sábado, febrero 08, 2014

Que lluevan victorias

Huracán, ante Crucero del Norte, en el Ducó, bajo la lluvia. Imagen: Télam.

Esa gente que se moja bajo la lluvia y que con casi nada se entusiasma merece el desenlace que se avecina. Llueve mucho desde el cielo de Parque de los Patricios y Huracán está perdiendo ante Crucero del Norte. La Bonavena es un padecimiento para esa gente que se inquieta en su sábado entregado al Globo de Newbery. Pero el Palacio Ducó, de repente, se transforma: en un puñado de minutos (esos 240 segundos que transcurren entre la angustia de la derrota parcial y ese remate victorioso de Matías Defederico) todo se resignifica. El equipo -otra vez vestido de verde, en homenaje a los gloriosos tiempos fundacionales- consigue dar vuelta a un rival bravo, la gran revelación de la primera rueda. Y el triunfo -ese ajustado 2-1- lo relanza en nombre de su gran objetivo: volver a Primera, su espacio histórico. Está demasiado lejos el deseado Puesto 3 (ahora ocupado por Independiente, que suma 10 puntos más y un partido menos), pero desde ayer quedó más cerca en la cabeza de esos hinchas que empapados y todo se animaron a gritar que van a volver a la A.

Huracán ganó más por espasmos que por juego. Crucero perdió porque creyó que con aquel golpe inaugural -ese cabezazo oportuno de Claudio Fileppi, a los 13 minutos del primer tiempo- y con la solidez de casi siempre le alcanzaba. Pero no. En el Nacional no hay fórmulas que garanticen desenlaces favorables.
En definitiva, otra vez, la clave del partido estuvo asociada a la lógica de esta categoría notablemente pareja: Huracán se impuso en los detalles. Sirve un ejemplo determinante: la torpe infracción que Dardo Romero le cometió a Germán Mandarino y que derivó en el penal y en el empate convertido por Leandro Caruso. Fue un hito en el partido. Resultó el principio de la victoria para el conjunto de Frank Kudelka.

Así, sin brillos, pero con constancia; sin magia, pero con intensidad, Huracán renueva la búsqueda. El 2014 lo muestra distinto. Tiene claro un detalle fundamental: cada partido es -para los jugadores y para el contorno- la final de la Champions League . O algo así. Lo saben y lo reconocen todos: no hay margen de error. Pero en el horizonte una posibilidad asoma...

Texto publicado por el autor del Blog, en Clarín.

Así estamos:
En la tabla
En los promedios
El fixture