La Séptima Copa de Huracán: la Competencia Británica de 1944, el último título hasta el Metropolitano de 1973.
Los ingleses saben como nadie lo que significa la tradición aplicada
al ámbito del fútbol. No hay casualidad, en consecuencia: el torneo
oficial más antiguo en el territorio del deporte más popular es la
Football Association Challenge Cup, la conocida FA Cup, esa competición
capaz de llenar Wembley cualquier día de la semana. Se juega desde 1871, aquella
edición ganada por el ya desaparecido Wanderers. También en el siglo
XIX el más famoso Blackburn Rovers (que en la última temporada disputó
la Premier League con la presencia del argentino Mauro Formica) se
consagró cuatro veces y vivió entonces el momento más relevante de su
historia. Fútbol de antes, sin televisación, sin sponsors, con fotos
perdidas o ajadas por el tiempo inexorable. Sin embargo, en Inglaterra,
aquel pasado remoto permanece vivo en la memoria y en los frecuentes
homenajes de los clubes a sus glorias ya desaparecidas. Algo parecido
sucede con la Copa del Rey, nacida en 1903 (con el título inaugural
para el Athletic Bilbao que ahora conduce Marcelo Bielsa), y con la
Copa Italia, surgida en 1922. De este lado del mundo, en nuestra
Argentina, el pasado remoto se parece mucho a un olvido sin necesidad:
de acuerdo con el estupendo relevamiento realizado por Jorge Iwanczuk
en su libro "Historia del Fútbol Amateur en la Argenina", en 1900 ya se jugaba en el país una Copa oficial,
la Copa Competencia, entonces ganada por Belgrano Athletic, el mismo
que fue campeón de la máxima categoría del fútbol argentino y luego -ya
camino al profesionalismo- optó por darles prioridad a otros deportes
como el rugby.
Desde aquella ocasión fundacional se
jugaron otras 83 ediciones de distintas Copas, con formatos variados,
con nombres distintos y curiosos, con particularidades de asombro. En
todos los casos se trató de competiciones oficiales homologadas por la
AFA o por sus antecesoras, reconocidas como tales. Ninguno de esos
torneos por eliminación consiguió la misma regularidad que sus
versiones europeas. En tiempos del amateurismo, la Copa Competencia y
la Copa de Honor se jugaban cada año y servían de complemento a un
fútbol en permanente crecimiento y transformación. En los tramos
finales, además, a los equipos de Buenos Aires se sumaban los de
Rosario y luego en la llamada "final internacional" aparecía el
representante de Uruguay. No era un tiempo cualquiera: en los años 20, el fútbol del Río de la Plata era el mejor del mundo. Así
lo contaban los resultados en los Juegos Olímpicos y en los
Sudamericanos. En ese mismo momento de la historia y un poco después
también, la Copa Ibarguren enfrentaba al campeón de la Liga principal
con el de Rosario (en general, Rosario Central o Newell's, los dos
gigantes de La Chicago argentina)
Con el
profesionalismo nacieron otros formatos, nuevas Copas. En los años 30 y
40 estos eventos llenaban estadios con naturalidad. Nacieron la Beccar
Varela, la Adrián Escobar (a la que se clasificaban los siete mejores
equipos de la temporada de Primera), la Copa Pedro Ramírez (incluía a
equipos del Interior), la Copa Competencia Británica (cuyo trofeo fue
donado por el Rey George VI, el mismo que retrata la película "El
discurso del Rey"). En 1958, se jugó la mítica Copa Suecia, que comenzó
en 1958 y terminó más de dos años después, con la consagración de
Atlanta. Dice el periodista Néstor Straimel, ahora dirigente del
Bohemio: "Estuve aquella vez en el Gasómetro. La Copa más larga de la
historia terminó con una alegría que fue presenciada por más de 40.000
personas". La irrupción en el ámbito internacional de la Copa
Libertadores en 1960 finalizó con esta tradición e impulsó otra, que
sobrevivió en el tiempo hasta estos días de apogeo. Con un detalle que
con los ojos del tiempo parece mentira: el máximo torneo continental no
resultaba prioritario para la mayoría de los clubes. Sirve el ejemplo
de San Lorenzo: en la primera edición cedió su condición de local en un
encuentro decisivo frente a Peñarol, por las semifinales. El equipo
uruguayo lo aprevechó: ganó el encuentro y luego se consagró campeón
ante Olimpia de Paraguay.
A partir de entonces, sólo
se disputaron dos Copas nacionales completas. En 1969, la Copa
Argentina la ganó Boca en una doble final frente a Atlanta; en
semifinales habían quedado varados Rosario Central y Colón. La edición
siguiente fue detenida y suspendida en las finales. La última
competición de Copa fue la Centenario, que comenzó en 1993 y finalizó
en el verano de 1994 con la victoria de Gimnasia La Plata frente a
River. La llegada ahora de la nueva Copa Argentina es también un
impulso para aquel pasado. Se percibe en algunos clubes: la semana
pasada Atlanta presentó su camiseta para la próxima campaña en la B
Metropolitana con la estrella que evoca la conquista de la Copa Suecia;
en el estadio Tomás Ducó, por primera vez, se pintaron las siete
estrellas de sus consagraciones coperas; en la camiseta de Gimnasia La
Plata luce al lado de su campeonato de 1929 la alegría de la Copa
Centenario; Boca organiza campañas de marketing con sus sponsors
sumando estos triunfos a su impresionante constelación de éxitos.
