jueves, noviembre 01, 2012
El peor de los cumpleaños
Huracán está atravesando el peor momento deportivo de sus inminentes 104 años de historia. Es un atropello a esa grandeza que construyó en otro tiempo. Quedan tan lejos aquellos que hicieron de Huracán el más campeón de los años veinte (junto a Boca). Tanto que parecen una mentira bien contada por los abuelos o los bisabuelos de los hinchas de estos días duros. Parecen tan ajenos los días felices de los años setenta, con nombres de chapa internacional, con cracks para guardar por varios siglos. Si hasta resulta increíble imaginar los 73 años sin interrupciones en la máxima categoría (desde 1914 hasta 1986). Si incluso Los Angeles de Cappa -esa magia que duró seis meses- quedan a un abismo, más allá de que apenas pasaron tres años y un poquito. Distorsiona todo este presente de equipo roto, de promedio escaso, de riesgo de descenso a la tercera categoría.Y así anda Huracán, con el deseo herido de volver a Primera; con la certeza de que tiene que sumar para zafar del dolor más lamentable.
El jueves, el Globo de Newbery cumplirá 104 de su segunda fundación (la oficial, la de 1908). Para el partido del sábado frente a Independiente Rivadavia, socios y habitantes frecuentes del Ducó pretenendían y pretenden celebrar el cumpleaños. Pero la actualidad no ayuda para nada: el equipo está último en la tabla general (con apenas dos victorias en 12 encuentros), en zona de descenso a la tercera categoría (la Primera B Metropolitana) y con un inevitable clima hostil. Un detalle reciente lo cuenta: de regreso desde Paraná (tras el 0-3 frente a Patronato), el micro que traslabada al plantel fue interceptado por un grupo de barras. Cuentan que subieron y los increparon. "Si siguen jodiendo no les va a salir gratis", cuentan que les gritaron, con insultos que acompañaban. En Parque de los Patricios y sus zonas de influencia se respiran días de inconvenientes.
A la actual conducción se le reconoce el manejo claro, la voluntad de construir desde los escombros que dejaron los dirigentes anteriores y una novedad en el club: el plantel está al día. Y no es que se trate de un plantel barato. El presupuesto de 1.500.000 pesos es uno de los tres más elevados de la categoría. Llegaron futbolistas de jerarquía, de Primera. Sirven dos ejemplos: el capitán Eduardo Domínguez y Hugo Barrientos llegaron procedentes de un All Boys que se había subido al podio de Primera con el principal argumento de su notable capacidad defensiva, virtud de la que ellos eran partícipes necesarios. Ninguno de los dos está ahora a la altura de las necesidades de Huracán. Pero no son sólo ellos. Casi nadie está fuera de la lista de futbolistas que están rindiendo por debajo de las expectativas. Hay más: los jugadores se quejan por tener que viajar en micro al interior y reclaman concentrar en un hotel y no en el Ducó. Un anécdota como contraste: Los Angeles de Cappa se concentraban en Alcorta y Luna. Otra: Mario Bolatti -figura máxima de aquel equipo junto a Pastore- tuvo que dormir durante las primeras semanas en una cama que era más corta que sus 187 centímetros.
Y el malestar por esta campaña que da pena se traslada a los hinchas también. En los foros de socios -como el de Patria Quemera- tras la caída en Paraná se proponía ir a hacer una manifestación, a modo de queja a la sede de la Avenida Caseros. La Policía tuvo que tomar precauciones. Al final no pasó nada. Pero la realidad es que nada garantiza que el fastidio no se traslade a alguna expresión pública. Más allá de lo traumático, es una situación curiosa la de este Huracán: no hay tanto reclamo para una conducción que -al menos- pretende ser prolija, más allá de la sucesión de errores en lo deportivo (al menos, a la vista de los resultados). Los principales señalados, esta vez, son los futbolistas.
No hay entrenador que le encuentre la vuelta al Huracán. Desde la polémica derrota frente a Vélez (0-1, en Liniers), en la definición del Clausura 2009, Huracán perdió 65 de los 125 partidos que disputó. Es, por lejos, el peor tramo de su historia. En ese período sucedieron todos ciclos inconclusos de entrenadores. Con un caso emblemático: Héctor Rivoira -el de la campaña más decorosa, aquel décimo puesto en el Clausura 2010 de la A, en el que Huracán a falta de cinco fechas estaba a cinco puntos del lìder- se fue entre silbidos y regresó como salvador en el último tramo de la pasada temporada y volvió a partir entre rechazos, hace casi nada.
Por eso. Por todo eso, Huracán está viviendo el peor cumpleaños de su vida.
Texto publicado por el autor del Blog, en Clarín.com