miércoles, noviembre 26, 2008

Que sea en paz


Me tocó cubrir, junto a Gustavo Yarroch, una nota referida a la antesala del partido entre Huracán y San Lorenzo. Nos encontramos con el temor de la gente. Duele que sea El Clásico del Miedo. Desde acá, el deseo de que sea en paz. De que sea una fiesta. Como corresponde.
Lo que sigue es el texto publicado en Clarín, a consecuencia de la cobertura:

La plaza Butteler en realidad se llama plazoleta Enrique Santos Discépolo. Allí suele reunirse el grupo más fuerte de la barra brava de San Lorenzo. Faltan cuatro días para el clásico frente a Huracán. Y ahora, en ese lugar de Boedo, bajo el arduo sol porteño, no hay nadie. Se advierte una paz impropia de lo que está pasando en simultáneo. En Internet se cruzan amenazas del peor de los modos: unos hablan de venganza; los otros recuerdan a los fallecidos como si se tratara de triunfos. Los foros están que arden , alertó el presidente de Huracán, Carlos Babington. Y, preocupado, agregó una frase que es pura realidad: La sensación de venganza, por lo que me cuentan, está latente...
En Viel y Cobo, a pocos metros de donde balearon al hincha Rodrigo Silvera (fallecido el domingo, tras 22 días de agonía), suele parar el grupo de La Butteler. Allí se juntan antes de los partidos. Allí, los vecinos cuentan sus verdades y sus miedos. Vivimos en medio de una guerra. Así no se puede seguir. Tenemos un nieto de dos años y nunca sabemos lo que le puede llegar a pasar. Es una angustia constante , le dice a Clarín uno de ellos, que vive en la zona desde 2004 y ya tuvo diversos inconvenientes. Otro vecino también se queja de que, a consecuencia de la presencia de los barras, las propiedades cercanas pierden valor. Y un testigo del enfrentamiento del 1° de noviembre entre barras de Huracán y San Lorenzo, contó: Los de La Butte los estaban esperando a los de El Pueblito, que vinieron sabiendo lo que iba a pasar. Se tiraron más tiros que en el far west. Después, llegó la Policía. Pero ya era tarde . El Pueblito --que se reúne en Pompeya-- es el grupo más violento de la barra de Huracán y le disputa el poder a la banda de la José C. Paz, otra plaza de la zona. Quienes los conocen cuentan que están dispuestos a ganar espacio a los tiros .
Un comerciante de la zona, que conoce cada cara de los líderes de La Butteler, cuenta un detalle que asusta: Entre los barras saben todo unos de otros. Si se quieren encontrar para matarse, se matan .
Las calles de la zona y rumbo a Parque de los Patricios resultan una sucesión de agresiones mutuas. En las paredes hay cajones dibujados en aerosol, amenazas de más tragedias, insultos. Una violencia que excede el folclore de este clásico de la peor de las maneras. A metros de la esquina de Garay y Boedo hay una pintada emblemática. Sobre el mensaje original (un globo de Huracán y la leyenda 100 años), alguien agregó: 10 años en la B y un funeral .
El traslado de la edición 156 del clásico a La Bombonera tampoco parece una garantía para aliviar la sensación de miedo. Se preocupan más por escoltar a los barras que por la seguridad del hincha común. Cada vez que pasamos cerca de la Butteler con el 133 para ir a La Paternal, nos tiran piedras de todos los tamaños. Ir a La Boca no será una solución sino un riesgo , cuenta un socio de Huracán.
Yo quería jugar en el Ducó.Huracán y San Lorenzo están cruzando la vereda. Cualquier cancha puede ser peligrosa , señaló Babington. En tanto, el presidente de San Lorenzo, Rafael Savino, le dijo a Clarín: El clásico tiene que ser una fiesta. Tenemos que trabajar para eso. Y estar tranquilos .
La sensación de temor se refunda y se parece a la de días no tan lejanos: se trata de una nueva versión de El Clásico del Miedo, como aquellos inmediatamente posteriores al asesinato del hincha de Huracán Ulises Fernández, en 1997. Ahora, otra muerte, la de Rodrigo Silvera, invita a los mismos fantasmas. Huracán-San Lorenzo se jugará el sábado. Será en La Boca. La antesala es una incomodidad que paraliza. De angustia.