viernes, febrero 14, 2014

El clásico que late


Por Néstor Vicente* y César Francis**
Café de por medio, en la emblemática esquina Homero Manzi, en San Juan y Boedo, comenzó a enamorarnos la idea de que la ciudad tenía también un pedacito de identidad, de patrimonio cultural, en ese clásico que está rozando los cien años de vigencia y que tiene un sabor a barrio que no posee ningún otro. Fue en octubre de 1915 que se enfrentaron por primera vez para, de ahí en más, ir construyendo la historia y la leyenda del clásico más porteño, de la confrontación futbolística barrial más importante del mundo. Paradójico encuentro en esa esquina. Homero, hincha del Globo, poniéndole nombre a un enclave porteño pintado de azulgrana.

San Lorenzo enfrentando a Huracán, Huracán enfrentando a San Lorenzo, es sinónimo de interminables charlas de café, de mesa familiar con pasiones encontradas, de calles compartidas y de compases de tango acunando los sueños y el amor de cada uno por los colores de su camiseta. Es nerviosa vigilia en Parque de los Patricios y en Boedo, es el andar presuroso por el Pasaje Pedro Bidegain, homenaje al dirigente que le da su nombre al nuevo estadio de San Lorenzo o por la calle Herminio Masantonio, reconocimiento a quien marcó más goles con un Globo en el pecho.

Nosotros no pudimos resistirnos a la tentación de recordar goles tallados en nuestras almas futboleras, aquel de Sanfilippo en el Gasómetro, el de Goltz en cancha de Boca, o rememorar aquellas humillaciones convertidas en afiche, en canción de tribuna. No le esquivamos al presente, dulce para unos, semi-amargo para otros, esperanzado para ambos.

Hubo una coincidencia que también aportó a la entrañable vinculación que “cuervos” y “quemeros” tenemos con la ciudad que nos vio nacer. Ambos sentimos que “Fundación Mítica de Buenos Aires”, el poema de Borges, algo tiene que ver con nuestras patrias chicas. Y ambos alguna vez repetimos, refiriéndonos a nuestros clubes, que se nos hacía cuento que alguna vez habían comenzado, que los imaginábamos tan eternos como el agua y el aire. Y apareció en la charla la figura de Jorge Newbery y la del padre Lorenzo Massa, y ya en el segundo café arremetimos con la música de la ciudad y comenzamos a tironear si eran los “cuervos” o los “quemeros” los que estábamos más entrañablemente vinculados con los compases del dos por cuatro. Hicimos una tregua cuando comenzamos a rememorar el andar de Julián Centeya por esas calles compartidas, y lo imaginamos tomando un feca en La puñalada de Boedo y Rondeau, o en el legendario Café Benigno al 2100 de la calle Rioja.

Para reafirmarnos en nuestra estirpe tanguera, compartimos parte de la letra del tango “El sueño del pibe”, muy posiblemente el más popular de los cientos de tangos dedicados al fútbol. Cuando dice “seré un Baldonedo, un Martino, un Boyé”, coloca Yiso, el autor de la letra, a un jugador de Boca, otro de Huracán y otro de San Lorenzo. No lo deja afuera a River porque hace referencia a Ferreyra al versear “que tengo más tiro que el gran Bernabé”.

Hubo un momento para cierto tono académico. Nadie mejor que Discépolo en “Cafetín de Buenos Aires” para explicar cómo ese ámbito milagroso “de sabihondos y suicidas”, tan nuestro, convoca a la reflexión. Recordamos a Eduardo Archetti, ese antropólogo argentino que vivió en Noruega y nos regaló un libro imperdible, "El potrero, la pista y el ring, las patrias del deporte argentino", y coincidimos en su rol de adelantado en colocar al deporte como objeto de estudio y resaltar su aporte a la identidad nacional. El nos dio el pie necesario para sostener que nuestros clubes contribuyeron y siguen contribuyendo a la identidad de la ciudad y conforman, por tanto, parte de su patrimonio cultural. Nos comprometimos entonces a convertir el tema en proyecto de ley, llevarlo a la Legislatura y conversar con algunos diputados para que lo asumieran como propio.

Días después lo concretamos y tomamos otro café, en este caso en Yrigoyen y Perú, y mientras las cucharitas diluían el edulcorante nos miramos convencidos de que en algún lugar el Gordo Soriano estaba abrazando a Ringo Bonavena.

*Ex presidente de Huracán.
**Dirigente de San Lorenzo.