció el dolor y la ingratitud de la derrota. Fue al Mundial de Suecia 1958, prescindiendo de los cracks que jugaban en el exterior por decisión de la AFA. Y lo pagó con un tropiezo que fue conocido como El Desastre de Suecia. El partido que debía empatar el equipo nacional para pasar a los cuartos de final lo perdió 6-1 frente a Checoslovaquia. Se trató de la peor derrota de la historia del seleccionado junto al 6-1 frente a Bolivia, en La Paz, en 2009. Al llegar a Ezeiza, Stábile escuchó insultos y rechazos como nunca antes y como nunca después. Así concluía el ciclo más largo de un DT en el equipo nacional: 121 partidos y un 75 por ciento de efectividad.

Era muy activo y polifacético. Un adelantado a su tiempo. Mucho antes del imperio de la imagen y de los medios y del marketing deportivo, él ya conocía la importancia de comunicar. En su etapa como jugador y como entrenador. El año pasado la consultora Euromericas Sport Marketing -tras varias temporadas de investigaciones- determinó que el valor de mercado de Messi es de unos 400 millones de euros. La cifra incluye, claro, todo lo que él genera como personaje y como marca, incluso más allá de sus números irrepetibles y sus jugadas de fábula. Mucho antes que el crack rosarino y universal, Stábile -sin proponérselo- había sido un pionero de la especialidad. En los años 30, Don Antonio Nesman y su hijo Victorio le pusieron como nombre "El Filtrador" a uno de los vinos elaborados en su bodega mendocina, Familia Nesman. Estaban encantados por sus goles, por esa capacidad para definir. Y le rindieron ese reconocimiento adoptando el apodo del máximo goleador del Mundial del 30 como una marca.

Había más rebusques y berretines en su vida de vértigos y pasión por el fútbol: fue comentarista radial, ya como entrenador. Hablaba de fútbol, de táctica, de técnica, de estrategia. Lo hacía con nombres y apellidos; ofrecía ejemplos. Cuentan que dictaba cátedra frente a los micrófonos de LS10 radio Libertad. Stábile acompañaba los relatos de Eugenio Ortega Moreno y las opiniones de Guillermo Oscar Tipitto. En 1959, un año después del durísimo golpe en el Mundial de Suecia, se hizo cargo de la Escuela de Técnicos de la AFA desde 1959. Esa vez, un mal resultado no tapó la apropiada decisión. Murió, inexplicablemente olvidado, en 1966, a los 61 años. Ahora, en días de quejas por ese título que no llega, su palmarés sigue siendo un lujo.

Texto publicado por el Fundador del Blog, en Planeta Redondo, de Clarin.com

domingo, julio 02, 2023

El Mortero del Globito, pura música



El tango El Mortero del Globito, un homenaje al inmenso Herminio Masantonio.

Pura música. De ayer. Y de todos los tiempos:

En cuanto en la cancha
Sus once “globitos”,
Valientes y audaces
Desplaza Huracán.
Se ve en la barquilla
De los delanteros,
Un recio “mortero”
Que apunta tenaz.

Temblando, el arquero
Contrario, se encoge,
Los nervios de tigre
De lince al mirar,
Y grita la barra
De Parque Patricios,
Tirá Masantonio,
Herminio, tirá.

Y si tira Masantonio,
No hay que hacerle
Ya está el... ¡Gol...!


Letra: Francisco García Jiménez
Música: Miguel Padula

Grabado por la Orquesta Típica Víctor con la voz de Alberto Gómez.

martes, junio 06, 2023

Literatura de la Palomita

Pablo Bartolucci, crack de Huracán en los años 20, en la tapa de El Gráfico. En ese tiempo, con la camiseta de la Selección, fue el fundador de una jugada que atravesó los tiempos y las geografías: La Palomita.

Por Ariel Scher*

El responsable del cero más glorioso de la historia educativa de mi sobrino menor fue Juan Imhoff.

Se trató de un episodio que se cuenta sencillo, apenas con un diálogo entre los dos protagonistas: de un lado, su profesora de Lengua, doctorada en Literatura Galesa en una universidad escandinava, diplomada en narrativa vieja del Canadá francófono en la mejor casa de estudios de París, novia de un señor al que enamoró recitándole las mejores rimas del nicaragüense Rubén Darío, docente de alumnos a los que casi siempre evaluaba insuficientes en colegios a los que, ni hablar, evaluaba insuficientes; del otro lado, él, mi sobrino menor, un reo absoluto.

Profesora de Lengua (con ferocidad en las pupilas, con el prejuicio de que preguntaría algo que requería mucho conocimiento y que la contestación le devolvería nada): -Señoritas y señores, imagino que habrán estado leyendo, ¿cuál fue la poesía más interesante que encontraron en la semana?

Mi sobrino menor (con una avidez desusada, a la altura de la que demostraba ante la perspectiva de que una rubia lo enfocara con amor o, más todavía, de que en el fin de semana hubiera un clásico de cualquier deporte): -La palomita de Imhoff en ese try que le hizo a los irlandeses en el Mundial de rugby.

