sábado, marzo 12, 2016

Dos goles, tres puntos, mucho carácter



Defensa y Justicia 0-Huracán 2

Este Huracán se anima a refundar su propia historia. A reconocerse en espejos que parecían olvidados. No puede ofrecer los lujos de Pastore ni las gambetas de Houseman ni las maravillas de Tucho Méndez. Este equipo es otra cosa: guapo como los cracks de los años veinte -los que hicieron al Globo de Newbery el más campeón del Río de la Plata, junto a Boca- y como ese Masantonio que tan bien retrata Néstor Vicente en su libro al respecto. Es bravo ante cualquier adversidad. Incluso frente a aquellas que lo pusieron en la cornisa de la muerte. Así, otra vez con impronta guerrera, este plantel que sabe de reconstrucciones se impuso ante el cuco del Torneo, ese Defensa y Justicia que asomaba como una preciosa revelación. En definitiva, fue un 2-0 que le impidió al Halcón volar a la punta que sigue siendo patrimonio exclusivo de Lanús, en esta Zona 2.

A Huracán no le sobró nada, es cierto. Pero lo ganó desde el primero de los instantes hasta el último de los suspiros: sin vueltas, convencido. Con una receta clara: incomodar a su rival. Lo hizo de entrada con la presión alta que molestó y mucho. Y que lo puso al equipo de Ariel Holan ante un escenario nuevo, el de no poder salir con claridad. Así lo golpeó: un error en la salida del arquero Gabriel Arias le ofreció la perfecta posibilidad de volver al gol a Cristian Espinoza. Uno a cero.

Ese grito sin visitantes en el Tomaghello significó otra cosa: el principio de un nuevo partido. Huracán lo involucró entonces a Defensa en otra situación: la de tener que ir a buscar en espacios reducidos. Y eso -quedó claro- le cuesta mucho al equipo sensación.

En cada rincón del ring que Huracán ofreció para pelear se sintió más cómodo. Disputó la mitad de la cancha (con la constancia de Matías Fritzler y de Mauro Bogado), controló las bandas, aprovechó espacios. El Defensa de la propuesta atractiva y el asombro a cada paso quedó reducido a un puñado de espasmos ofensivos y/o a circunstancias favorables. También es cierto: el azar no lo quiso abrazar en esta ocasión al equipo de Holan. Un tiro libre ejecutado por Fabián Bordagaray rozó un palo; y un remate estupendo de Eugenio Isnaldo se estrelló contra el travesaño.

El partido ofreció otra certeza: este Huracán luce preparado para recuperarse pronto de los golpes que recibe (un accidente de micro o una derrota en la Libertadores). Y en eso hay personajes decisivos: el primero, su arquero -Marcos Díaz, siempre clave- que es capaz de recuperarse de una lesión muscular en tiempo récord; luego, su entrenador, Eduardo Domínguez, quien no dramatiza ante los tropiezos y siempre va por más; y finalmente (y siempre), Wanchope Abila, el autor del segundo gol. Ese tanto que no sólo encaminó la victoria sino que también resultó imagen y semejanza de este equipo: el 9 la buscó, la peleó, la ganó y la definió. En ese recorrido también anda Huracán. A pesar de todo...