Rendo y Veira en la tapa de El Gráfico número 2628, de febrero de 1970. Huracán, protagonista en el inicio de la temporada.
Héctor Rodolfo Veira fue y es uno de los más grandes ídolos de la historia de San Lorenzo (incluso fue el más elegido en todas las encuestas que se hicieron el año pasado, en ocasión del centenario del club de Boedo). Sin embargo, impulsado por su sentimiento de los días de pibe y por varios amigos quemeros (como su inseparable compañero de andanzas, Oscar Ringo Bonavena, o como el Toscano Rendo, con quien posa en la tapa de El Gráfico), jugó durante dos temporadas en Huracán. Disputó, en total, 45 partidos y convirtió 21 goles con el Globo de Newbery en el pecho entre 1970 y 1971. Tenía un talento enorme. Y también supo mostrarlo en Parque de los Patricios, ese barrio que cobijó muchos de sus días felices, más allá del campo de juego. Incluso para 1971, el Bambino convenció a Horacio Narciso Doval, uno de sus socios más emblemático, para que jugara en Huracán. Cuentan que aquel carácter lúdico de ambos fue el principio de lo que llegaría en breve: el título de 1973 y el mejor lustro de la historia de Huracán, tras los inolvidables años 20.
Lo que sigue fue publicado en 2007 en el Libro "San Lorenzo Campeón", editado por Clarín: "El caso de Héctor Veira es, quizá, el más sintomático. Era ídolo de San Lorenzo y convivía, en un departamento frente al zoológico, con el más representativo de los hinchas de Huracán: Oscar Natalio Bonavena, el irrepetible Ringo. Salían a correr, boxeaban (esa pasión que El Bambino había heredado de su padre), se divertían. Componían el dúo más divertido de aquel Buenos Aires. Veira había nacido quemero, pero el tiempo y la camiseta lo hicieron cuervo. Jugó para San Lorenzo entre 1963 y 1969 y en Huracán en 1970 y 1971; más tarde, ya en 1973, regresó a Boedo. Hombre de barrio, de bar, de bohemia, el Bambino es el perfecto representante de la impronta de este clásico".