domingo, noviembre 02, 2008
Cumpleaños feliz
Apertura 2008, decimotercera fecha: Huracán 1-Estudiantes 0, en Vélez. Un rato antes del partido, me había tocado escribir la continuidad de la Fiesta del Centenario para Clarín:
Hay una historia detrás de la historia. Frente a la casa de un tal Tomás Jeansalles, un grupo de jóvenes de Nueva Pompeya, en su mayoría alumnos del colegio Luppi, quería fundar un club de fútbol con un nombre insólito: "Verde esperanza y no pierde". El episodio, una suerte de mitología aceptada por la historia, sucedió en 1907, aunque muchos lo ubican entre dos y cuatro años antes. La leyenda cuenta que fueron hasta una librería de la Avenida Sáenz con la intención de comprar un sello de goma con el nombre del club. Pero no pudieron. La versión más aceptada sostiene que no les alcanzó el dinero (dos pesos con cincuenta) para tal cantidad de letras y que el librero (un tal Richino) les recomendó un nombre más corto, ya que el elegido era muy extenso para denominar a un club de fútbol...
Así, entre carencias y con un entusiasmo juvenil y enorme, comenzaba a gestarse la historia del Club Atlético Huracán. En breve llegaría el inmenso Jorge Newbery como benefactor e inspirador, la mudanza a Parque de los Patricios (entonces conocido como Barrio de los Corrales Viejos), los duros días fundacionales. Ya oficialmente, según figura en las actas del club, Huracán nace el 1 de noviembre de 1908.
Eran otros tiempos en la zona. Justo Sáenz (h), en el libro "La amistad de algunos barrios", evoca esa época: "Barrio de los Corrales Viejos, escuela de visteadores y malambistas... constante pesadilla de la comisaría seccional y cliente conspicuo del Hospital San Roque (hoy Ramos Mejía)... era el chinerío del pueblo de las Ranas y La Quema..." Hace hoy cien años de aquel momento inaugural. Cien años en los que Huracán se hizo grande (fue, por ejemplo, el más campeón de la década del 20 junto a Boca), en los que tuvo cracks de todos los tiempos (Guillermo Stábile, Cesáreo Onzari, Herminio Masantonio, Emilio Baldonedo, Norberto Méndez, René Houseman, Miguel Brindisi, entre tantos otros), en los que construyó récords y equipos memorables (los campeones sin vuelta olímpica de 1939 y de 1976; los mágicos consagrados de 1973) y en los que también supo de sufrimientos (tres descensos en los últimos 22 años).
Pero hubo algo inquebrantable en todo el recorrido: el sentido de pertenencia, el arraigo barrial. No es casual que la fiesta haya sido por las calles y sin apoyo institucional. La fiesta, que comenzó ayer a la tarde, arrancó en Pompeya con una multitudinaria caravana, con murgas, con banderas, con fuegos artificiales, con bombos, con redoblantes, con gente en los balcones, con el bullicio propio de un carnaval. En definitiva, una expresión popular de barrios afines. Se escuchó rock y se escuchó tango en la cuna del tango. Se recordó a tantos ausentes que hubieran querido estar, como Newbery y el Negro Laguna (primer presidente y campeón como jugador y entrenador), como Ringo Bonavena, Julián Centeya y Homero Manzi; como tantos cracks irrepetibles...
La fiesta continuó en la noche, con las luces de los faroles de la Avenida Caseros; con la gente del barrio compartiendo asombros; con el escenario montado a tres cuadras de la sede, en Lavardén; con los espectáculos de colores y de artistas; con esas canciones que luego van a la cancha con otra letra; con amigos que se abrazan emocionados; con familias que comparten la preciosa herencia de ser quemeros. Y ahora sigue el festejo, con la recorrida por cuatro lugares históricos: las tres canchas (Almafuerte al 200; Avenida La Plata y Chiclana y el Tomás Ducó) y la sede social de Caseros al 3100. Es la continuidad del Centenario del Pueblo Quemero. Es decir, la inmensa fiesta de los barrios del Sur, que encontraron un nombre para ponerle a la pasión auténtica: Huracán.
Durante, Huracán jugó su mejor partido de la temporada (incluso con diez futbolistas, tras la expulsión de Ariel Colzera). Después, ya al final, llegó ese golazo de Gastón Esmerado para la historia. Y con él, un cumpleaños feliz. El festejo más esperado.
El Equipo del Centenario, la camiseta para la ocasión, la gente.
El mejor: Gastón Esmerado, Paolo Goltz y Hugo Barrientos.
El peor: Ariel Colzera.
Más:
Esto es Huracán, en Clarín.
Así estamos:
En el Apertura.
En los promedios.
El fixture.