martes, enero 08, 2008

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El siguiente texto fue publicado en Zona, de Clarín, el domingo 23 de diciembre pasado. Una aproximación a la barra brava de Huracán desde la antropología social.
Garriga Zucal (magister en antropología social (IDES-IDAES/UNSAM) y miembro del CONICET) investigó desde adentro a la barra brava de Huracán, para lo cual tuvo que superar desconfianzas y filtros. "Son grupos muy cerrados, afirma, porque están más allá de los límites de la legalidad. Uno supone que los barrabravas están excluidos del mapa social, pero son actores sociales como nosotros. Están, mantienen relaciones con periodistas, dirigentes, políticos. Un dirigente me fue abriendo las puertas hacia ciertos barrabravas. Porque todos tienen un barrabrava amigo. Los barrabravas no son marcianos que llegan a la cancha sábados y domingos para hacer disturbios: son parte de la vida social del club. Se los puede encontrar jugando al ping-pong o llevando a su hijo a hacer algún deporte; en la plaza charlando o trabajando. No es tan difícil conocerlos. Lo difícil es que lo dejen a uno ingresar al grupo. Y el punto clave tiene que ver con quién habilita el contacto. Si es alguien de confianza, se puede entrar".
"Aceptaron ser observados. Sabían el trabajo que estaba haciendo. Varios de los jefes no quisieron hablar nunca conmigo. Pero con los que establecí relación, fue cordial. Me sentí hasta cuidado y protegido por muchos. Pero siempre estuvo claro que yo no era un integrante, sino alguien que estaba haciendo un trabajo para la facultad. Tuve que medir las palabras: me cuidé de decir investigación, por la connotación policial del término. Y tampoco dije antropólogo, porque les suena muy extraño. El tema de la presentación es sumamente importante para ver qué rol le dan a uno. Y yo siempre quedé afuera, yo nunca fui de la hinchada. Fui, por cuatro años, el otro. Y en muchos momentos tuve miedo".


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