lunes, julio 20, 2015

Lo inentendible

Patricio Toranzo, en acción contra San Martín de San Juan, en la provincia de las últimas dos Estrellas. Huracán jugó como para ganar, lo tuvo para golear y terminó perdiendo mansamente. Se repite el concepto: se trata del equipo más ciclotímico de la historia. Capaz de lo mejor y de lo peor. Ahora, incluso dentro del mismo partido. 

Por Ricardo Sapia*
No se entiende lo que pasó. O no se quiere saber cómo es que sucedió. Hubo señales. Espinoza erró un gol abajo del arco y definió pésimo (aunque te quede para la de palo), de cara al arco, lo que era un score irremontable. Le descontaron en la última del PT porque se equivocó el 1... y se asustó -el hincha también porque conoce el karma-. De 3-0 a 2-1. Psicológicamente un toque de atención. Pero no fue todo. Otro mano a mano al poste... y llegó la parca: 2-2 por un desvío propio de una falta que no debió ser (para afuera, Kaku, para afuera). Psicológicamente para terapia de shock. Ya está, dijiste. No. Faltaba la sutileza de Arano. El horror. La palada de tierra. El 3-2 del rival. Psicológicamente sepultado. No hubo reacción. Ni en el empate, ni en la derrota. Lo perdió. Definitivamente. Lamentablemente.

Huracán sufre. Los Quemeros están desconsolados. Jugó bien pero dilapidó situaciones. Y se regaló. De este modo, no hay grúa que te levante. Era “la fecha”. Y todavía puede ser peor si Crucero triunfa. ¿Peor? No, es cierto, dormimos con el traje de madera. Huracán no fue fuerte. Tiene la mente debilitada. Este temita de la soga lo carcome y nos carcome. Cada tropiezo duele más de la cuenta. ¿Cómo salir? No lo sé. Me quedé sin palabras después del 2-3...

*Periodista. Texto publicado en el diario Olé.