jueves, julio 05, 2012

Sin olvido


Lo escribió Angel Cappa alguna vez, en su blog: "Me voy a quedar, de todas las imágenes que guardo, con una que me conmovió profundamente. Cuando estábamos en el vestuario una vez finalizado el despojo, nadie decía nada y todos masticaban con rabia la impotencia. Algunos lloraban y otros fijaban su mirada al piso, inmóviles. Recuerdo especialmente al Gato Esmerado, sentado en la camilla. Serio. Apretando las mandíbulas, con la mirada perdida, sin poder contener el llanto que se le escapaba de los ojos. Era claramente un llanto de hombre. Era la expresión de toda la bronca contenida. De toda la bronca de todos los quemeros. Era el desconsuelo de una herida absurda. El Gato, que no había jugado ni un minuto en ese partido, manifestaba su enorme solidaridad porque se sentía lo que fue, un jugador importantísimo en momentos claves cuando fue necesaria su presencia en la cancha, y un compañero de hierro siempre, en cada entrenamiento y en cada momento. Esa imagen no pude quitármela en todo este tiempo, y creo que nunca más podré borrarla. Solo por eso quise la revancha desde ese mismo instante. No tenían derecho a quitarnos la ilusión de ese modo".

A tres años del Bochorno de Liniers, aquel Huracán sigue siendo un hito en la historia. Habita en el recuerdo de todos los que lo disfrutamos, de los que comprendieron que ese equipo merecía la consagración, de aquellos que lo elegían para ver por tele, de los que lo extrañamos. Y así continuará. Aquel 5 de julio sucedió un golpe. Pero también una demostración: la gloria, a veces, no necesita de vueltas olímpicas.