sábado, diciembre 13, 2008
Y una tarde, el Ducó regresa...
Hoy a la tarde volverán los viejos ritos al barrio. El bodegón sobre la avenida Caseros, el café compartido, la militancia de la bohemia, la caminata por Luna o por Colonia, las casas que cuentan otro tiempo de Buenos Aires, el abrazo familiar o con amigos en la esquina de Amancio Alcorta. Y allí, en el final del recorrido, estará otra vez él: el Ducó, ese Palacio que ahora se hizo Patrimonio Histórico de la Ciudad.
Después de 438 días, desde aquel gol de Walter Coyette para el 1-0 a Banfield en el Apertura 2007, Huracán volverá a ser local en su cancha. Acontece algo más: en el año de su centenario, el de hoy ante Vélez será el único partido que jugará en casa.
No se trata de un lugar más para el hincha de Huracán. El Ducó es un lugar de pertenencia inequívoco para cualquier quemero. Muchos de los que hoy estarán ahí recuerdan que entre el alambrado y el primer escalón de la popular Ringo Bonavena patearon su primera pelota, en esa suerte de playón hecho canchita. Algunos pocos estuvieron el día de la inauguración, en 1947, cuando Huracán puso de rodillas a Boca en un escenario que parecía de un Mundial. Varios vieron, en los festejos del Metropolitano de 1973, el abrazo de Adán Loizo, aquel wing de los tetracampeones de la década del 20, con René Houseman, ese wing de todos los tiempos. Otros tantos se soñaron campeones en 1994, en aquel partido ante Banfield, previo al dolor de la goleada tremenda frente a Independiente, en Avellaneda. Y un puñado lloró también allí ante la inminencia de algún descenso. Y hoy todos, en cuerpo o en alma, estarán allí, al final de la caminata por Luna. Para abrazar al Ducó de sus corazones.
Texto publicado por el autor del Blog en Clarín.