Final: ella, como no escuchó ni el nombre de Borges ni el de alguno de los galeses en los que se consideraba experta, ni el del gran José Pedroni ni el de uno de los francocanadienses que musitaba de memoria, ni el de su Rubén Darío ni el de ningún versificador que figura en los volúmenes con versos, le puso un cero.

La familia hirvió. Una cosa era asumir -y estaba asumido- que mi sobrino menor era un reo absoluto y que sus desempeños académicos merecieran encarcelamientos temporarios y otra cosa era aceptar que esta vez había cometido un error.

Porque en eso todos estábamos de acuerdo en la familia: si la palomita de Imhoff no tenía que ver con la poesía, ¿la poesía que era?

Exactamente eso le planteó mi cuñada a la profesora de Lengua, en la primera de las múltiples excursiones que esta desagradable circunstancia requirió de la familia. No ejerció la furia de una madre en despecho. Al contrario: delante de una docente, la didáctica resultó ella. Con papeles sepias entre los dedos, con fotos que sólo una mamá en desesperación puede rescatar, con fe desmesurada en que se toparía con oídos anchos, le describió el origen de la palomita, un honor argentino, porque ese vuelo rasante con la pelota como objeto, parangonable al de una paloma, había sido inventado por el futbolista Pablo Bartolucci y bautizado de allí en adelante para que las galaxias lo repitieran. O, si se pretendía pensar desde el campo de las letras, Imhoff había volado con una pelota oval entre sus palmas como heredero de toda una tradición nacional.

Leyó, entonces, mi cuñada. A Diego Lucero, periodista, escritor, poeta lunfardo y no lunfardo, en la edición del diario Clarín del 17 de octubre de 1960: "¿Cuál fue el origen de la jugada y cómo se le ocurrió a Bartolucci? Una tarde estaba bañándose, en una laguna de Sarandí, una barra de muchachos de la que Bartolo era medio caudillo. En el momento en que Pablo iba a zambullirrse, uno de la barrita tiró una pelota a media altura que Bartolo, justito, la embocó en el coco. Entusiasmado por aquello, que fue puro azar, Bartolucci se hizo repetir el lanzamiento y la cosa empezó a salir perfecta. De la laguna la llevó a la cancha. Su elasticidad y su arrojo le permitieron a Bartolucci resolver con sus 'palomitas' jugadas que parecían imposibles. La vincha se la puso en su debut contra Estudiantil Porteño con el propósito de de defenderse de los cortes que la boca de la pelota antigua, cerrada con tiento, le hizo más de una vez en la frente. Desde entonces se identifican y forman una sola unidad característica en las canchas de fútbol porteñas: 'la palomita?, la vincha blanca y Pablo Bartolucci".

Pegada a mi cuñada, más ardiente aún, su madre, abuela de mi sobrino menor, hacía flamear una foto de Bartolucci con la casaca de Sportivo Buenos Aires y otra con la de Huracán, ambas de la década del veinte, en las que se lo reconocía joven, con vincha y haciendo eficientemente la palomita. Desbordada por la ansiedad, la abuela estampó esas imágenes casi en los párpados de la profesora de Lengua y le bramó: "Mire, mire si no es poesía".

No funcionó. La profesora de Lengua oyó en la frontera de la indiferencia lo que argüían mi cuñada y su madre. Apenas contestó que la poesía era poesía y que lo de Imhoff (bah, no lo llamaba "Imhoff", le decía "ese muchacho" o ni siquiera") era rugby.

El siguiente visitante fue mi tío. Hermoso tío: profesor de Lengua, amigo de muchos profesores de Lengua, erudito en galeses y en canadienses francófonos, sabedor de cada cadencia de "Sinfonía en gris mayor" de Rubén Darío, un maestro de lo profundo, fana del deporte. "Estimada colega -empezó él, un amable entre los amables-, el asunto que nos ocupa, este de la palomita, se corresponde con todas las ramas de la literatura. Podría ofrecerle, y no dudo que lo disfrutaría, una suma de casos que emergen de nuestros libros más preciados. Sin embargo, me quedo con uno. Uno que es excelso. ¿Ha leído a José Gabriel, por cierto? Por supuesto que lo leyó. Y por supuesto que domina que aludo al periodista y escritor José Gabriel López Buisán, quien desembarcó en el país a los nueve años, trabajó en el diario La Prensa, le dio carga ideológica a su presencia dominical en la cancha al aducir que eso le proporcionaba 'entre otros goces, el que no he experimentado jamás en mi oficio: el de la solidaridad' y desbarató discursos minimizadores sobre el juego en un artículo mítico que se llama -lo conocerá, colega, ni lo dudo porque es un relato esencial- 'El jugador de football, ejemplo de arte'".

Y, la voz engolada, el corazón depositado en la laringe, el tío leyó una oración emblemática: "Una palomita de Bartolucci al rechazar con la cabeza la pelota que vuela por el flanco es una accion de belleza y coraje que inútilmente esperaréis de Nijinsky en ningún ballet".

