No hacen falta los duendes de los mejores tiempos; nos conformaríamos con bastante menos. Pensando en lo que más necesitamos (un nueve), no reclamamos un Stábile o un Masantonio; tampoco un año brillante de Ricagni o de Mellone; ni un Roque Avallay en sus días felices. No, no, no. Somos realistas. Ya no se puede todo aquello. Nos conformamos con mucho menos. Bueno sería tener, por ejemplo, a alguno de los dos Sanabria (Jorge o Dante) o al Toti Iglesias. ¿O no habrá un Jorge Cruz, ese colombiano que nos hacía gritar goles seguido a principios de los 90, para alegrarnos algún domingo? ¿Y no nos vendría bien un Hugo Guerra para pelearlas todas en el área? ¿No habrá en las inferiores un Tito Villa o un Casas de la B Nacional? Sí, sí, cualquiera de ellos vendría muy bien. Pero lo único cierto es que por el momento hay un agujero en el centro del ataque. Y ahora, a tan poco del debut en el Clausura, se está llenando con inquietudes.
Imagen del blog Cosas de Huracán.
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