jueves, noviembre 26, 2015

El Día de San Marcos


Hoy no será un día más para Marcos Díaz. De ningún modo sería posible: justo cuando caiga la noche sobre el Palacio Ducó se cumplirá un año del día en que se terminó de subir al pedestal de la historia de Huracán: en San Juan, ante Central, fue la enorme figura que -otra vez con su mágica destreza para los penales- permitió que el Globo de Newbery ganara la Copa Argentina, su Estrella Doce, el primer título después de 41 años. "Sé lo que significó ese día para cada hincha, para mí, para todo Huracán. Pero esta es otra historia, otro partido. Aquello quedará en la historia, esto es un paso más en la semifinal de la Sudamericana. Y es en lo que tenemos que estar enfocados ahora", le dice a Clarín el arquero de las manos gigantes y las piernas enormes. Se percibe: está estrictamente metido en el partido que puede determinar el pasaporta a la primera final internacional de Huracán en la Era Moderna.

Su historia es puro vértigo. Llegó a Parque de los Patricios en 2013 para ser el tercer arquero (detrás de Diego Pozo y Gastón Monzón), estaba acostumbrado a ser suplente, sumaba apenas 22 partidos atajados entre sus pasos por Colón y Gimnasia de Jujuy, se lesionó a los siete minutos de su primer partido en Huracán. Hoy, quienes mucho conocen la historia de Huracán dicen que es el mejor arquero de los 107 años de vida del club. Fue decisivo para obtener la Copa Argentina y la Supercopa, fue la figura de las dos finales, vencedor de cada definición por penales. Se ganó apodos que tratan de contar su dimensión: muchos le dicen el King Kong de La Quema. El periodista Alejandro Gorenstein escribió un libro con su biografía, con esta historia. Cuando Díaz fue a firmar ejemplares al Parque de los Patricios, la última semana, los chicos lucían el asombro de quien conoce en persona al Superman de su infancia.

-¿Cómo vivís todo esto?
-Estoy eternamente agradecido a Huracán. Lo estaré siempre. Tengo claro que soy lo que soy gracias a este club. No me la creo ni me la voy a creer nunca. Sería el peor pecado.

-¿Eso último -imagino- le cabe también al equipo?
-Seguro. Tenemos que ser humildes como lo fuimos siempre. Somos un equipo de remadores y así podemos hacer historia.

-Y ahora, la chance de ir por todo en el ámbito internacional: ¿cuál es la expectativa?
-Tenemos que disfutar todo lo que nos está pasando. Estamos pensando en el partido contra River. No más adelante.

-Contra River ya jugaron tres partidos en el año, ¿a cuál se va a parecer este?
-En los dos primeros fue River el que dominó y nosotros nos paramos más de contra. Nosotros vamos a intentar que este, el primero que jugamos en el Ducó, sea más parecido al del Monumental. Tuvimos más la pelota y lastimamos.

-Huracán perdió apenas un partido de 15 en el ámbito internacional, le ganó la final de la Supercopa a River, pero sufrió hasta la última fecha para evitar el descenso: ¿cómo se explica?
-La verdad, no lo sé. Es inexplicable. Quizá tenga que ver con que rendimos más cuando sabemos que no hay revancha.

-Se sienten cómodos jugando en la cornisa...
-Algo así. Este grupo siempre fue así: nos hacemos fuertes en los momentos más difíciles.

-Cuentan que quieren llevarle la Sudamericana al Papa Francisco...
-(se ríe) No... Eso fue un chiste en un programa de televisión. No pensamos en eso; sólo tenemos en la cabeza pasar a River.

Texto publicado por el fundador del Blog en Clarín.