No alcanzó. Y eso que, en el fondo de sus hormonas, la profesora de Lengua vaciló sobre si no hubiera sido más dichosa si enamoraba, Rubén Darío mediante, a mi tío que a su marido. Inclusive así, agradeció la visita y la preocupación, pero se sostuvo en que lo de Imhoff -"ese muchacho"- se parecía tan poco a la poesía como mi sobrino a un aprendiz ejemplar.

Por un pudor que la profesora de Lengua no había expuesto al calificar con un cero a mi sobrino menor y yo sí conservo, no quiero develar las reacciones de todos los familiares. Apenas apuntaré que la de mi tío constituyó la última intervención cuidadosa. Mi sobrino mayor, moderno en sus lecturas, le tiró por la cabeza las páginas de "Lo raro empezó después", el cuento de Eduardo Sacheri en el que quedaba claro que a Cachito Espora, gran cabeceador, "para marcarlo de arriba más o menos tenés que tirarte de arriba del travesaño". Una vecina arrabalera, que se sumó a la causa por exceso de indignación y de tiempo libre, zampó "Largue esa Mujica", el tango de Juan Faustino Sarcione en el que los jugadores se vuelven sustantivos y Bartolucci actúa como sinónimo de "palomita: "y olvide el Carricaberry,/ tírese a la Bartolucci...". Y una brasileña despampanante, amiga de esa vecina, agregó que las palomitas también eran poéticas en su país y que una de un crack, Peixinho, le había posibilitado al San Pablo vencer al Sporting de Lisboa, en cotubre de 1960, cuando se inauguró el estadio Morumbí.

Nada. Mientras buena parte de mi parentela contenía la voracidad de lanzarse, literalmente, de palomita rumbo a los brazos de la brasileña, la profesora de Lengua espantaba páginas sepias, fotos de futbolistas y de rugbiers en palomitas esculturales, referencias literarias de indiscutibles como Juan Sasturain ("Excepto en secuencias admirables y ya clásicas, como el partido de fútbol sabatino y la comida en la cantina, donde se permite hacer un gol de palomita o llevarse a Silvia en la moto, Teodoro, más que obrar, reflexiona", observa en uno de sus textos de El domicilio de la aventura), apuntes con alusión a la palomita de ensayistas célebres como el argentino Dante Panzeri o el británico Jonathan Wilson y hasta las palomitas ajenas y propias, reales y falsas, que incorporó Osvaldo Soriano a su prosa deportiva.

-Picasso eligió a la paloma para hacer pintura poética y el deporte eligió a la palomita para escribir su propia poesía- reflexionó, sagaz, mi tío, el profe de Lengua. Y añadió: "Esta dama aún no lo entiende".

Harto de la tensión familiar y harto, además, de que a su hijo lo embadurnaran con un cero glorioso pero injusto, mi hermano, el papá de mi sobrino menor marchó hacia la sede escolar con el más grandioso monumento literario destinado a la palomita que alguien, fuera futbolista, rugbier, poeta galés o cabeceador en palomita, pudo parir. Se erigió delante de la profesora de Lengua y le exhibió ese monumento, "19 de diciembre de 1971", acaso el cuento entre los cuentos del Negro Fontanarrosa, que no cobija el vocablo "palomita" porque la literatura, al cabo y entre otras cuestiones, es el arte de hablar de algo sin mencionar ese algo, pero es una obra mayúscula tramada en torno de la palomita con la que Aldo Pedro Poy -y "Poy", así, con el apellido, tampoco está tipeado en ese cuento- le obsequió a los hinchas de Central y a la historia de la emoción universal.

"Usted no me lo va a creer", avisaría Fontanarrosa desde el título de otro de sus grandes cuentos. Y fue de no creer: de golpe, el cero glorioso se esfumó.

Mi familia casi completa atribuyó ese acto de sensatez al esfuerzo colectivo por esclarecer a una persona que andaba en estado de necedad. O al inspirador Bartolucci. O a José Gabriel. O a Sasturain. O a un montón más. O a Poy y a Fontanarrosa, socios indoblegables en un cuento que representa una victoria de la literatura.

Ni llegué ni llegamos a una respuesta.

Y era lógico: la obtención de algunas respuestas a veces demora tanto como derrotar a un cero mal puesto o a cualquier otra injusticia de la Tierra.

Sólo al tiempo me enteré de la verdad. Me la contó mi sobrino menor, una tarde en la que, además, me comentó de un cero suyo y nuevo, creo que en biología, ya ni glorioso ni capaz de encender batallas familiares.

La verdad: la profesora de Lengua ahora le recitaba las rimas de Rubén Darío a mi tío. Ella argumentaba que el hallazgo de ese hombre le había permitido percibir cuestiones y literaturas hasta entonces ausentes en sus días.

En una pieza repleta de libros, dormían juntos. Estampada en una pared, la palomita eterna de Imhoff los acompañaba mientras ellos verificaban que los caminos de la poesía son maravillosos y, también, infinitos.

*Periodista y escritor.