sábado, febrero 14, 2009

Para guardar: 4 goles en 17 minutos


Duró diez minutos la calma para Racing. Curiosamente, el principio del fin fue ese cabezazo de Matías Martínez, que estableció el 1-0 para el equipo de Juan Manuel Llop. Desde entonces, el partido tuvo un dueño impecable e implacable: ese Huracán que hizo del toque un mandamiento y del juego asociado un camino sencillo para ganar. Y así, con un puñado de detalles lujosos, puso a Racing en una cornisa, lo hizo sentir incómodo. Y cuando pudo, lo golpeó: le hizo cuatro goles en 17 minutos.
A los 32 minutos, cuando Javier Pastore jugó a ser crack sobre el sector izquierdo y definió ante un asombrado Gustavo Campagnuolo, Huracán se abrazó a una goleada para el aplauso. Cuatro a uno. Y no se trataba de un azar. Nada de eso: el resultado era la consecuencia de la distancia entre uno y otro. Porque con Mario Bolatti como eje de la circulación de la pelota, jugar al fútbol parece tan simple como atarse los cordones. Porque con Pastore y Matías De Federico en pleno estado de inspiración, Huracán parece mucho más que un equipo con la prioridad de permanecer sin incomodidades en la máxima categoría.
Antes y después de ese cuarto gol con carácter de sentencia, Huracán expresó su mejor versión; y Racing, la peor. Hubo un duelo entre un equipo capaz de hacer más de 30 pases seguidos contra otro cuya defensa era una invitación para lucirse. Es más: la goleada pudo haber sido mayor. Ya en el último cuarto de hora del partido, con Racing atormentado en el subsuelo de su autoestima, el equipo de Cappa generó dos ataques para aplaudir, cuanto menos, hasta el próximo fin de semana. En ambos, la pelota pasó por casi todos los futbolistas de camiseta blanca. Uno terminó con un off side mínimo, ya casi abajo del arco; el otro finalizó en un mano a mano que De Federico perdió contra Campagnuolo. A esa altura, la ovación ya estaba garantizada. Como si un viernes a la tarde sirviera para reivindicar una historia.

Texto publicado por el autor del Blog, en Clarín.