Diego
Ariel Estevez -periodista e historiador, autor del libro "38 campeones
del fútbol argentino"- sostiene: "El fútbol argentino tenía una deuda
con su historia, un pagaré sin levantar que lastimaba su memoria, y
desde mediados del año pasado lo comenzó a saldar con la vuelta de las
tradicionales copas locales. La Copa Argentina 2011-12 recuperó una
tradición discontinuada desde 1993-94. Ese trofeo no se llamó
"Centenario" por casualidad: lejos de la (mala) costumbre de muchos
periodistas y simpatizantes de considerar la historia a partir de 1931,
cuando surgió el profesionalismo, la AFA reconoce a su primera
antecesora como fundada en 1893, e incluso también debería tomar en
cuenta a la efímera entidad que en 1891 consagró a Saint Andrew's y Old
Caledonians como primeros campeones del fútbol nacional. Siete años (o
nueve) más tarde, en 1900, arrancó el primer certamen copero, la Copa
Competencia "Chevallier Boutell" o Tie Cup Competition, con la
participación de los cuatro equipos de la por entonces llamada Primera
Liga (English High School, Belgrano Athletic, Lomas Athletic y Quilmes),
un rosarino (Rosario Athletic) y dos uruguayos (Albión y el CURCC,
actual Peñarol). Todo inspirado en la hoy famosísima FA Cup inglesa, el
certamen de clubes más antiguo del mundo. Cinco años después se sumó la
Copa de Honor "Cousenier", con final exclusiva en Montevideo (la
Competencia se definía siempre en Buenos Aires). La relevancia de estos
torneos de Copa en el pasado era muy alta, sobre todo hasta fines de la
década de 1940. Los ejemplos que nos llegan desde los países más fuertes
de Europa (FA Cup, Copa del Rey, Copa Italia, Copa de Alemania, etc.)
nos hacen ver que estamos en el camino correcto". Oscar Barnade
-periodista, historiador y coautor del libro "Mitos y creencias del
fútbol argentino- ofrece una mirada interesante: "Siempre pongo un
ejemplo: el equipo de Boca campeón de los años 20. Hay una foto en la
que el plantel está posando con cuatro copas. Es decir, ganó todo lo que
se podía en aquel tiempo, el torneo local y las copas oficiales de la
época. El rostro de los jugadores denota orgullo, satisfacción. Como
cada uno de los campeones de esta época, ganen el torneo local, la
Libertadores, la Recopa, la Sudamericana, la Suruga Bank o la inminente
Copa Argentina. Entonces, pregunto: ¿por qué noventa años después vamos a
minimizar o desestimar aquellas conquistas? ¿con qué derecho
valorizamos desde un tiempo tan lejano? Está claro que la organización
fue oficial y la ley pareja para todos. Además, a ningún hincha joven (y
aquí aglutino a periodistas, dirigentes y simpatizantes) joven de esta
época le gustaría que dentro de 50 años, los futuros jóvenes desestimen o
ninguneen las copas o los torneos actuales por ser irregulares,
desprolijos o mediocres, por citar tres características. Son oficiales.
Valorizar la historia, tener memoria, siempre es un buen ejercicio. En
todos los órdenes de la vida". La Copa Argentina, de algún modo, llega
para desempolvar aquel pasado o para resignificarlo. El estadio
Bicentenario de San Juan, con entradas agotadas para la final 2012, es
el más fuerte de los indicios. Estevez, Barnade y muchos de los
integrantes del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol
(CIHF) fueron y son los que iluminaron e iluminan estas competiciones
que parecían condenadas a la postergación y al olvido.
Ahora,
el destino quiso que en la final se enfrentaran los dos clubes que más
Copas nacionales ganaron: Racing (con 12) y Boca (con 11). De algún
modo, un partido para determinar al Rey de Copas local. Detrás de ellos
también se ubican tradicionales equipos de Primera: Independiente (con
9), River y Huracán (ambos con 7). A diferencia de las anteriores
ediciones este encuentro decisivo conduce a una competición anual
internacional por primera vez en la historia. En este 2012, el campeón
se clasificará a la Copa Sudamericana. Y a partir de la siguiente
edición, el que resulte vencedor accederá a la Libertadores. El detalle
alimenta el entusiasmo de cualquier postergado: Juventud Antoniana de
Salta y Excursionistas comienzan con las mismas chances que Arsenal, el
campeón de Primera.
La actual Copa Argentina la cuenta
la propia empresa organizadora -Santa Mónica- a través de su sitio
oficial: "Es un torneo absolutamente integrador, solidario y nacional.
Es la primera competencia oficial de AFA que agrupa a clubes de
distintas divisionales junto con los clubes representados por el
Consejo Federal". Y Romeo Cotorruelo Menta, vicepresidente ejecutivo
del Grupo Santa Mónica Sports, comentó en los días iniciales cómo nació
esta idea: "Este torneo es la concreción de un anhelo del Presidente
de la AFA, Don Julio Grondona, quien quería organizar un campeonato de
fútbol de naturaleza federal y solidaria; que en cada edición, los
equipos tengan el propósito y el objetivo de proyectarse a escala
nacional y continental. Para los aficionados del interior del país es
esa posibilidad de ver en los estadios de sus localidades, cada
temporada y en una competición oficial de carácter nacional, a los
principales equipos de fútbol del país compitiendo entre ellos y con
los clubes más modestos". Tal vez sea todo eso, pero seguro no se trata
de una historia nueva. Es la continuidad de un recorrido que con el
impulso de la nueva competición vuelve a asomar en la escena del fútbol
argentino.
Texto publicado por el autor del Blog, en Clarín.