lunes, julio 13, 2009
Venga ese aplauso...
Huracán fue un legado de enseñanzas en el Clausura. Mostró un gran juego, puso arriba de la mesa el tiki tiki, demostró que importa el cómo para llegar al por qué. Para la generación resultadista, la nacida en los 90, lo que vale es la chapa final y... Es verdad: el Globo perdió en Liniers -hay que ver la manera y el arbitraje-, se quedó sin título, todo lo que se leerá en los libros (fríos). Pero el plantel se ha mostrado diferente adentro y afuera de la cancha, con eventos sociales (visita a la ESMA, al hospital Garraham, a los barrios marginales), con gestos para sus propios hinchas. Y su gente no fue menos: aplaudió los últimos diez minutos de juego, con el partido 0-1, estando a un gol del título, mostrando gratitud para un grupo de futbolistas que pusieron al club otra vez en su lugar histórico, peleando cosas importantes y no descensos. Y por eso, el emocionante canto final, en medio de la fiesta de Vélez, dejando en claro que la historia no sólo la escriben los que ganan: "Que se queden todos, no se vaya, ni uno solo".
La gratitud no se compra ni es usual. Huracán continuará siendo el equipo del pueblo y, seguramente, el team recordado dentro de cinco años. Por eso, el sentido de pertenencia de los futbolistas y de su entrenador, en consecuencia al hit de la gente. "Hay que volverlo a intentar el año que viene", dijo Cappa, en medio de escupitajos de maleducados disfrazados de hinchas de Vélez. "Ojalá que siga la misma base porque este grupo intentará seguir la línea de juego del club y pelear por cosas importantes", repetía Toranzo, en medio de cargadas ajenas. Y cerró la fila Bolatti, el mejor jugador del campeonato, abriendo una esperanza de que su estadía en Parque Patricios no se termine tan rápido: "Quiero revancha de esto que me pasó y ojalá que sea pronto".
Mientras ellos hablaban, la gente deambulaba las calles de Liniers entre lágrimas, con imágenes conmovedoras como la hija del Turco Mohamed (estuvo en la platea/popular del Globo) llorando desconsolada (sentada en el piso), con su mamá tratando de encontrarle un consuelo. No hubo espacio para insultos ni para suspicacias como sucedió en el 0-4 del 94. Los hinchas, tristes, obvio, porque a nadie le gusta perder (ni a los que defienden la belleza del juego), se fueron orgullosos de los jugadores que enaltecieron sus colores. Ahora llegará el momento en que Babington deberá seguir haciendo los deberes (además de levantar pedidos de quiebra constantes) para cumplirle la palabra a Cappa y no desarmarle la base, aunque ya se sabe que se irán un par de futbolistas (Goltz, el primero de la lista). El milagro Huracán no llegó a campeón, pero se ganó la foto más destacada. Por eso, como dice el telón, venga un aplauso para esta hinchada.
Texto publicado por Hernán Claus, en Olé.