jueves, febrero 26, 2015

La vuelta no podía esperar más...



Huracán empataba 2-2 frente a Boca, en el Ducó. Ya se había consagrado campeón dos fechas antes, frente a Gimnasia, también el Palacio. San Lorenzo, el primer rival posterior a la certeza de la Undécima Estrella, decidió quitar los arcos, romper el césped y despojarse de la localía, con tal de que Huracán no volviera a dar la Vuelta Olímpica en el Gasómetro (ya lo había hecho tres veces en el contexto de las Copas Nacionales). Y el Clásico de Barrio se jugó en Vélez. La última fecha indicaba que el rival sería aquel archirrival de los años 20, el que impidió que Huracán fuera campeón en 1923, tras el desempate más largo de la historia del fútbol argentino. Igualaban 2-2, quedaban dos minutos. Pero la celebración no podía esperar más... La gente quería festejar. Y lo hizo... Con todos, con Menotti, con los jugadores, con los vecinos...