martes, junio 10, 2014

La final y las pasiones

Las escenas se repiten de un lado y del otro. En Avellaneda y en Parque de los Patricios, espacios de pertenencia de Independiente y de Huracán. Son los protagonistas de una cita que obligará a vencedores y vencidos: se enfrentarán por un lugar -el tercero, el último- en Primera. Las filas de hinchas se parecen: son anchas y miden más de 500 metros. Las sensaciones se asemejan, más allá de los colores: los del Rey de Copasestán ansiosos como en cualquiera de las siete finales de las Libertadores que ganaron; los del Globo de Newbery están entusiasmados con culminar la remontada épica (el equipo estaba en el puesto 16 en la fecha 29 y descontó 13 puntos) con una victoria estruendosa. También, con una impresión de revancha por aquella final del 94, en la que Independiente lo vapuleó 4-0 en su viejo estadio de Avellaneda.

La calle Bochini no alcanza. La cola gira por Alsina y sigue, prolija, organizada. Las broncas que dejó el empate sin goles y sin fútbol ante Patronato parecen haber quedado enterradas en el domingo pasado y fatídico. Los fastidios se deshacen en un instante mágico: con la entrada en la mano los hinchas de Independiente recuperan dos cosas imprescindibles para afrontar la circunstancia: la sonrisa y la ilusión, que tan averiada estaba.

En el Sur de la Ciudad todavía no amaneció, pero la fila de tantosquemeros expectantes brotó hace ya un rato. Parque de los Patricios todavía se ilumina con luz artificial. Aún no son las siete, falta una hora para que las entradas se pongan a la venta en las boleterías de la Popular Ringo Bonavena. Los hinchas -socios con prioridad para comprar desde temprano- se miran reconociéndose en el deseo del regreso a Primera.

Más tarde, poco después del mediodía, una novedad calcada se conoce casi en simultáneo: en los dos estadios se agotaron las populares. Nueve mil de cada lado. No fueron pocos los que se tuvieron que volver a casa con desencanto. También estuvieron los otros: los que invirtieron el triple (300 pesos; en vez de los 100 que costaba la popular) por una platea de las 7.000 disponibles (divididas en mitades para cada club). El remanente de plateas de Independiente se venderá hoy, de 9 a 11, en la sede de Mitre. Y el de Huracán, de 8 a 10 en la entrada de la calle Rondeau, en la sede.

Hay historias en la espera. Historias que cuentan al hincha auténtico, a los militantes de sus colores. Sucede en Avellaneda: están los que se emocionan cuando la certeza del acceso al desempate está guardada en los bolsillos; los que se quedaron toda la noche esperando bajo el frío; los que viajaron desde el Interior con la plata justa y con las ganas de tener el tan deseado desahogo. También está Marcelo, quien le cuenta su recorrido a Clarín: “Estuve en la cancha el domingo. Me volví a Santa Cruz y ahora, de nuevo, estoy acá. Por mi hijo, que tiene 9 años y es hincha del Rojo como toda mi familia. Somos todos del sur y de Independiente. Vinimos para ascender. El hincha no se merece estar en la B”.

En Parque de los Patricios también hay ambiente de final e hinchas con historias: están los que se escaparon del trabajo; los que eligieron perderse un parcial en la facultad; los que les encargaron entradas a sus amigos que son socios; los que están viajando desde el Interior con la idea de conseguir algún remanente en la reventa; los que se quejan porque se quedaron sin su entrada, pero se empecinan en que irán igual. También está Miguel Villeta, presidente de la filial Pedro Barrios, de Pergamino, quien se desespera por saber si ya le consiguieron las entradas para ir desde su ciudad hasta La Plata. La ansiedad lo devora.

Todos ellos, los de Independiente y los de Huracán, se encontrarán hoy en el estadio Unico. Los de Avellaneda se trasladarán directo por la Autopista Buenos Aires-La Plata. En tanto, el trayecto que harán los de Parque de los Patricios será: Autopista La Plata hasta Hudson, luego Ruta 2 y Ruta 36 hasta La Plata. Después, cuando sean las 14, un partido decisivo comenzará. El desenlace determinará alegrías y llantos. Lo saben: en Primera hay lugar para uno solo.

Texto publicado por el fundador del Blog en Clarín.