miércoles, mayo 31, 2017

Breve crónica de un milagro


De repente, un milagro sucede. Un chico que iba en bicicleta a La Quemita le pega de zurda al último de los remates que la noche del Palacio Ducó concede. Alejandro Romero Gamarra, ese pibe que sonríe siempre, es el dueño de la última de las jugadas. Patea y es gol. La consecuencia no es otra cosa que una victoria imposible. Huracán, después de perder por tres goles en territorio venezolano, le gana 4-0 a Deportivo Anzoátegui. Y accede a la siguiente ronda de la Copa Sudamericana.

Lo que la historia contaba como un detalle imposible, bajo el cielo del Ducó, se transforma en una realidad que ahora abrazan los números. Huracán lo hizo. En la platea Alcorta, algunos osados señalan: "Estas remontadas son cosa de la Champions League". Quizá tengan razón.

Es cierto que hubo un partido antes, aquel 0-3 que mucho se parecía a una definición. Pero el incómodo viaje del Anzoátogui y el convencimiento de un equipo pensado para jugar finales condicionó la serie. Huracán creyó. Anzoátegui dudó.Y el cuatro a cero, no es otra cosa que la celebración de un equipo que se anima a todo.

Corresponde decirlo: el principal vencedor de esta serie es Juan Manuel Azconzábal, el técnico de Huracán. Armó un equipo para atacar por todos los rincones. Un detalle que parece absurdo y terminó siendo decisivo: Lucas Chacana arrancó de lateral derecho. Y desde ese lugar hizo daño, le provocó al rival la sensación de que no era fácil jugar en ese territorio. Un extremo de lateral. Un mensaje.

Hubo tres goles antes de ese tiro de Kaku. En el primero, Diego Mendoza la empujó después de que un rival merecía la roja; en el segundo, Norberto Briasco apareció como en sus mejores días; en el tercero, Cuomo -pibe de La Quemita; debutante como titular- la clavó en un ángulo.

En el recorrido de todos esos goles sucedió un partido en el que Huracán se mostró como lo que era: un equipo con voluntad de protagonizar en el continente y de llegar al Mundial de Clubes de la FIFA. Aquella final perdida en Bogotá no resulta otra cosa que un impulso.

Del 3-0 al gol que definió la serie sucedió algo relevante: Huracán sintió que podía; Anzoátegui se convenció de que el rival era mejor. En ese espejo se miraron los dos. Y los penales parecían el curioso desenlace de una serie muy rara. Pero no. Apareció Kaku. Y Huracán sigue.

"No era imposible", repitió Azconzábal, en la conferencia de prensa. Ahora, la Sudamericana sigue siendo parte de los objetivos de Huracán. Como la permanencia (con esa final del domingo ante Olimpo) y como la Copa Argentina. El Vasco, técnico bravo, lo sabe.

Texto publicado por el fundador del Blog en Clarín.