jueves, abril 25, 2013

Esse est percipi

El equipo de Huracán, en 1937, ese año en el que para Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares el fútbol dejó de existir. De fondo, la enorme convocatoria del Globo de Newbery. En el pasado reciente, los cuatro títulos de los años 20. 

"No hay score ni cuadros ni partidos. Los estadios ya son demoliciones que se caen a pedazos. Hoy todo pa­sa en la televisión y en la radio. La falsa excitación de los locutores ¿nunca lo llevó a maliciar que todo es patraña? El último partido de fútbol se jugó en esta capital el día 24 de junio del '37. Desde aquel preciso momento, el fút­bol, al igual que la vasta gama de los deportes, es un géne­ro dramático, a cargo de un solo hombre en una cabina o de actores con camiseta ante el cameraman".

Este tramo del cuento Esse est percipi ("ser es ser percibido"), escrito por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares con el seudónimo compartido Bustos Domecq, cita antojadizamente -o no tanto- una fecha para el fin del fútbol como deporte. El escenario presentado como risueño al momento de su publicación (1963), resulta ahora una perfecta metáfora del show.

Escribió al respecto el sociólogo Pablo Alaberces: "El actual es un paisaje dominado por la televisación continua, sistemática y cotidiana del espectáculo deportivo, en el que hasta cuatro señales de cable transmiten simultáneamente veinticuatro horas de programación continua -con una notoria predominancia del fútbol. Pero el fenómeno de expansión del fútbol en la televisión argentina, y en especial la cantidad de los capitales involucrados, no es novedoso en el mundo. La década de los 90 significó el auge global de las transmisiones televisivas, pasando la televisión a ser el principal capitalista del fútbol. La aparición de nuevas tecnologías de distribución -el cable, primero, pero principalmente la antena satelital doméstica- permitió la comercialización hogareña de eventos, tanto habituales, un campeonato; como especiales, un partido".

Si el fútbol -territorio televisado, fenómeno inmenso- se hubiera detenido en junio de 1937, ¿qué diríamos hoy del recuerdo de aquel Huracán de los tiempos de cuando el rey de los deportes respetaba su carácter lúdico? Sí, eso, lo que imaginan: Huracán, un grande por donde se lo mirara.