sábado, abril 09, 2011

Claroscuros


El fútbol argentino tiene estas particularidades: se parece a un cambalache . De repente, un equipo que parecía condenado a la Promoción o al descenso -como Huracán- estaba más cerca de la punta que de la zona roja ; y otro equipo que venía de tres derrotas seguidas -como Racing- tenía la chance de quedar en la antesala de la punta. El partido que construyeron ambos mucho tuvo que ver con esa cuestión de diván . Al cabo, se trató de un empate en el que nadie salió golpeado, a simple vista.

El Racing que parecía protagonista insoslayable -más allá de la ausencia por lesión de Giovanni Moreno- se mostró en el Ducó como un equipo cambiante. Pretencioso, intenso, con rostro de candidato por momentos; dubitativo, ansioso, con carita de equipo a la deriva en otros tramos.

Lo de Huracán, más allá de los idénticos vaivenes que Racing, es un caso en apariencia menos traumático: pasó de ser un equipo fácil para cualquier rival a convertirse en un incómodo oponente para cualquiera. Con pequeños datos, los números lo definen: está invicto como local y sólo perdió dos encuentros de los últimos diez. Claro que la situación no es sencilla: el triunfo de Olimpo (2-0 en Santa Fe) lo volvió a ubicar en las incomodidades de la zona de Promoción .

Fue mejor Huracán al cabo del primer tiempo. Estuvo más cerca de irse a descansar en ventaja y mereció más que ese reparto de ceros al cabo del primer tiempo. Fue un intercambio de llegadas, de situaciones, de instancias favorables. Se quedó con una bronca enorme toda esa gente que fue a Parque de los Patricios a alentar al Globo de Newbery : a Javier Cámpora -el máximo anotador del Clausura- le anularon dos goles por dos situaciones mínimas de off side .

Dentro de tal desarrollo, Racing trató de parecerse a ese equipo que arrancó este torneo con vocación de líder. Lo consiguió por ratitos: Juan Cruz Respuela no pudo ser ese intrépido Pablo Lugüercio que incomodaba rivales a partir de su movilidad; Patricio Toranzo -siempre hábil- no podía expresarse como único conductor. Como contracara, las llegadas por afuera de Iván Pillud resultaban un camino posible para desequilibrar. Pero no alcanzaba...

La segunda mitad decayó en la intensidad y puso a los dos en la cornisa de un grito mágico para un sábado feliz y de una derrota capaz de acercar fantasmas . En ese transcurso, Racing demostró el buen momento del arquero rival, Gastón Monzón; y Huracán obligó a Yacob a demostrar su condición de superhéroe al salvar una pelota sobre la línea cuando desde la Alcorta, la Miravé y la Bonavena todos ofrecían el grito sagrado .

Pero no fue para ninguno el desenlace feliz. Racing se fue con la sensación de que ese punto que generó el empate puede resultar un comienzo; Huracán se quedó con la impresión de que ya nadie se lo lleva por delante como hace un puñado de meses. Quedó claro: los dos están para dar la lucha que se propusieron. Racing para protagonizar en nombre de la búsqueda de su segundo título desde 1966; Huracán para evitar los dolores añadidos de su cuarto descenso en los últimos 25 años. No hay dudas: los dos pueden recorrer esos caminos pretendidos. Eso sí, para cumplir con tales objetivos deberán jugar mejor que lo que lo hicieron bajo el cielo del Ducó.

Comentario publicado por el autor del blog, en Clarín.



Así estamos:
En el Clausura
En el promedio
El fixture