Mauro Milano, el autor del gol, contra todo San Martín. Y contra la neblina. El sábado, en San Juan, se disputará la revancha.
Ese festejo final feliz pero dosificado de la gente de Huracán resultó el síntoma más preciso de lo que pasó en Parque de los Patricios: hubo una ventaja mínima en la primera final, que genera entusiasmo, pero no da garantías de ascenso para el equipo de Antonio Mohamed. Fue un 1-0 después de más de 90 minutos de lucha tensa y de juego recortado por los nervios. Fue un triunfo para el que más quiso. Terminó siendo una victoria ajustada y justa, al cabo, para ese Huracán que, ahora, deberá al menos empatar ante San Martín, en San Juan, para regresar a Primera tras cuatro temporadas en este arduo campeonato de la B Nacional.
Lo había anticipado Luis Tonelotto, el goleador del equipo visitante que pareció perdido en plena neblina porteña: "Estas finales no se juegan; se ganan". Realidad en estado puro: San Martín no llegó a Buenos Aires para jugar. Y no jugó, claro. Pensó el partido con una prioridad casi exclusiva: defender el cero en el arco de César Monasterio. Lo consiguió en el primer tiempo cuando las dos líneas de cuatro dispuestas por el técnico Fernando Quiroz (el más silbado de noche de Patricios, acusado de abandono por haber decidido irse a dirigir a Instituto estando en Huracán) obligaron al equipo local a probar desde afuera. Así, llegó la primera llegada clara de esa mitad: un tiro desde afuera de Federico Poggi, que pegó en el travesaño y se fue. Lo demás resultó previsible: Huracán intentando sin éxito y San Martín rindiéndole tributo al conformismo.
Así suelen ser este tipo de finales: más coraje que brillos; más pierna fuerte que gambetas; más despliegue que lucidez. Y la de anoche no fue excepción. Había antecedentes recientes que avalaban tal posibilidad: los dos partidos anteriores que jugaron en la temporada 06/07 (ambos terminaron 1-1) fueron el paradigma del hacha y tiza.
La primera llegada del segundo tiempo mostró cuál era el camino para resolver este tipo de circunstancia: la inspiración de un talentoso al servicio de una pelota parada. Iban dos minutos. Falta al borde del área para Huracán. Y hacia allí fue Mauro Milano. Y como la semana pasada en Mar del Plata (2-1 a Aldosivi) se paró frente a la pelota, dio tres pasos hacia atrás, miró, apuntó, pateó y fue gol. Y fue explosión. Y fue grito. Y fue triunfo.
Lo que siguió fue más de lo mismo en términos estéticos. Pero con algunas modificaciones en cuanto a las actitudes: tuvo que salir a buscar San Martín; empezó a simpatizarle de a poco el 1-0 a Huracán, más allá del presunto cambio ofensivo de Yucuse Kato por Cristian Sánchez Prette. Pero no tuvo con qué el equipo de Quiroz. Apenas esa llegada, ya en el tercer minuto de descuento, en la que Sergio Plaza —tras un centro de Sebastián Brusco— se perdió el empate solo ante el gol. Ahora, todo se resolverá el sábado, en San Juan. Huracán está a punto de Primera. A tanto. A tan poco.
Comentario escrito por el autor del blog para Clarín