Mario Bolatti, Javier Pastore, Angel Cappa, Francisco Russo y Matías De Federico. Juntos, en la mañana de La Quemita. Huracán es la sensación del comienzo del Clausura.
Ahora, en la mañana de La Quemita, un plantel feliz desmiente el pasado reciente: jugadores a gusto se entrenan en la última cancha, como si los frecuentes atrasos en los sueldos no condicionaran el ambiente. La pelota, como en cada práctica desde la llegada de Angel Cappa, es protagonista principal. Está ahí, entre los titulares que golearon el domingo al Lanús puntero. No es casualidad: los métodos de entrenamiento de este cuerpo técnico tienden a reproducir las situaciones de juego. "No vamos a sobrecargar a los futbolistas con bolsas de cien kilos. Pero claro que vamos a hacer trabajos físicos propios de cada partido. Saltos, piques, potencia, velocidad", explica el técnico. No hay azar ni improvisación: Cappa tiene más de 20 años de experiencia y dialoga con frecuencia con diferentes entrenadores y preparadores físicos de diversos orígenes y hasta con futbolistas como Cesc Fabregas. Habla de fútbol, de formas de practicar, de ejercicios tácticos, de definición. "Es la consecuencia de la experiencia y de la investigación", cuenta.
En esos aspectos, que parecen detalles, también está explicado este presente para el asombro: Huracán, que venía de sumar apenas 20 puntos tras terminar en el puesto 16 en el Apertura, está ahora a sólo dos unidades de lo más alto y a uno de River y Colón, su próximo rival. Pero eso quizá no sea lo más relevante: Huracán juega para el aplauso. "Nosotros tenemos una idea. Y eso es lo que tratamos de transmitirle a los jugadores. Pero el mérito es de ellos. Como en una orquesta: si yo toco el bandoneón, hasta la mejor partitura puede sonar mal".
Cappa habla de fútbol y de su Huracán con una pasión que entusiasma. Y sus jugadores lo escuchan. Y esa resulta otra razón decisiva: el convencimiento. "A mí no me sorprende lo del equipo. La idea fue clara desde el principio. Y todos los entendimos así, nos sentimos cómodos jugando de este modo", le dice a Clarín, Mario Bolatti, quien llegó a Huracán hace apenas siete partidos y el domingo escuchó que todo el Ducó gritaba su apellido. Bolatti hace todo sencillo. Quita, toca, juega a no más de dos toques, llega, lidera. "Parece una gacela", dice Francisco Russo, el mediocampista central del Huracán campeón del Metropolitano de 1973. Su presente en el fútbol argentino invita a pensar que en el Porto se equivocaron en prescindir por seis meses de este cordobés impecable, que juega a lo Marangoni. "Son cosas del fútbol. Yo estaba bien, podía jugar en el equipo. Pero quizá no encajaba con la idea del entrenador, con la manera en que paraba el equipo", explica. En Huracán todavía le están agradeciendo a Jesualdo Ferreira, el técnico del líder de la Liga de Portugal.
El domingo, Matías De Federico armó una jugada en la que parecía Messi y que derivó en el tercer gol de Huracán. Corrige Cappa: "No, no parecía Messi. Parecía De Federico". Antes de la llegada del técnico, a De Federico le costaba hasta ganarse espacio en el banco de suplentes. "Me ponían más de delantero. Y yo soy enganche, me gusta ser enganche. Así jugaba en inferiores". Cappa lo ubicó en su lugar natural, lo rodeó de afecto, le ofreció libertades. Y este porteño de 20 años le respondió del mejor de los modos, a pura osadía. Sin embargo, aclara: "Tenemos que estar tranquilos y tener los pies sobre la tierra. Hay que pensar en cada partido. No tenemos que apurarnos". Como si hubiera escuchado en detalle el mandamiento público de Cappa: "Todavía no conseguimos nada. Estamos en construcción".
Es el final de la práctica. Javier Pastore firma autógrafos en remeras, pantalones, mochilas, papeles, revistas, gorros. Se saca fotos con quien le pide. Invierte tiempo en sonrisas ajenas. Su cara es la de un chico de 19 años. Alguien le comenta que lo puso en el Gran DT. Y este admirador de Kaká sonríe, agradece. Asume la responsabilidad de jugar bien. Es uno de los niños mimados de Cappa: la inclusión de Pastore como titular fue la primera decisión de Don Angel. "Disfruto cada práctica con este grupo. Se está armando algo lindo. Y es un gusto formar parte", cuenta. También se refiere a su juego. Y se confiesa: "Quizá antes no me comprometía tanto con la marca. Pero sé que tengo que ayudar a mis compañeros también en eso. Y sin perder llegada al área". El 3-0 a Lanús lo tuvo como protagonista en esos dos rubros: hizo dos goles y sorprendió recuperando varias pelotas.
Ellos son las caras más visibles de un Huracán cuyo rasgo central es el juego colectivo. "A dos toques, a dos toques", es la indicación que da Russo, durante la práctica de fútbol en espacios reducidos. "Todos se suman a la idea de tocar la pelota. Y eso incluye a los laterales, a los centrales, a todos. Lo principal de este equipo es eso: lo colectivo. Pero tenemos que ser cautos. Se trata de un equipo joven. Y no por la edad de los futbolistas sino por el tiempo de trabajo que llevamos. Pero es cierto que la idea se incorporó rápido. Incluso antes de la pretemporada, en el partido contra Vélez", sostiene Cappa.
Un rato después, escuchará a niños diciéndole "señor Cappa" y solicitándole una foto para guardar. Sabe que están ilusionados. Con el retrato, con el recuerdo. Pero sobre todo con ese equipo que él ideó y que, ahora, juega, gusta, gana. Y, sobre todo, asombra.
Texto publicado por el autor del Blog, en Clarín.