martes, diciembre 22, 2009
La reivindicación de los segundos
¡Qué lástima que no ganó Estudiantes! Faltaba tan poquito para terminar, el Barcelona no le encontraba la vuelta al partido y, contra todos los pronósticos, contra la lógica en las apuestas, se iba a quedar con las manos vacías. Faltaban nada más que dos minutos para que Estudiantes consumara la hazaña de ganarle al mejor equipo del mundo, en el mismo año en el que –también contra la opinión de toda la cátedra– ganó la Copa Libertadores en Brasil.
¡Qué lástima! Siempre es una pena que el pobre no le gane la pulseada al rico, y mucho más cuando se llega tan cerca a la posibilidad de concretarlo. Siempre es reconfortante que David le acierte el hondazo a Goliat, porque ésas no son cosas de todos los días.
¡Qué lástima! Estudiantes se merecía el alegrón por los destellos de fútbol que mostró en todo el año y en algunos pasajes del primer tiempo de la final; se lo merecían el modesto Sabella, el inteligente Verón, el eficaz Boselli, el inoxidable Clemente Rodríguez, el león Braña, la fiel y seguidora hinchada, los que se alegran de que sólo se usen armas limpias para conseguir el objetivo.
¡Qué lástima! Porque hubiese sido una alegría en el medio de tantas pálidas.
¡Qué lástima que no ganó Estudiantes, aun sabiendo todo el tachín tachín que habríamos tenido que soportar en el caso de una victoria y los cantos exitistas que estarían repiqueteando fuerte!
El Barcelona nos salvó de frases como éstas:
–Quedó demostrado que tiene razón Verón con eso de que para ver un espectáculo hay que ir al teatro y no a una cancha.
–Se demostró que con orden, disciplina y un buen planteo táctico que empiece por cerrar el arco propio, se le puede ganar a cualquiera.
–Que los catalanes se metan el tiki tiki en el tujes.
Y lo más peligroso de todo:
–Ganar no es lo importante: es lo único, y Estudiantes se aferró a esa consigna.
Y lo más peligroso de todo:
–¡El fútbol argentino sigue vivo!
En el año de la clasificación milagrosa para el Mundial, los fracasos en los juveniles, los goles en contra como consecuencia de las imperfecciones técnicas, las denuncias de soborno a los árbitros, las decepciones de los cinco grandes y los partidos aburridos como constante, la consagración de Estudiantes no habría alcanzado para salir del horno. La victoria podría haber provocado demasiada confusión y tapado la necesidad de urgentes replanteos en todos los planos.
Es una pena que no haya ganado Estudiantes, pero da alegría que aun los resultadistas más enfermos rescaten su dignidad y renieguen de la idea de que nadie se acuerda de los segundos. De alguna manera la reivindicación del segundo puesto de Estudiantes le toca de rebote a Huracán, otro que estuvo muy cerca del objetivo, no pudo lograrlo y quedará de todos modos en la historia.
¡Es una pena, Estudiantes!
Texto escrito por Juan José Panno en Página/12.