jueves, febrero 24, 2011
Tuvimos tanto, se fue tan pronto
Por Alejandro Marinelli
Hace algo más de un año y medio teníamos el equipo que envidiaban todos. Jugábamos como hacía mucho que no se jugaba en la Argentina. Fueron unos meses llenos de fútbol, mágicos, y probablemente irrepetibles. Después vino el granizo en la final, los desaciertos de Brazenas y la vuelta de Liniers. Esa tarde, mi pequeño sobrino Juan, virgen en materia de frustraciones, me intentó levantar el ánimo: “Tío, no te pongas así, que el torneo que viene lo ganamos”. Me di vuelta y lo miré. Pensé que sus palabras sonaban lógicas. Si esos jugadores se quedaban, con un torneo más de rodaje, podíamos intentarlo de nuevo. Creí que habíamos perdido un campeonato, pero que teníamos la posibilidad de volver a estar cerca de las peleas grandes. Pero en pocas semanas, en vez de mantener el plantel y de buscar revancha, dejaron ir a Pastore, Defederico, Arano, Araujo, Nieto, César González. Sus lugares los tomaron otros, llegados del torneo del interior y de las segundas divisiones de España e Italia. No quedaba casi nada del equipo de Cappa. Era doloroso verlo a Bolatti solo, intentando paredes que nadie le devolvía. Los dirigentes se encargaron de que así fuera y desde entonces, todo se puso peor. Cuando terminamos el torneo pasado en Promoción, supuse que esta vez sí, porque no quedaba otra, lo que prometían (“Vamos a traer cuatro refuerzos de jerarquía”) se iba a tener que cumplir. Pero me equivoqué de nuevo.
Ahora estamos acá, muy parecido a junio de 2003. Mirando el promedio con la sensación de que viene lo irremediable. A pesar de eso vamos a seguir yendo al Ducó cada vez que nos toque, porque allí es donde somos más felices. Para sentir que por lo menos nosotros, los que estamos en la tribuna, no vamos a saltar del barco cuando el agua empiece a llegar al cuello.
Texto publicado en Clarín.