martes, febrero 22, 2011
Otro adiós
Miguel Angel Brindisi no quiso ponerle palabras a este nuevo adiós que le duele incluso más que el anterior y que cualquier otro en tantas geografías que recorrió en su largo camino de entrenador. Miró el Globo de Newbery estampado en la pared del vestuario principal de La Quemita y se fue con la única cara posible: la de una tristeza nacida de una situación parecida a la de querer remontar un barrilete de metal. Se fue, otra vez...
Hay una impresión peor detrás de la despedida de Miguelito , ese técnico que es una historia dentro de la historia de Huracán: no hay nada de casualidad en la situación; es la consecuencia de un proceso de desintegración que no nació en la conducción de Carlos Babington -otro de los grandes emblemas del Huracán feliz de los años 70- pero que continuó y se profundiza con él. Se parece a un espejo de otro momento traumático: Huracán, también con Brindisi de entrenador, finalizó cuarto en el Clausura 2002 y luego inició una temporada pésima que derivó en el tercer descenso de su historia al año siguiente. También entonces, aquel crack que jugaba con el número ocho en la espalda y se había hecho cargo del plantel se fue a la mitad del recorrido con el equipo en una zona tan incómoda como la actual.
“No estábamos preparados para una noticia de este calibre. Estamos doloridos porque es un amigo, de la familia de Huracán y apostábamos muchísimo a su proyecto”, le contó el vicepresidente Norberto Giuliano a radio Rivadavia . Sin embargo, no es una casualidad este alejamiento. Primero, tiene que ver con los resultados: este segundo ciclo que apenas duró 14 partidos puso a Huracán en la zona de Promoción luego de obtener apenas el 21,42% de los puntos (dos victorias, tres empates y nueve derrotas). Segundo, está vinculado con una necesidad insatisfecha: desde el momento de su arribo, Brindisi había reclamado refuerzos de jerarquía y la realidad del club atentaba contra esa búsqueda. El refuerzo más importante, Javier Cámpora (goleador del fútbol argentino en 2005), venía de ser elegido como uno de los tres peores futbolistas de la liga de Chile. Tercero, el plantel ya no le respondía como en los primeros días. El caso de César Montiglio es emblemático: se comenzó a alejar de los entrenamientos por una deuda y luego, cuando le pagaron -según informó la conducción del club-, tampoco regresó a las prácticas a consecuencia de que el entrenador no lo incluía entre los titulares. Más: quienes conocen la interna del plantel le contaron a Clarín que si en breve no recuperaban la titularidad Matute Morales y Rolando Zárate la situación se iba a hacer insostenible.
Brindisi tiene un estigma con el Monumental. Dirigió allí a cuatro equipos (Racing, Boca, Independiente y Huracán) y siempre perdió. Y tras el Superclásico del Apertura 2004 dio un paso al costado.
Ayer a la mañana, temprano, Brindisi le comunicó al presidente Babington que ya tenía decidido alejarse del club. Le dijo que no le encontraba la vuelta al plantel y a la situación. Dirigió su última práctica y expresó que hoy se despedirá formalmente del plantel.
En breve, comenzaron a aparecer los nombres: desde el imposible Ricardo Caruso Lombardi hasta el más lógico Roberto Pompei -ex jugador e hincha de Huracán- pasando por Diego Cagna, Luis Zubeldía, Miguel Angel López, Facundo Sava, Jorge Burruchaga, Pablo Erbín y hasta el histórico Alfio Basile. Ellos lo saben: agarrarán un equipo complicado en un club que no ofrece garantías.
Texto publicado por el autor del Blog, en Clarín.