Foto: Joyas de la revista El Gráfico.
En 1984, un conflicto con los dirigentes hizo que el plantel de Boca no se presentara a jugar frente a Atlanta, en La Bombonera. Y la conducción del club mandó a la cancha a la Cuarta. Y como el equipo visitante tenía (y tiene) los mismos colores, Boca tuvo que utilizar una alternativa. Eran días difíciles en Boca: no tenían en la utilería ni siquiera un juego de camisetas como variante. Entonces, nadie supo bien de dónde, aparecieron unas remeras blancas. Pero con un detalle insoslayable: no tenían los números. En consecuencia, el utilero hizo lo que pudo con un marcador negro y les dibujó los números a cada una de las camisetas.
Durante el partido, disputado el 8 de julio por la fecha 15 del Metropolitano, sucedió el emblemático papelón xeneize: a consecuencia de la transpiración de los futbolistas se fueron desdibujando los números. Para colmo, en el campo de juego, el equipo perdió 2-1 frente a un rival que ese mismo año descendió de Primera para nunca más volver.
Boca terminó decimosexto en ese campeonato en el que descendieron (por promedio) Atlanta y Rosario Central. No fue mejor el año de Huracán: más allá de un notable comienzo con cuatro victorias consecutivas, terminó en el decimoséptimo puesto, a tres puntos de Boca. Pero, al menos, jamás hicimos el papelón de los despintados.