miércoles, septiembre 16, 2015

Más que un Tigre

El festejo del gol de Mancinelli. Huracán eliminó a Tigre y sigue su camino por la Copa Sudamericana.

Copa Sudamericana: Huracán 1-Tigre 0
El Clásico de Barrio más grande del mundo sigue latiendo en el Palacio Ducó. Ahora transformado en recuerdo grato, en canción, en impulso. Grita la gente que decidió ir un frío jueves camino a la noche a ver un partido de vuelta de una serie casi resulta: “Un minuto de silencio / para el Cuervo que está muerto”. Son los retazos de la victoria del sábado ante San Lorenzo. El cantito deshace por un rato la modorra de un partido destinado a aburrir: en la cita de ida, en Victoria, Huracán había goleado 5-2 y este Tigre no parece capaz de dar vuelta tal diferencia en el campo de juego. 

Ese escenario retrata lo que anoche terminó sucediendo: un trámite. Huracán se impuso sin sobresaltos por 1-0 y pasó a los octavos de final de la Copa Sudamericana, en los que lo espera el Sport Recife (undécimo en el Brasileirão). Lo más llamativo, quizá, es el modo en el que lo logró: a pesar de terminar jugando con sólo dos titulares habituales (el arquero Marcos Díaz y el capitán Nervo), Huracán jamás padeció a un Tigre despojado de todo. De ímpetu, de intensidad, de claridad, de profundidad.

De repente, en poco tiempo, el breve ciclo de Eduardo Domínguez -el líder que se transformó en entrenador de un día para el otro- modificó sensaciones. Invicto en seis partidos, con el promedio que no aprieta tanto (les sacó diez puntos a Chicago y a Crucero del Norte, los dos que por ahora descienden), el ámbito internacional comienza a convertirse en un objetivo a afrontar con todo. El técnico, de todos modo, pide calma en público y en privado. No quiere plantearse más fronteras que el partido siguiente.

Una de las claves del partido, sin embargo, lo tuvo a Tigre como protagonista: en ningún momento pareció convencido de que podía dar vuelta la situación adversa. Alfaro incluyó tres delanteros, pero quedaron allá lejos aislados allá arriba, absorbidos por las marcas. Trató de tener la pelota, pero no tuvo volumen de juego ni pequeñas sociedades creativas y Huracán -que incluyó cinco mediocampistas- se la quitó frecuentemente. Quedó una impresión: este Tigre no está acostumbrado a ir a buscar, se siente incómodo en ese rol. Para colmo, esta vez no le funcionó tampoco la pelota parada, un recurso que Huracán neutralizó sin dificultades. En definitiva, un equipo necesitado de convertir cuatro goles apenas llegó dos veces con peligro en poquito más de noventa minutos. Poco. Demasiado poco.

Huracán se dio un lujo de cara a lo que viene (el partido ante Aldosivi, en Mar del Plata, el sábado a las 11): guardó a sus titulares de ataque (Espinoza, Toranzo, Abila y Montenegro) y dosificó el esfuerzo de casi todos. Y lo hizo sin correr riesgos porque (salvo el errático Borghello) todos estuvieron a la altura de la necesidad del equipo, más allá de aciertos, errores y destellos.

El gol de Mancinelli, a los 13 del segundo tiempo, terminó ofreciendo la certeza de la clasificación con una gran jugada: el lateral apareció tirando una pared con Romero Gamarra en el borde del área, se sumó como una suerte de centrodelantero y definió como tal. “Con Wanchope ausente, se disfrazó de goleador”, comentaban entre aplausos en la platea de la calle Alcorta. Pronto, el dueño de ese grito fue reemplazado. Lo acompañó una ovación. Otro detalle que cuenta el escenario: Huracán está tomando impulso.

Texto publicado por el fundador del Blog en Clarín.