lunes, mayo 27, 2024

Divina agonía


Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 3: Huracán 1-Instituto 0.

Tras el empate incómodo frente a Banfield (por el empate ajeno y tardía en el contexto de un partido en el que quedó la sensación de que se trataba de una victoria necesaria), Huracán dio un enorme muestra de seriedad y constancia para afrontar más de una hora del partido, incluyendo los minutos adicionados, con un jugador de menos por la discutible expulsión de Willy Alarcón (la primera amarilla fue por una falta ínfima).

Por todo esto: 

1) En desventaja numérica siempre fue el que más quiso.

2) Porque hubo jugadores que merecieron la victoria por actuación propia: Nacho, Eche, Carrizo, Ibáñez, Gali, incluso Mazza, Souto y Rayo, quienes sin jugar un gran partido fueron relevantes para que el equipo no sintiera la ausencia de Willy,

3) Porque el título de este artículo no es ni más ni menos que la sensación de todo el Palacio en ese desenlace. Una divina agonía, al cabo. Eso fue el gol de Nacho, de un penal que a él le comentieron y que él junto a Eche y compañía hicieron cobrar al obligar al árbitro a detener el encuentro. El grito del gol llegó a los 57 minutos del segundo tiempo; el deshago de la victoria, algunos segundos más tarde... Eternos segundos. Hermosos segundos.

Y también por las consecuencias del partido:

4) Huracán es líder de la Liga César Luis Menotti. También de la Liga #ElijoCreer.

5) Porque los números del Palacio, de nuestra localía son de campeón: no perdió en todo el años, recibió dos goles (uno con infracciones varias) en ocho partidos, tuvo seis vallas invictas y suma cuatro victorias sucesivas. Y sobre nuestro césped pasaron: Independiente, San Lorenzo y River y no pudieron gritar ni un gol entre los tres.

6) Porque el ambiente dejó una impresión que agrada: la del entusiasmo.

7) Porque la palabra campeón se grita sin inhiciones en las canciones que nacen desde la Bonavena y se pasean por La Masantonio, La Stábile y La Houseman. Y eso también es un síntoma de los buenos, por supuesto. Sucede que para ser vistas algunas cosas primeros deben ser creídas, como está escrito en una de las paredes de la bendita Ciudad de México. 

7 bis) Y este Huracán invita a creer.