sábado, noviembre 05, 2011

De regalo


Temporada 11/12 - B Nacional, Decimotercera Fecha: Huracán 0-Rosario Central 1, en el Ducó. Rosario Central fue lo que quiere y lo que debe ser: un equipo de Primera. Fue al Ducó -ese escenario dificilísimo, según cuenta la historia de los rosarinos-, jugó como deben jugar los equipos con pretensiones grandes, le puso un marco apropiado desde el contorno y no se inhibió ante circunstancias adversas. Así, a pesar de quedarse con un futbolista menos a los tres minutos (por una falta grave de Matías Ballini), construyó un triunfo grande que lo posiciona como lo que es: un candidato inevitable. No brilló, pero ofreció autoridad, intensidad y convencimiento para imponerse en este duelo de Primera .

Lo de Huracán se pareció demasiado a la contracara de ese círculo virtuoso del rival. Volvió a tropezar, a ofrecer esa sensación de equipo a la deriva, de individualidades lidiando sin éxito. Como en Tucumán (0-2 frente a Atlético), el equipo de Diego Cocca comenzó a caerse a pedazos a partir del primer gol ajeno y de sus propios errores (varios de ellos inadmisibles para un equipo con intenciones de regreso rápido al lugar que le pertenece, la máxima categoría).

Fue un partido arduo, cambiante, con muchas equivociones, con dos expulsados (a los 31, también vio la roja Ezequiel Filipetto), con situaciones de peligro, con incertidumbre hasta el final. El único gol fue un retrato de ambos: de este Huracán tan proclive a torpezas (fueron eso la salida de Gastón Monzón y la pifia de Filipetto al cerrar) y de ese Central que se anima a pesar de todo (fue eso la avivada de Gonzalo Castillejos).

Antes y después del único grito, los de Rosario mostraron que saben lo que quieren, incluso más allá de esas limitaciones creativas que condicionan sus posibilidades. Los de Parque de los Patricios, en cambio, no estuvieron a la altura de lo que pretende su gente y su nueva conducción. Hubo fracasos individuales y también colectivos. Y desde el banco entregó preguntas sin respuestas: ¿Por qué Diego Cocca insiste en ubicar a Sebastián Battaglia -el mejor de sus intérpretes-sobre los costados, lejos de su puesto? ¿Es razonable sacar del equipo a Pablo López, poco después de que había demostrado ser el mejor de Huracán en el primer tiempo? ¿Tenía sentido mantener tres volantes centrales y cuatro defensores justo después de la expulsión de Ballini? ¿No era más saludable brindar un mensaje de búsqueda con un cambio en nombre de ir a buscar la victoria? Y ante ese contexto ajeno, Central edificó un triunfo ajustado y justo. No porque encantó con su juego; sobre todo porque creyó siempre que era posible. Sirve un detalle como síntoma: a los tres minutos, con un hombre menos, el entrenador Juan Antonio Pizzi reordenó el equipo sin hacer recortes en su inversión ofensiva (mantuvo a los dos delanteros y reubicó a los mediocampistas) y el resultado llegó en breve.

En ese contraste estuvo la diferencia. Ganó el que se animó; perdió el que dudó siempre. También por eso, o sobre todo por eso, así le va a este Central. Y así le va a este Huracán de desencantos.

Texto publicado por el autor del Blog, en Clarín.

Gonzalo Castillejos, el autor del único gol del partido para Central. Es un verdugo de Huracán en estos tiempos: las dos veces que lo habìan enfrentado al Globo de Newbery -con la camiseta de Lanus- el delantero convirtió y su equipo ganó. Ahora, de regreso a La Academia de Rosario, repitió su maldita costumbre.

Así estamos:
En la tabla
En los promedios
El fixture