miércoles, abril 22, 2015

Breve crónica de una despedida


El sueño naciente de Huracán se quedó hecho pedazos bajo el cielo de Venezuela. Huracán debía ganar para seguir en la Libertadores. Enfrentaba a un rival eliminado, de un país sin tradición, este Mineros que poco venía ofreciendo en esta edición. Pero no. El Globo de Newbery brindó la peor de sus versiones en el momento más decisivo. Sí, perdió por goleada. Al cabo, un 3-0 que lo dejó al equipo argentino eliminado, vacío, sin nada. Roto. Así, el equipo venezolano sumó la primera victoria para su país en esta edición de la Libertadores.

Lo sabían todos. Huracán se jugaba en esta semana buena parte de este 2015 de regreso al gran escenario. Tras aquel mágico final del año pasado (con el título en la Copa Argentina y la vuelta a la A, en ese desenlace bravo frente a Atlético Tucumán), tenía ahora una chance histórica: llegó a Puerto Ordaz con su equipo de gala para ganar y acceder a los octavos de final. Había guardado a los titulares en el torneo, había pensado el partido como una final en la antesala de otra final (la del sábado ante River, por el título de la Supercopa Argentina) ...

Pero no lo jugó como tal en ese primer tiempo en el que mucho se pareció a un equipo dubitativo, incómodo, sin esa intensidad con la que puso de rodillas al Cruzeiro en el Palacio Ducó. A los 9 minutos ya perdía 1-0 por ese cabezazo de Valoyes en el área chica. Y ese gol, además de un golpe, se pareció también a un síntoma: Huracán no estuvo a la altura de las circunstancias en ese comienzo del encuentro. Le faltó esa impronta de equipo guerrero que ofreció en otras ocasiones decisivas.

Ya en desventaja fue tras los pasos del empate. Tuvo la pelota, pero careció de precisión. Quiso, pero no pudo. Intentó por los costados y por el centro, pero perdió regularmente en ambos sectores. Generó un puñado de situaciones desprolijas, a los tropiezos. Discutió dos offsides mínimos por goles mal anulados (uno debía ser gol; el otro, bien sancionado), reclamó penales (uno muy claro a Ramón Abila) ... Todo en el contexto de su falta de claridad. Para colmo, en un contraataque precioso, otra vez Valoyes estableció el 2-0. Era, de algún modo, el principio de un final inesperado.

Intentó más Huracán en el segundo tiempo. En el vestuario, el técnico Néstor Apuzzo ofreció dos cambios para atacar: adentro Cristian Espinoza (tras su lesión en el seleccionado Sub 20) y Agustín Torassa, afuera Lucas Villarruel y Eduardo Domínguez. Todo en nombre de dar vuelta una historia que no había sabido escribir el Globo de Newbery en el primer tiempo.

Más allá de los nombres y de su distribución en el campo de juego, Huracán siguió siendo confuso. No encontró aquella mágica claridad del debut copero en Lima (4-0 ante Alianza), tampoco tuvo el carácter de otras ocasiones relevantes. Fue y chocó. Buscó y perdió. Intentó y se desvaneció ante un rival que parecía jugarse mucho más que lo que la tabla de este Grupo 3 indicaba. 

Ese gol de Rafael Acosta, a los 20 del complemento, fue la sentencia. Ya no había entonces lugar para Huracán en la Libertadores. La pretensión enorme de protagonizar entre los gigantes del continente se deshizo cuando estaba naciendo. Apenas eso. Todo ese dolor. El de un final inesperado.

Texto publicado en Clarín por el fundador del Blog.