Osvaldo, con la camiseta número 9 de la Fiorentina, se saluda con Cristian Vieri, un goleador histórico del fútbol italiano.
Pablo Daniel Osvaldo es un grato recuerdo en la historia reciente de Huracán: hizo 11 goles en 33 partidos hasta su despedida del club en 2005, cuando apenas tenía 19 años. Pero es más que eso: su caso es un testimonio de una problemática creciente para el fútbol argentino. El sábado debutó en el Sub 21 de Italia, en el 5-0 frente a Azerbaiján. Una suerte de Mauro Camoranesi versión juvenil.
Al igual que el mediocampista de la Juventus, campeón del mundo con Italia en el Mundial de Alemania 2006, Osvaldo llegó al calcio sin haber jugado ni un minuto en la Primera del fútbol argentino. Por urgencias económicas, Huracán no pudo mantener al delantero más que un año en la B Nacional. En 2006 llegó a Italia. Su escala inicial fue Atalanta donde apenas pudo disputar tres encuentros. De todos modos, en el club en el que Claudio Caniggia había sido ídolo en los 90 se dio un gusto: convirtió su primer gol en la península.
Ese mismo año pasó al Lecce, donde Pedro Pablo Pasculli había sido goleador y figura en los 80. Allí jugó 31 encuentros e hizo ocho tantos en la pasada temporada. Escuchó aplausos, recibió elogios y desde la Serie A surgieron varios interesados.
Para la actual temporada lo contrató Fiorentina, donde Gabriel Batistuta se había ganado un monumento. Ya en la máxima categoría dejó notables impresiones iniciales: a pesar de competir por un lugar con el rumano Adrián Mutu y con el italiano Cristian Vieri, hizo dos goles en tres encuentros.
En breve, llegó la convocatoria del técnico Pierluigi Casiraghi para el Sub 21 azzurro, ya que Osvaldo --además de jugar muy bien-- cuenta pasaporte italiano. No es el único caso de este fenómeno que avanza: su compatriota Federico Forestieri, jugador del Siena, ya jugó para el Sub 17 y podría ser el próximo compañero de Osvaldo.
Texto publicado en Clarín, por el autor del Blog.