El 4-0 del año pasado, con Javier Pastore como Bailarín de La Quema, fue el mejor triunfo de Huracán ante River en el Ducó.
El Monumental de Núñez es un motivo de orgullo para River. Hay razones de sobra. Entre ellas, una que cuenta la estadística histórica: es el estadio más difícil para los visitantes. Sin embargo, hay otro escenario en el que River jugó como local y se sintió muy cómodo. En 1977, casi cinco décadas después de la inauguración, el Monumental fue refaccionado para el Mundial 78. Entonces, sucedió la única mudanza prolongada de River a un estadio ajeno: el Tomás Adolfo Ducó.
No era una campaña cualquiera: River había ganado apenas dos títulos (el bicampeonato de 1975) en los últimos 20 años. Y Boca se había llevado el Metro y el Nacional de 1976. Lejos del Monumental, en Parque de los Patricios, River se hizo fuerte y dio la vuelta olímpica tras un larguísimo campeonato de 44 encuentros. La vuelta la dio en la última fecha, en Alcorta y Luna: el 13 de noviembre venció 4-2 a Ferro (con goles de Passarella, Marchetti, Pedro González y Ortiz) y mantuvo la diferencia de dos puntos sobre Independiente, el subcampeón. En esa campaña fue el equipo que menos perdió como local (una caída en 22 encuentros). En La Quema, donde ganó 12 partidos y empató 9, sólo lo derrotó Vélez (2-1). Como detalle añadido, también en esa cancha venció como visitante a Huracán (2-0).
Pero el idilio no sólo sucedió en esa temporada. Lo cuenta la historia. Y hasta el nacimiento. El día del primer partido oficial disputado en el Ducó, el 7 de septiembre de 1947, también festejó River: ante 48.000 personas, Huracán venció 4-3 a Boca. Fue un resultado valioso para los de Núñez ya que en ese campeonato que ganaron, los perseguidores fueron sus superclásicos rivales.
En total, como local o como visitante, River disputó 125 partidos en el Ducó. Y el saldo es notablemente favorable: ganó 63, empató 42 y perdió 20 (cuatro de ellos ante Vélez). Hay más: el saldo en el enfrentamiento con Huracán también es muy positivo (26 triunfos contra 10 y 18 empates). No sólo eso: dos de las diez máximas goleadas de River como visitante en su historia sucedieron en esa cancha (7-1 en 1952 y 6-0 en 2003). Por eso, más allá de los malos recuerdos que genera Derlis Soto (por haber impedido el título en 2001) y del 4-0 del año pasado, el Ducó es un espacio agradable para River.
Ahora, en El Estadio del Oscar -como lo llaman los hinchas de Huracán al Ducó desde la consagración en Hollywood de la película El secreto de sus ojos - volverán a enfrentarse. Con un valor agregado: sentado en el banco visitante estará Cappa, una suerte de Angel de Parque de los Patricios . También por eso, en este otro estadio de River, no será un domingo más.
Texto publicado por el autor del blog en Clarín.