Los que habitan ahora la Alcorta, la Miravé o la Bonavena son los mismos que lo insultaron por gestos o por origen. Caruso confía en que lo van a terminar aplaudiendo.
En cualquier caso hay una verdad que excede a los estilos: cada hincha -de Huracán o de cualquier otro- abraza, por afecto a los colores, primero a la victoria que al modo en el que esa se obtiene. Sobran ejemplos por los rincones.
En el caso particular del Globo de Newbery hay un escenario que merece ser contado: hasta la irrupción de los magos del 73, los mejores equipos de Huracán eran combativos, guerreros. Los reyes de los años veinte (los más campeones de esa década junto a Boca) eran un grupo de gladiadores, el Huracán del bravo Masantonio -ganador de tres Copas Nacionales en los cuarenta- luchaba hasta el último de los suspiros. Caruso -según dice- tiene mucho de aquellos.
Texto publicado por el fundador del Blog, en Clarín.
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La entrevista completa, en Clarín.