sábado, octubre 29, 2016

Un punto adentro, cero paciencia afuera


Huracán 1-Rosario Central 1

La última escena cuenta el pasado reciente, el presente y el futuro de Huracán. Tras el 1-1 contra Central, hubo un mensaje unánime con un principal destinatario: Ricardo Caruso Lombardi. Se hizo canción: “El domingo cueste lo que cueste / el domingo tenemos que ganar”. Esa cita próxima es nada menos que el Clásico de Barrio más grande del mundo. Sí, ante San Lorenzo, allí en el Nuevo Gasómetro, donde no gana desde 2001. Ese encuentro mucho se parece a un hito y a un plazo. Al menos para la gente.

Los silbidos -y algunos insultos- que acompañaron la salida del entrenador rumbo al vestuario además retratan los días cercanos y la actualidad de este Huracán. El equipo sacó un punto de los últimos nueve y jugó muy mal en casi todos los momentos de esos tres partidos. Hubo apenas una excepción: el decoroso primer tiempo que construyó ayer contra un Central que guardó futbolistas pensando en el partido del miércoles ante Boca, por los cuartos de final de la Copa Argentina. En ese tramo, se puso en ventaja (con un golazo de Pussetto), generó cuatro situaciones claras y mereció irse al descanso con una ventaja superior a ese 1-0. La receta inicial de Caruso fue simple: respetó el esquema y la base del plantel que participó del valioso ciclo de Eduardo Domínguez (12 derrotas en 52 encuentros).

También por esa mejoría, resultó más absurdo lo del complemento. Huracán prescindió de la pelota, retrocedió en el campo de juego, esperó. Así, Central -con la audacia de Colman, lo mejorcito en un partido sin figuras- lo empató y se animó a más. Al menos a tener la pelota, a manejarla con criterio, a mandar al ataque a sus laterales. En definitiva, a intentar. Eso sí, casi invariablemente sin profundidad.

Incluso con el 1-1, Huracán hacía retroceder a sus 11 futbolistas detrás de la línea de la pelota y los extremos (Pussetto y Romero Gamarra) terminaban jugando como laterales complementarios. Central, ante ese escenario, dejó una impresión: si sus delanteros (Herrera y Teo Gutiérrez) estaban en una versión mejor, se llevaba los tres puntos a Rosario. Para Caruso habría sido lo más parecido a un infierno en el Palacio Ducó.