jueves, noviembre 19, 2009

Cappa, el adiós y la huella


Angel Cappa lo dijo sin que nadie se lo preguntara: "A Huracán llegué como técnico y me voy como quemero". Entre su llegada (aquel 3-3 inaugural frente a River, en el Monumental) y su adiós inminente, el entrenador construyó un idilio múltiple. Primero, con el juego, ése que propuso y que reivindicó la historia (la de los Reyes de los Años 20 y la del memorable Equipo de los Sueños de 1973) con el notable equipo del Clausura 2009, una suerte de campeón sin vuelta olímpica. Luego, con los jugadores, que encontraron el perfecto modo de expresarse sin inhibiciones. Y para siempre, con el hincha auténtico, que encontró en él, en Angel, la perfecta excusa para que el Ducó volviera a permitir el aplauso teatral y para que el Globo de Newbery en el pecho fuera --otra vez-- un orgulo inflado.
Se va el señor Cappa de Parque de los Patricios. Se va porque lo defraudaron. Porque no le cumplieron. Porque al mes siguiente de la promesa de continuidad de Javier Pastore y de Matías Defederico ya no contaba con ninguno de ellos en el plantel. Porque nadie desde la dirigencia lo apoyó en su quimera europea, tras los pasos de refuerzos en nombre de la revancha.
No perdió Cappa. Nada de eso. Dejará una huella indeleble. Pero no sólo por los días felices del primer semestre posterior al Centenario. Sobre todo, porque eligió el camino más difícil: se quejó de lo que le hace mal a este club que lo emocionó (empresarios, desorganización, planificación de corto plazo). Por eso, su mensaje debe servir como un principio para Huracán. Si no, correrá riesgos graves: aquellos que cuentan los fantasmas de dos descensos en cuatro años.

Texto publicado por el autor del Blog, en Clarín.