Nunca me interesaron los autógrafos de los protagonistas. Jamás pedí uno. Ni al Chacho Cabrera, aquel primer referente, a quien tuve la chance de conocer a través de mi trabajo en Clarín, bastantes años después de su lucha tenaz por evitar el descenso de 1986. Tampoco a Maradona, el día en que lo abracé para una foto, en el Hotel Panamericano, en La Fiesta del Deporte de 1999.
Pero esta vez sí, esta vez quise que la remera de Huracán emblemática de los noventa (la clásica Adidas, con sus tres tiras y el globo bombita) tuviera la rúbrica del mejor de sus representantes: Pedro Barrios, ese uruguayo inmenso que me daba las garantías que cualquier hincha va a buscar cada domingo a la cancha. Jugó en Huracán entre 1993 y 1998: disputó 150 partidos e hizo 34 goles.
Clarín lo convocó para una producción de El Gran DT, aquel juego que ahora prepara su regreso. Y él llegó desde Maldonado, Uruguay, donde habita. A los 46 años me contaron que es el mismo tipo agradable de aquellos días en los que usaba la dos y la banda de capitán de Huracán. Y yo, a los efectos de realizar las fotos con camisetas de su tiempo, cedí la mía. Dos días después, volvió a mi casa con una firma y dos palabras añadidas: "Con afecto".
Cuando vi la tinta azul estampada en la camiseta recordé aquellos domingos de ansiedades, alegrías y angustias. Sus penales infalibles; el subcampeonato con Héctor Cuper de entrenador; su gol en el 2-1 a San Lorenzo y en el 3-1 a Boca, todo en 1994; su timing; su firmeza; su notable juego aéreo; su sencillez. Si hasta cuando iba a jugar al fútbol con mis amigos del Colegio San Román o al torneo de la UBA, me paraba por un rato de defensor y resolvía bien la jugada, escuchaba un grito que ahora es homenaje: "Grande Pedrito". Aquella osadía era una pertenencia: Pedrito, el Gran Pedrito Barrios, era de mi equipo, de algún modo.
Revisé en estos días su paso por Huracán. Comprobé todo esto: es el defensor con más goles en la historia del club (34; continuado por Jorge Alberti y Sebastián Morquio, con 18); es el extranjero con más partidos (152; lo siguen otros dos uruguayos: Plácido Rodríguez, con 142, y Walter Pelletti, con 139) y con más goles en Primera (34, igualado con otro uruguayo, Plácido Rodríguez, quien jugó entre 1939 y 1944) en este recorrido centenario. Fue también un motivo de orgullo: justamente en El Gran DT resultó el futbolista más elegido por los hinchas de todos los clubes. Era perfecto para el juego: tenía rendimiento parejo, pateaba penales y los metía siempre, era defensor goleador, lo amonestaban muy poco, no salía caro... No habrá otro igual, parece...
Ya guardé la camiseta con el autógrafo de Pedro. Para siempre. Como el recuerdo de este tipo que acompañó domingos felices y de los otros. Como si hubiéramos tenido una causa común, al menos por 90 minutos.