miércoles, enero 07, 2009

Cada partido, una fiesta



Cada hincha de Huracán sabe, por experiencia y también por herencia, que concurrir o no a la cancha no está atado a los avatares de una buena o una mala campaña. Se trata de una lealtad que excede el éxito ocasional. Es una suerte de militancia, de legado familiar, de simbiosis con los barrios del Sur incluso más allá de vivir o no en el Sur de la Ciudad, de afinidad con aquellos gloriosos exponentes de otros días más felices aun cuando no nos haya tocado la dicha de verlos. No suele haber razones en la lógica de los resultados. Ser Quemero no es, claro, la garantía de un título todos los años o cada un puñado de torneos. El significado es otro: ese inmodificable sentido de pertenencia cada vez que asomamos la cabeza por alguno de los accesos del Ducó. En ese instante, en ese cosquilleo que se repite, sucede lo mágico: que cada partido, más allá de su desenlace, resulte una fiesta.

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Post publicado desde Mar de las Pampas.