Sumó. Primera y vital apreciación. En la altura. Segunda y no menos relevante. Se mantiene expectante a falta de tres partidos y con dos de ellos en el Ducó. Tercera, y a la vista de lo que viene en el horizonte copero, saludable. Belo Horizonte 0-0. Sucre 0-0. No está mal para un regreso tan esperado.
A Huracán no se le hizo simple traerse el empate. Cuando hubo aire y piernas dejó pasar dos en las garras de Wanchope y un testazo del Pelado... Después fue el 22 (reemplazante heroico de San Marcos) el que sí tuvo resto y sacó todo lo que le tiraron... Y sino fue alguna burrada ajena la que impidió la vulnerabilidad de nuestro arco. Pudo ganarlo y pudo perderlo con muchas más certezas que lo sucedido hace una semana en Brasil. Parece raro que las chances estén intactas aun sin haber ganado en el grupo.
¿Y ahora qué? El clásico, nada menos. Emociones que se mezclan en nuestra sangre. La espera se volvió un tic tac palpitante que trae todo tipo de recuerdos. Y será allá, en tierras nómades. Con los cojones que hacen falta. Con la casaca sudada. Hay que pedir hidalguía y valoración de lo que se juega. No se acepta un mínimo de excusa. Pasó el tiempo. Que no pese el presión de salir a ganarlo.
A Huracán no se le hizo simple traerse el empate. Cuando hubo aire y piernas dejó pasar dos en las garras de Wanchope y un testazo del Pelado... Después fue el 22 (reemplazante heroico de San Marcos) el que sí tuvo resto y sacó todo lo que le tiraron... Y sino fue alguna burrada ajena la que impidió la vulnerabilidad de nuestro arco. Pudo ganarlo y pudo perderlo con muchas más certezas que lo sucedido hace una semana en Brasil. Parece raro que las chances estén intactas aun sin haber ganado en el grupo.
Y de eso se tratarán los próximos pasos. Para que ambos 0-0 tengan el valor que se les da “in situ” es obligatorio vencer a los mismos rivales cuando se planten en el Palacio dentro de cuatro semanas. Matemática pura. De otro modo no habrá clasificación a la vista. Confiemos en los planteos de Apuzzo y avistemos un futuro a pata ancha.
¿Y ahora qué? El clásico, nada menos. Emociones que se mezclan en nuestra sangre. La espera se volvió un tic tac palpitante que trae todo tipo de recuerdos. Y será allá, en tierras nómades. Con los cojones que hacen falta. Con la casaca sudada. Hay que pedir hidalguía y valoración de lo que se juega. No se acepta un mínimo de excusa. Pasó el tiempo. Que no pese el presión de salir a ganarlo.
*Periodista. Texto publicado en el diario Olé.