Norberto Méndez, Emilio Baldonedo y Herminio Masantonio, tres glorias quemeras para la Selección.
A pesar de que hace 16 años que un jugador de Huracán no representa a la Selección en la Copa América (el último fue Antonio Mohamed en 1991), la historia cuenta muchísimos episodios de quemeros exitosos con la camiseta albiceleste.
En el Sudamericano de 1916, disputado en Buenos Aires, Argentina terminó segundo. Y un half destacado de entonces, Pedro Martínez, tuvo asistencia perfecta. Pero hubo más: José Laguna, el histórico Negro, hizo el gol de la Selección ante Brasil (1-1) en su única presentación.
En 1917, en Montevideo, la Selección volvió a ser subcampeona (dos victorias y una derrota ante el vencedor Uruguay). Y Pedro Martínez resultó titular en dos ocasiones. Además, Jaime Chavín --un wing de los de antes-- formó parte del plantel.
Dos años después, en Brasil, el infaltable Martínez volvió a tener asistencia perfecta.
En el primer título que obtuvo Argentina, como local en 1921, hubo dos presencias de Huracán, aunque con escasa participación: Chavín disputó un encuentro y Ernesto Kiessel fue el arquero suplente de Américo Tesoriere.
En la década del 20, la más gloriosa de la historia de Huracán, fueron convocados para disputar Sudamericanos: Angel Chiessa (un partido y un gol en 1922, en Río de Janeiro), Adán Loizo (tres partidos en 1923, en el subcampeonato de Montevideo), Cesáreo Onzari (seis partidos y un gol entre 1923 y 1924) y Mario Fortunato (un partido en Montevideo 1924). Curiosamente, entre 1925 y 1929 no hubo futbolistas de Huracán disputando la Copa América. Entre otras cosas, se incluye la inexplicable omisión de Guillermo Stábile, luego máximo anotador del primer Mundial.
Ya en la década del 30, comenzó la Era Masantonio. Un caso curioso el de Herminio: fue goleador y figura inobjetable del certamen, pero nunca pudo ganar el máximo torneo continental. En 1935, en Lima, hizo cuatro goles en tres partidos. Fue el máximo anotador, pero Argentina terminó segundo. Y en 1942, en Montevideo, hizo siete tantos en cinco encuentros, fue goleador junto al Charro Moreno, pero Argentina volvió a ser subcampeón. Más del Mortero de Ensenada en este Sudamericano: hizo cuatro tantos en el 12-0 a Ecuador, la máxima goleada de la historia de la Selecciòn. En ambas ocasiones, el verdugo que impidió el título de Masa fue Uruguay.
Juan Estrada, aquel notable arquero que luego fue a Boca, se consagró en el Sudamericano de Buenos Aires, en 1937. Atajó en cuatro de los seis encuentros.
En el título de 1941, en Santiago, Argentina obtuvo el puntaje ideal, luego de cuatro triunfos. Jorge Alberti, quien también jugó en el Sudamericano del año siguiente, tuvo asistencia perfecta. Ese fue, además, el primero de los seis títulos de Stábile como entrenador en Sudamericanos.
Los años cuarenta estuvieron marcados por el extraordinario Norberto Méndez, el máximo goleador de la historia de la competición. En el Sudamericano de 1945, en Santiago, hizo seis tantos en cinco partidos, fue el goleador y dio la vuelta olímpica. Al año siguiente, en Buenos Aires, la Selección repitió el título y Tucho hizo cinco tantos en cinco encuentros. Además, otro quemero de entonces Juan Carlos Salvini aportó dos goles en dos partidos. La trilogía gloriosa se completó en 1947, en Guayaquil. Otra vez goleador (seis gritos en siete presentaciones), otra vez campeón. Alfredo Di Stéfano, que venía de jugar en Huracán, también hizo seis tantos para ese equipo inolvidable.
Los Sudamericanos de 1955 y de 1957 completaron el sexteto de títulos de Stábile, que instaló un récord ya imposible de superar.
Recién en 1959 un jugador de Huracán volvió a ponerse la celeste y blanca en una Copa América. El defensor Carlos Arredondo jugó los tres partidos del Sudamericano de Guayaquil, en el que Argentina fue subcampeón.
Cuatro años después, en La Paz, Ernesto Juárez hizo un gol en seis encuentros. Y en 1967, en Montevideo, Sebastián Viberti disputó dos partidos.
El penúltimo exponente fue Osvaldo Ardiles, en 1975. El Pitón hizo dos goles en cuatro presentaciones para un equipo sin brillo, que terminó eliminado en la primera ronda. Lo dirigía César Menotti. Ambos serían luego, junto a René Houseman y Omar Larrosa, campeones del mundo.
En los siguientes 32 años, sólo un jugador de Huracán fue convocado a una Copa América. Otro quemero, Alfio Basile, citó al Turco Mohamed para participar en 1991, en Chile. Jugó un partido: 3-2 a Perú, el 14 de julio, en Santiago. Desde entonces no hubo jugadores de Huracán citados a este torneo. Pero sí auténticos quemeros involucrados: ahora, acá en Venezuela, el Coco Basile hizo ingresar a Lucho González --un crack criado en La Quemita-- en el partido ante Colombia.
Post publicado desde Puerto La Cruz, Venezuela